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El timo del 'crowdfunding': vender productos chinos como si fueran innovaciones
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cómo detectar campañas sospechosas

El timo del 'crowdfunding': vender productos chinos como si fueran innovaciones

Amazon, Alibaba o eBay ya venden los drones de bolsillo que la compañía estadounidense Morrison Innovations promete a los mecenas que apoyan su campaña en Indiegogo

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A principios de verano, una campaña de crowdfunding en Indiegogo llamó la atención de los internautas más suspicaces. Intentaba recaudar fondos para fabricar The Wallet Drone (en español, el dron de bolsillo), un cuadricóptero de 1.75 centímetros de alto que, según la compañía responsable, Morrison Innovations, sería el más pequeño del mercado.

Robert Morrison, fundador de la startup y rostro visible de la campaña, aseguraba que, con el dinero recaudado, los usuarios estarían apoyando el crecimiento de una pequeña empresa neoyorquina y, por tanto, la creación de empleo local.

El mensaje funcionó realmente bien: el 20 de junio ya había conseguido un 557% de su objetivo inicial (pulverizándolo, claro), y en el momento de escribir estas líneas acumula 70.618 dólares (unos 65.000 euros). La cifra, probablemente, seguirá aumentando, ya que el plazo para recibir apoyos no se cierra como en Kickstarter trancurrido un tiempo límite.

Sin embargo, varios usuarios acusan a la compañía de estar cometiendo una estafa. Desde las páginas del agregador Reddit, han asegurado que los drones de bolsillo que ofrece Morrison son los mismos que ya podemos encontrar en Amazon, Alibaba o eBay, productos made in China que se venden a un precio algo mayor. Además, “cada vez que alguien le pide pruebas y pega enlaces, los borra inmediatamente”. El creador afirma tener patentes que respaldan su autoría, pero “no muestra los registros” para silenciar las críticas. ¿Será que llevan algo de razón?

Como pruebas, los usuarios de la comunidad han publicado capturas de pantalla de los comentarios que Morrison ha ido eliminando, en los que algunos mecenas exigen explicaciones sobre los múltiples minidrones sospechosamente parecidos a los suyos que ya se venden a través de internet.

Antes de pasar la escoba, la cara visible de la campaña se defiende. Según Morrison, la aeronave a la que hacen referencia los usuarios es el CX-10, un cuadricóptero al que su compañía ha aplicado una serie de mejoras para fabricar los pequeños drones. No se refiere en este caso a The Wallet Drone, sino a los robots voladores que lanzó en abril con otra campaña de micromecenazgo.

Este medio ha intentado recabar la opinión de Morrison sin éxito. El fundador ya dio su explicación en los comentarios: “No he hecho nada malo, he seguido todos los términos y condiciones de Indiegogo”.

La plataforma, ¿auténtica culpable?

Para Valentí Acconcia, y portavoz de Spain Crowdfunding, la asociación española de empresas de financiación colectiva, no sorprende que se den casos como este en Indiegogo. El consultor recuerda que, a diferencia de otras plataformas de micromecenazgo, Indiegogo no realiza una selección de los proyectos que se ponen en marcha en la página.

“Han intentado hacer su plataforma muy democrática y dejar un filtro muy laxo en la presentación de proyectos, pero esto genera este tipo de riesgos y malas prácticas”, explica. De acuerdo con Acconcia, ante la más mínima duda de fraude, Indiegogo debería haber cancelado la campaña, una política que sigue, por ejemplo, Kickstarter.

“En Kickstarter solo se puede subir un proyecto para crear algo, no para comprarte algo que exista”, afirma. “Aquí nadie te impide hacer lo que, en teoría, ha hecho esta gente: tener el stock de un producto y decir que lo has fabricado tú”.

A pesar de sus medidas más severas, Kickstarter tampoco se ha librado de los timadores que han tratado de engañar a los mecenas. Hace poco, la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) abrió una investigación pionera por estafa a cierta empresa que trató de financiar la creación de un juego.

En su campaña, la startup prometía a sus mecenas una copia del producto con figuras de los personajes si alcanzaban los 35.000 dólares de financiación (alrededor de 32.300 euros). El objetivo se consiguió, pero después de 14 meses, el responsable de la campaña canceló la producción del juego. El regulador estadounidense ha denunciado que los usuarios jamás recuperaron su dinero y que el autor del crowdfunding lo utilizó para gastos personales.

El caso, por histórica que sea la intervención de la FTC, no ha salpicado demasiado a Kickstarter. Según Acconcia, las plataformas de crowdfunding suelen eximirse en sus términos y condiciones de cualquier responsabilidad que pueda derivarse de una campaña fraudulenta. La política que siguen casi todas es “poner a disposición judicial, o de quien quiera que lo pida, toda la información con la que cuentan”.

“Kickstarter tiene de 7.000 a 8.000 campañas activas al mes y son, si no me equivoco, 170 personas”, prosigue Acconcia. “Es totalmente imposible que puedan tener un filtro humano que controle las campañas que se suben”. Además, no existe una ley que penalice expresamente este tipo de conductas en las plataformas.

Para no lamentarse

En España aún no se han visto muchos casos de este tipo, pero nunca está de más ser precavido. Como recomendaciones para evitar ser víctima de una estafa, Acconcia aconseja fijarse en la velocidad a la que recauda una campaña y asegurarse de que hay detrás una persona, alguien “que haya verificado su identidad, que puedas encontrar en redes sociales y veas que tiene nombre y apellidos y es el CEO, o colaborador o socio de la empresa”.

También hay que fijarse en el número de comentarios que se han realizado sobre la campaña y lo que dicen, pero sobre todo en el número de actualizaciones. “Las campañas que tienen actualizaciones demuestran que hay un equipo detrás trabajando”, afirma el consultor. El sentido común y seguir estos consejos son fundamentales para evitar que tú dinero caiga en malas manos.

A principios de verano, una campaña de crowdfunding en Indiegogo llamó la atención de los internautas más suspicaces. Intentaba recaudar fondos para fabricar The Wallet Drone (en español, el dron de bolsillo), un cuadricóptero de 1.75 centímetros de alto que, según la compañía responsable, Morrison Innovations, sería el más pequeño del mercado.

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