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Cuando el genio del garaje se transforma en un CEO 'paquete'
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FUNDADORES QUE LASTRAN EL ÉXITO DE SU EMPRESA

Cuando el genio del garaje se transforma en un CEO 'paquete'

La idea le llegó enseguida. Kevin Systrom revivía cuando todo el mundo dormía, y era de noche cuando su cabeza entraba en ebullición. Todo fue casual,

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Cuando el genio del garaje se transforma en un CEO 'paquete'

La idea le llegó enseguida. Kevin Systrom revivía cuando todo el mundo dormía, y era de noche cuando su cabeza entraba en ebullición. Todo fue casual, pero al fundador de Instagram esa noche se le encendió la bombilla. El joven de Massachussets trabajaba en una firma encargándose el marketing, pero su lado salvaje afloraba cuando el resto de los mortales contaba ovejitas

En el silencio de la noche y acompañado del incesante canto de los grillos, Systrom esbozó Burbn, la semilla que posteriormente daría luz a Instagram. La idea estaba ya en su cabeza, pero faltaba financiación, que llegaría posteriormente fruto también del azar: en una fiesta a la que este espíritu inquieto fue invitado, conoció a unos inversores que sin soltar la copa extendieron la chequera sin titubear. Burbn vería la luz e Instagram sería una realidad. Todo fue muy rápido, y la red social de fotografías causó furor, tanto, que no escapó a las garras de Facebook en una de las adquisiciones más sonadas de los últimos meses.

Instagram formaba ya parte del catálogo de Facebook y Kevin Systrom acumulaba más dinero del que posiblemente podría llegar a gastar en lo que le quedaba de vida. Y todo fue un cúmulo de circunstancias en el que nuestro hombre supo estar en el momento adecuado, en el lugar exacto, y dar rienda suelta a una inocente idea que resultaría ganadora. ¿Un genio? ¿Un tipo con suerte? 

El caso es que su figura, como muchas de Silicon Valley, además de genio esconde un diablillo: Systrom, como todos los genios de nuestros días, cuenta con una potente personalidad y trabajar con él no es siempre fácil. Pero posiblemente el ejemplo de este joven ya convertido en mito no sea el más claro de esa doble faceta que muestran los nuevos líderes: estos días nos hemos sorprendido al descubrir que Zynga había reemplazado su dirección cambiando súbitamente de CEO. O siendo más justos, el hasta entonces máximo responsable de la firma y fundador de la misma, abandonó dejando paso a un profesional.

En este acto de honradez profesional poco habitual en la industria, Mark Pincus, fundador de Zynga, fue consciente de que su propia figura estaba limitando la expansión de la compañía. Un buen emprendedor, un genial creativo, pero un desastroso gestor. Fue el propio Pincus el que comenzó la búsqueda de un gestor curtido en el mercado y con una vasta experiencia, que salió precisamente de las filas de Microsoft.

El joven emprendedor no tuvo inconveniente en reconocer en el blog de la compañía sus limitaciones como gestor y confiar en que otra persona pueda desempeñar mejor que él su labor. Pero no todo el mundo reconoce tan abiertamente sus limitaciones, y mucho menos da vía libre al consejo de administración a buscar un sustituto. Cuando el fundador es un personaje carismático y de rompe y rasga, las cosas no son tan fáciles. Esto lo saben bien los que acompañaron a Steve Jobs en su primera etapa en Apple, en la que llegó a crear un grupo interno que rivalizaba con el resto de la empresa, o eran bien conocidos sus insultos en público a los empleados que no hacían las cosas como él esperaba.

En aquella célebre maniobra, el carismático líder fue descabezado y en su lugar entró un gestor con tablas, John Sculley, pero que adolecía de carisma y de visión de producto. Ni una cosa ni la otra: firmas como Apple necesitan de un líder en productos y otro que lleve las cosas en orden, y este armonioso matrimonio llegó en la segunda etapa de Jobs cuando un emergente Tim Cook hizo valer su capacidad de trabajo y talento a la hora de llevar todo bien atado. 

Otro caso muy destacado de este choque entre talento y capacidad de gestión lo encontramos en Google: tanto Sergey Brin como Larry Page estuvieron de acuerdo que tan pronto como la firma adquiriera dimensiones considerables, sería necesaria la contratación de un gestor con mano de hierro como fue el caso de Eric Schmidt

Pero el caso de Google fue también un ejemplo de algo que comienza a verse con cada vez más frecuencia: los imberbes emprendedores de garaje se hacen mayores y aprenden, reivindicando su puesto en la cabeza de la firma que ellos engendraron. Así, Larry Page relegó a Schmidt a un discreto segundo plano, y Steve Jobs llegó incluso a poner condiciones a su regreso a la firma que él mismo alumbró. 

Pero... ¿por qué emprendedores con tanto talento pinchan cuando la empresa que han creado se hace grande? Se trata de un fenómeno mucho más común de lo que pensamos, y de hecho, apenas el 20% de los fundadores resisten la madurez de sus creaciones como CEOs. Este hecho ha llamado la atención del Noam Wasserman, profesor de la Harvard Business School, destacando que en una primera etapa expansiva de la joven compañía, el rol del emprendedor y su carisma son necesarios para seducir a los mejores ingenieros y desarrolladores. 

Sin embargo, en cuanto la empresa crece, la gestión resulta más compleja, incorporándose ingredientes como la planificación, logística y marketing, consiguiendo que el efecto tractor del fundador pase de ser una fortaleza a convertirse en un talón de Aquiles. Y es necesario tomar medidas: tras el anuncio de la renuncia del fundador de Zynga como CEO, las acciones de la compañía se catapultaron ¿Y si lo hubiera anunciado meses antes?

La idea le llegó enseguida. Kevin Systrom revivía cuando todo el mundo dormía, y era de noche cuando su cabeza entraba en ebullición. Todo fue casual, pero al fundador de Instagram esa noche se le encendió la bombilla. El joven de Massachussets trabajaba en una firma encargándose el marketing, pero su lado salvaje afloraba cuando el resto de los mortales contaba ovejitas