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Google-Apple, duelo de titanes
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Google-Apple, duelo de titanes

Amanece en la bahía de San Francisco. El sol comienza a calentar la costa californiana y dos empresas, Apple y Google, arrancan sus motores en el

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Google-Apple, duelo de titanes

En el caso de Apple, Steve Jobs y Steve Wozniak comenzaron, destornillador en mano, a forjar los cimientos de la que hoy es una de las empresas más influyentes del mundo. El genial Wozniak, creador del MacIntosh, decidió abandonar el barco demasiado pronto y dejó solo en la batalla al divinizado Jobs. En realidad, Apple no es una empresa: es casi una religión para sus acólitos y mueve masas con apenas insinuar un nuevo producto creado en su sede de Cupertino.

Unos kilómetros separan a Cupertino de Mountain View, el otro eldorado de Silicon Valley, en donde Sergey Brin y Larry Page decidieron instalar la que hoy es posiblemente la corporación más influyente de la red: Google. El coloso californiano comenzó en las aulas de la prestigiosa universidad californiana de Stanford como un proyecto de investigación que nunca tuvo como objetivo la fundación de una empresa. De hecho, fue todo tan accidental que el azar quiso que alguien escribiera mal 'Googol' -nombre original de la compañía- y en su lugar redactara el 'Google' que hoy conocemos. Omnímoda, creativa y siempre genial, Google se reinventa a sí misma al paso de los minutos lastrada por una creciente sensación de haber creado lo más cercano a un 'Gran Hermano'. Si en Apple su rémora es el excesivo sectarismo de lo que rodea a la marca, en Google pesa el poder de la información que manejan en los servidores repartidos por todo el mundo lo que más preocupa a sus usuarios.

Tenía que ocurrir. Ambos colosos mantienen una empinada cuesta arriba en sus respectivas cuotas de mercado y era sólo una cuestión de tiempo que colisionaran en alguno o varios de los negocios en los que ambas participan. Más bien, parece que se trataba de un choque buscado por ambos en un intento de medir sus fuerzas. El lanzamiento del primer móvil de Google, el Nexus One, supuso una declaración de intenciones cristalina acerca de los planes de la empresa del gran buscador. No había lugar a dudas: el Nexus One es demasiado similar al iPhone como para mirar hacia otro lado.

Tampoco es ese el estilo de Steve Jobs, quien no dudó en recoger el guante y sin pelos en la lengua afirmó: "Google ha entrado en el mundo de la telefonía y que nadie se lleve a engaño: van a por el iPhone y no se lo permitiremos". Por si el 'recado' no estaba claro, el líder de Apple remató la faena afirmando que el eslogan de Google 'Don't be evil' (no seas malvado) era una "porquería".

Google ironiza sobre el iPad de Apple

No crean que los de Mountain View permanecen ajenos a esta guerra de declaraciones y así, Eric Schmidt, CEO de Google y cabeza visible de la compañía en el día a día (sus fundadores no se suelen prodigar en declaraciones), fue preguntado sobre el nuevo y flamante iPad. La respuesta sonó como un torpedo en la línea de flotación de Apple: "Dígame cuál es la diferencia entre un smartphone y un tablet". Esta afirmación no era gratuita: una de las principales críticas que han tenido que asumir los de Cupertino es que el iPad no es otra cosa que un iPhone de grandes dimensiones y no la revolucionaria máquina que va a cambiar nuestras vidas, tal y como fue presentada en su lanzamiento. El odio mutuo, con todo, viene de lejos: Schmidt fue miembro del consejo de Apple del que se vio forzado a renunciar el año pasado por los crecientes conflictos de intereses entre ambas compañías. Desde entonces y a medida que la competencia entre ambas corporaciones crecía, las relaciones se han deteriorado de forma exponencial.

Dos fórmulas de éxito enfrentadas hasta la muerte. Apple ha triunfado vendiendo productos de elevadísima calidad, mimando al cliente y haciéndole sentirse especial. Todo funciona con los productos de la manzana y son tan contados, como sonados, los errores o defectos de sus productos. Google no le va a la zaga: salvando las enormes diferencias de magnitud que separan a ambas empresas, la firma de Mountain View ha sabido obtener un jugoso rendimiento en una fórmula en la que todo resulta gratis para el usuario.

No hay mercado que no toque y no renuncia a nada, y es ahí donde tiene que batirse el cobre con primeras espadas, como es el caso de Apple. Ambas tienen un sembrado futuro por delante y la colisión va a ser 'planetaria' por fortuna para el expectante mercado que sólo puede salir ganando ante la pugna de dos competidores tan excepcionales.

En el caso de Apple, Steve Jobs y Steve Wozniak comenzaron, destornillador en mano, a forjar los cimientos de la que hoy es una de las empresas más influyentes del mundo. El genial Wozniak, creador del MacIntosh, decidió abandonar el barco demasiado pronto y dejó solo en la batalla al divinizado Jobs. En realidad, Apple no es una empresa: es casi una religión para sus acólitos y mueve masas con apenas insinuar un nuevo producto creado en su sede de Cupertino.

Unos kilómetros separan a Cupertino de Mountain View, el otro eldorado de Silicon Valley, en donde Sergey Brin y Larry Page decidieron instalar la que hoy es posiblemente la corporación más influyente de la red: Google. El coloso californiano comenzó en las aulas de la prestigiosa universidad californiana de Stanford como un proyecto de investigación que nunca tuvo como objetivo la fundación de una empresa. De hecho, fue todo tan accidental que el azar quiso que alguien escribiera mal 'Googol' -nombre original de la compañía- y en su lugar redactara el 'Google' que hoy conocemos. Omnímoda, creativa y siempre genial, Google se reinventa a sí misma al paso de los minutos lastrada por una creciente sensación de haber creado lo más cercano a un 'Gran Hermano'. Si en Apple su rémora es el excesivo sectarismo de lo que rodea a la marca, en Google pesa el poder de la información que manejan en los servidores repartidos por todo el mundo lo que más preocupa a sus usuarios.

Tenía que ocurrir. Ambos colosos mantienen una empinada cuesta arriba en sus respectivas cuotas de mercado y era sólo una cuestión de tiempo que colisionaran en alguno o varios de los negocios en los que ambas participan. Más bien, parece que se trataba de un choque buscado por ambos en un intento de medir sus fuerzas. El lanzamiento del primer móvil de Google, el Nexus One, supuso una declaración de intenciones cristalina acerca de los planes de la empresa del gran buscador. No había lugar a dudas: el Nexus One es demasiado similar al iPhone como para mirar hacia otro lado.

Tampoco es ese el estilo de Steve Jobs, quien no dudó en recoger el guante y sin pelos en la lengua afirmó: "Google ha entrado en el mundo de la telefonía y que nadie se lleve a engaño: van a por el iPhone y no se lo permitiremos". Por si el 'recado' no estaba claro, el líder de Apple remató la faena afirmando que el eslogan de Google 'Don't be evil' (no seas malvado) era una "porquería".

Google ironiza sobre el iPad de Apple

No crean que los de Mountain View permanecen ajenos a esta guerra de declaraciones y así, Eric Schmidt, CEO de Google y cabeza visible de la compañía en el día a día (sus fundadores no se suelen prodigar en declaraciones), fue preguntado sobre el nuevo y flamante iPad. La respuesta sonó como un torpedo en la línea de flotación de Apple: "Dígame cuál es la diferencia entre un smartphone y un tablet". Esta afirmación no era gratuita: una de las principales críticas que han tenido que asumir los de Cupertino es que el iPad no es otra cosa que un iPhone de grandes dimensiones y no la revolucionaria máquina que va a cambiar nuestras vidas, tal y como fue presentada en su lanzamiento. El odio mutuo, con todo, viene de lejos: Schmidt fue miembro del consejo de Apple del que se vio forzado a renunciar el año pasado por los crecientes conflictos de intereses entre ambas compañías. Desde entonces y a medida que la competencia entre ambas corporaciones crecía, las relaciones se han deteriorado de forma exponencial.

Dos fórmulas de éxito enfrentadas hasta la muerte. Apple ha triunfado vendiendo productos de elevadísima calidad, mimando al cliente y haciéndole sentirse especial. Todo funciona con los productos de la manzana y son tan contados, como sonados, los errores o defectos de sus productos. Google no le va a la zaga: salvando las enormes diferencias de magnitud que separan a ambas empresas, la firma de Mountain View ha sabido obtener un jugoso rendimiento en una fórmula en la que todo resulta gratis para el usuario.

No hay mercado que no toque y no renuncia a nada, y es ahí donde tiene que batirse el cobre con primeras espadas, como es el caso de Apple. Ambas tienen un sembrado futuro por delante y la colisión va a ser 'planetaria' por fortuna para el expectante mercado que sólo puede salir ganando ante la pugna de dos competidores tan excepcionales.

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