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El día en que la SGAE se entere de que los internautas ya no compran discos...
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El día en que la SGAE se entere de que los internautas ya no compran discos...

Las empresas que no terminan de adaptarse a las nuevas tecnologías acaban por echar el cierre. Esto es algo que parecen ignorar las compañías audiovisuales clásicas,

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El día en que la SGAE se entere de que los internautas ya no compran discos...

Las empresas que no terminan de adaptarse a las nuevas tecnologías acaban por echar el cierre. Esto es algo que parecen ignorar las compañías audiovisuales clásicas, las mismas que arremeten contra el Peer to Peer (intercambio entre pequeños usuarios, o P2P) y buscan argucias legales para aferrarse a un negocio que, tal y como está concebido hoy día, ya no tiene sentido. Es el miedo al cambio. Pues bien, estas empresas, si no se adaptan, acabarán muriendo.

Aunque la irrupción de Internet ha supuesto un cambio en la actitud y en el comportamiento del consumidor, las empresas no parecen haberse dado cuenta de ello, especialmente las empresas audiovisuales afectadas por las descargas Peer to Peer (P2P), tanto de películas como de música. Este segmento del mercado se resiste a asumir que las nuevas generaciones ya no irán a la tienda de discos a comprar el CD o al videoclub a por el DVD.

Esta resistencia numantina está capitaneada por la Sociedad General de Autores (SGAE), que contando con la connivencia del Gobierno, ha apostado por el peligroso café para todos a través del canon. El canon penaliza la compra de determinados productos y servicios, con independencia de que el que los consuma realice descargas ilegales de material protegido. Por decirlo de alguna manera, el canon convierte en piratas a los que no lo eran. Los ‘bondadosos’ usuarios, al ver que les obligan a pagar, deciden comenzar a descargar películas y canciones sin permiso, alimentando un círculo vicioso.

En este sentido, la última iniciativa en esta batalla por poner puertas al cielo nos llega de Estados Unidos, donde han iniciado una prueba piloto para bloquear aquellos usuarios que hagan más uso de las redes P2P. Los proveedores ven justificada esta medida debido a las crecientes inversiones que se ven obligadas a llevar a cabo para mantener el ancho de banda en condiciones y que pueda atender la creciente demanda de nuevos servicios.

Perseguir las descargas P2P hoy en día es tan inútil como nadar contracorriente. Los tiempos han cambiado y la tendencia abunda más en las descargas online y la entrada de mayores medios a través del cobre o fibra óptica, como por ejemplo la televisión por IP. Los operadores y los defensores a ultranza del canon deben entender que el modelo de negocio pasará forzosamente por facturar por consumo, y no por decreto.

¿Una solución al problema? Algunos apuntan al visionario fundador de Apple, Steve Jobs, que asumió que en un futuro casi nadie compraría música en un CD sino que se la descargaría, y por ello creó la tienda iTunes, donde los usuarios pueden comprar canciones por 0,99 euros. iTunes es hoy en día una máquina de hacer dinero y, al parecer, contenta a todos: a los productores y autores que cobran por sus obras, a los clientes que pagan de buena gana por la canción descargada, y a Apple, que genera una jugosa comisión por cada transacción.

Las empresas que no terminan de adaptarse a las nuevas tecnologías acaban por echar el cierre. Esto es algo que parecen ignorar las compañías audiovisuales clásicas, las mismas que arremeten contra el Peer to Peer (intercambio entre pequeños usuarios, o P2P) y buscan argucias legales para aferrarse a un negocio que, tal y como está concebido hoy día, ya no tiene sentido. Es el miedo al cambio. Pues bien, estas empresas, si no se adaptan, acabarán muriendo.

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