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El ángel de la guarda español de los huérfanos etíopes
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lleva más de 20 años de entrega a los demás

El ángel de la guarda español de los huérfanos etíopes

Ángel Olaran ha dedicado y dedica toda su vida a la tarea de ayudar a los demás. Es un conmovedor, inspirador y extraordinario ejemplo de generosidad que merece toda nuestra atención y ayuda

Foto: El padre Ángel Olaran, junto a unos niños etíopes.
El padre Ángel Olaran, junto a unos niños etíopes.

Hace pocos meses viajé a Etiopía para conocer la depresión del Danakil, una de las zonas más remotas, duras y de belleza más desolada y extrema del planeta. Estando ya en el país y antes de emprender la expedición, tuve noticias de que en Wukro, un lugar a escasos 45 km. de Mekele, la capital de la provincia etíope de Tigray, había un misionero español que llevaba a cabo, desde hacía ya mucho tiempo, una impresionante labor de ayuda a la población menos favorecida del lugar. Me dirigí allí con Miguel, Antonio y José Luis, los tres amigos con los que viajaba, para conocer al padre Ángel Olaran y su extraordinaria obra social.

Ángel Olaran es un misionero vasco de la orden de los Padres Blancos que, después de pasar 20 años en Tanzania, viajó a esta parte de Etiopía, donde, hace otros 20 años, emprendió una ingente labor de ayuda humanitaria a los colectivos social y económicamente más desprotegidos; en especial a los niños huérfanos.

A su llegada a Tigray, el padre Ángel observó el sinnúmero de huérfanos existentes en esa parte del país. Indagó y averiguó que ello tenía su origen en múltiples causas: en los conflictos bélicos y raciales habidos en la zona; en las implacables y frecuentes sequías, y, en especial, en el sida y otras muchas enfermedades que asolaban aquellas tierras… Aunque la misión diocesana encomendada a Olaran, por sus superiores, tenía más que ver con impulsar una nueva escuela que con ninguna otra cosa, el padre Ángel no pudo quedarse al margen del drama humano que representaban los niños huérfanos y decidió ponerle solución.

Así surgió la idea de crear un revolucionario sistema de tutela y protección infantil. El padre Olaran, en lugar de internar a los niños huérfanos en orfanatos, decidió confiarlos en acogida a los parientes o familias amigas que pudiesen quedarles, encargándose su organización de costear el cuidado y asistencia de los menores. Con esta singular fórmula de acogida, el religioso español evitaba que los niños se desarraigasen de sus zonas y ambientes naturales y, al propio tiempo, conseguía que se integrasen en entornos humanos en los que poder vivir y crecer en perfecto equilibrio emocional.

Para articular y controlar este inédito mecanismo de asistencia, Ángel Olaran creó la figura de la “madre tutelar” o, lo que es lo mismo, mujeres responsables del seguimiento y vigilancia del bienestar de los niños dentro de las familias y hogares de acogida. A través del Centro de Iniciativas Solidarias y de la Escuela de María, institución creada igualmente por el padre Ángel, se garantiza, asimismo, la educación, formación y salud de todos los niños y jóvenes acogidos al programa (que, hoy en día, son más de 1.000).

Ver llegar al padre Olaran rodeado de niños que le tocan y besan sin cesar te hace pensar en esas imágenes que todos tenemos en la cabeza y que, inmediatamente, asociamos con personas santas. No en vano, en toda su área geográfica de influencia, el padre Ángel es conocido como 'abba melaku', que podríamos traducir como mi ángel santo. Ángel Olaran es, verdaderamente, un autentico ángel de la guarda para los huérfanos etíopes.

Para poder mantener sus programas de ayuda a lo largo de todos estos años, Ángel Olaran ha contado con el apoyo de distintas oenegés, como la alemana Misereor o la española Centro de Iniciativas Solidarias; pero con la llegada de la crisis, sus fuentes habituales de financiación han ido progresivamente disminuyendo, viéndose por ello obligado a desarrollar nuevas ideas o mecanismos de generación de recursos, como, por ejemplo, la creación de explotaciones agrarias o de talleres artesanos.

El padre Ángel se declara absolutamente contrario a lo banal, materialista y superfluo de las confortables sociedades occidentales, pero cuando nos ve comprando pulseras y otros objetos que están a la venta en las pequeñas tiendas de su organización, nos dice: “En este caso no me importa que seáis consumistas, porque el dinero que aquí os gastéis será en beneficio de los que más lo necesitan”. Él únicamente cree en el dinero ético y moral, el otro no le interesa. De cara a 2016, el padre Ángel nos dice que le faltan más de 100.000 euros para poder cubrir el presupuesto de gastos del año y tiene que intentar conseguirlos como sea.

Ángel Olaran ha dedicado y dedica toda su vida a la tarea de ayudar a los demás. Es un conmovedor, inspirador y extraordinario ejemplo de generosidad que merece toda nuestra atención y ayuda.

Si quieres colaborar con él, puedes hacerlo ingresando tu donativo en la cuenta que está a su nombre en:

Kutxabank, ES 6220955041151061674080.

Código Swift: BASKES2BXXX.

Hace pocos meses viajé a Etiopía para conocer la depresión del Danakil, una de las zonas más remotas, duras y de belleza más desolada y extrema del planeta. Estando ya en el país y antes de emprender la expedición, tuve noticias de que en Wukro, un lugar a escasos 45 km. de Mekele, la capital de la provincia etíope de Tigray, había un misionero español que llevaba a cabo, desde hacía ya mucho tiempo, una impresionante labor de ayuda a la población menos favorecida del lugar. Me dirigí allí con Miguel, Antonio y José Luis, los tres amigos con los que viajaba, para conocer al padre Ángel Olaran y su extraordinaria obra social.

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