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Los aficionados tienen en su mano recuperar la locomotora de la línea Barcelona-Mataró
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HACEN FALTA 31.000 EUROS PARA SU REPARACIÓN

Los aficionados tienen en su mano recuperar la locomotora de la línea Barcelona-Mataró

La réplica de la maquinaria del XIX (construida en 1948) necesita 31.000 euros para sus reparaciones. Solo las donaciones pueden volver a ponerla en funcionamiento

Foto: Réplica de la locomotora de 1848, construida 100 años después.
Réplica de la locomotora de 1848, construida 100 años después.

El 8 de octubre de 1848, 400 personas realizaron un viaje insólito: Barcelona-Mataró en 35 minutos. El ferrocarril llegaba a España a mediados del XIX de mano de los emprendedores españoles que volvían de La Habana -donde ya habían visto funcionar la primera línea en 1837- con el objetivo de mejorar el transporte de mercancías y de viajeros.

En 1948se realizó una réplica de la primera máquina que rodó en suelo español para conmemorar los 100 años de aquel extraordinario viaje.Ahora, el Museo del Ferrocarril de Cataluña -junto a varias organizaciones que componen el Grupo de Trabajo Permanente de Patrimonio del Ferrocarril- quiere recuperar esa reproducciónde la locomotora de vapor. Durante más de diez años, esta maquinaría se ponía en funcionamiento los primeros domingos de mes para disfrute de los turistas pero una avería en 2011 paró su recorrido hasta hoy.

La reproducción necesita una gran reparación que cuesta 72.000 euros para solucionar una fuga de agua y arreglar el techo de la caldera. La primera fase de esta restauración, de 41.000 euros, la pagará Renfe. La segunda, de 31.000, sólo se podrá realizar con aportaciones de empresas, personas y entidades. A finales de esta semana, el proyecto de micro-mecenazgo que se ha puesto en marcha para ello llevaba recaudados casi 6.000 euros. El plazo finaliza el 7 de diciembre a las 9.00 horas.

Tres horas para ponerla en marcha

Poner en marcha a la Mataró, como se le llama dentro del museo cariñosamente, cuesta tres horas de trabajo. Bien lo sabe Jordi Valero, jefe de maquinistas del museo y con 20 años de experiencia. Es una preparación de tres horas que Valero compara con un puchero: encender el fuego, quemar la leña, echar el carbón, esperar a que se calienten los 6 m3 de agua y observar la magia de que el vapor mueva una máquina de tales características.

Lleva dos años sin “hablar” con su locomotora y reconoce que la echa de menos. “Ella se comunica con ruidos, vibraciones y, si la conoces, sabes lo que tienes que hacer. Es un diálogo similar al que tiene el jinete con su caballo. Ella sólo hará lo que tú le indiques”, apunta este veterano maquinista que también añora compartir esa gratificante experiencia con los visitantes.

Locomotora original en la Exposición Catalana de 1877. La locomotora que se quiere recuperar es una reproducción de la primera de 1848. Una creencia popular dice que la original se destruyó cuando se cayó de un pedestal en el que se exhibió en 1877 en la Exposición Catalana. Hay fotografías de esa exposición, pero ningún documento certifica que se callera. Otros indicios apuntan a que fue olvidada en unos grandes talleres.

Lo que sí se sabe es que las cuatro locomotoras construidas en Inglaterra y que España adquirió inicialmente fueron retiradas definitivamente en 1880. Se cree que la que realizó el primer viaje Barcelona-Mataró fue apartada del recorrido antes, ya que fue expuesta al público en 1877. Todas fueron sustituidas por maquinaria más moderna y segura.

Un billete por 12 reales

La línea tenía 28 kilómetros de longitud y llegó a alcanzar los 80 kilómetros por hora, aunque hoy solo tiene permisos para circular a 50. La plantilla inicial la componían 87 personas y los primeros maquinistas eran ingleses ante la falta de experiencia de los españoles. Pero pronto fueron sustituidos por personal de la zona ante los elevados sueldos de los británicos.

La línea Barcelona-Mataró paraba en ocho estaciones y un billete en primera clase costaba 12 reales, 9 en segunda y 6 en tercera, unos precios muy por encima del poder adquisitvo de la época.

“Fue un cambio de mentalidad”

La llegada del ferrocarril significó el inicio de una época de innovación, de nuevas ideas, pero también un cambio en la sociedad. Así lo explica la directora del Museo de Ferrocarril de Cataluña, Pilar García: “La medida de desplazamiento en España a mediados del XIX era de 12 kilómetros desde su lugar de nacimiento. El ferrocarril trae consigo la posibilidad de conocer otros sitios, otras formas de hacer, otra gente; llegaba la apertura de mentalidad”.

Para la directora del museo, la Mataró supuso una revolución del conocimiento, de ahí su importancia de recuperación, de devolver a la vida parte de nuestra historia.

Entusiasta y positiva, Pilar está convencida de que la puesta en marcha de la locomotora será posible gracias a la gran cantidad de aficionados al mundo de los trenes. “Hay muchos ciudadanos que tienen un amor especial al ferrocarril y el proyecto saldrá adelante”, apunta muy segura; evita hablar de un plan B si en 28 días no consiguen recaudar los 31.000 euros necesarios.

El 8 de octubre de 1848, 400 personas realizaron un viaje insólito: Barcelona-Mataró en 35 minutos. El ferrocarril llegaba a España a mediados del XIX de mano de los emprendedores españoles que volvían de La Habana -donde ya habían visto funcionar la primera línea en 1837- con el objetivo de mejorar el transporte de mercancías y de viajeros.

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