El Papa se adapta a las costumbres españolas, pero con los Reyes habla en italiano y en alemán

Benedicto XVI, que aterrizaba esta misma mañana en Madrid para presidir las Jornadas Mundiales de la Juventud, ha sucumbido a una de las costumbres españolas más célebres y se ha echado una pequeña siesta en la Nunciatura para recuperarse del trajín de la mañana y para soportar mejor el sofocante calor de la capital.

Pero antes de retirarse a descansar el pontífice ha podido disfrutar de un sabroso menú preparado por la taberna del Alabardero, que ha comenzado con unos espárragos de Aranjuez. Según parece, el Papa había pedido previamente salmorejo pero sin ajo (ya que le repite), un capricho que hoy no se le ha concedido, pero que seguramente le será servido en otra de las comidas que haga hasta el domingo en Madrid.

Tampoco se le ha servido (ni se le servirá) marisco, dada la delicadeza de este alimento en jornadas calurosas. De segundo plato en esta primera jornada de visita el Papa ha podido saborear paletilla de cordero y para finalizar un refrescante helado de mandarina de postre. Eso sí, todo ello acompañado de agua, ya que Ratzinger no consume vino.

Tras la comida y la siesta el Papa se ha relajado con un pequeño paseo por el interior del moderno edificio de la Nunciatura, que se había cubierto con lonas para la ocasión.

Durante todo el mediodía el pontífice les ha adelantado a los presentes un resumen del discurso que esta misma tarde dirigirá a los jóvenes, en el que, al parecer, no llegará a hablar directamente de aborto pero sí se referirá a aquellos que “creyéndose dioses piensan que no tienen necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos y desearían decidir por sí solos lo que es bueno y lo que es malo, quien es digno de vivir y quién no”.

Por cierto que, si le ha explicado esto también a los Reyes, lo habrá tenido que hacer en dos idiomas diferentes ya que Benedicto se dirige a Don Juan Carlos en italiano (dada la procedencia romana del Rey)  y a Doña Sofía en alemán (ya que la madre de la Reina era prusiana y el propio Papa es alemán).