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Ciencia ficción española para evitar que un seísmo ponga en jaque a una central nuclear
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SOMETEN A LOS EQUIPOS A TERREMOTOS DE MAGNITUD SUPERIOR A 7 EN LA ESCALA RICHTER

Ciencia ficción española para evitar que un seísmo ponga en jaque a una central nuclear

Los sistemas de seguridad de Fukushima funcionaron a la perfección durante el terremoto, aunque el tsunami arrasó con todo. ¿Aguantarían las centrales japoneas un seísmo de una

Foto: Ciencia ficción española para evitar que un seísmo ponga en jaque a una central nuclear
Ciencia ficción española para evitar que un seísmo ponga en jaque a una central nuclear

Los sistemas de seguridad de Fukushima funcionaron a la perfección durante el terremoto, aunque el tsunami arrasó con todo. ¿Aguantarían las centrales japoneas un seísmo de una magnitud superior? ¿Soportarían las plantas nucleares españolas un terremoto como el de Sendai?

Juan Antonio Pérez es ingeniero industrial responsable del Virlab, un laboratorio 100% español situado en Asteasu (Guipúzcoa) que hace ensayos de cualificación sísmica para componentes que se utilizan en las centrales nucleares y que es el único laboratorio nacional homologado por el Grupo de Garantía de Calidad de Propietarios de Centrales Nucleares Españolas.  En su laboratorio lo testan todo. Desde un relé del tamaño de una caja de cerillas a un transformador eléctrico de siete toneladas. Exponen a los equipos a una situación sísmica determinada para comprobar que superan la prueba y la respuesta que tienen. “Nuestra máxima es que vale más un ensayo que mil opiniones”, asegura Pérez.

La esperanza de vida de una central nuclear supera los 40 años, lo que obliga a Pérez y su equipo a realizar varias pruebas para cerciorarse de que los equipos de clases sísmica (equipos que tienen que garantizar la parada de emergencia del reactor, el aislamiento del edificio de contención, el enfriamiento del núcleo del reactor, la extracción de calor así como evitar que pueda haber fugas de radioactividad al exterior) puede estar operativo durante toda la vida útil de la planta: “Sometemos a cada componente a cinco terremotos de una magnitud baja para deteriorarlos y simular el paso del tiempo por ellos. Luego los exponemos a un seísmo de magnitud superior 7 en la escala Richter y 0,5G para comprobar que lo resisten y que los sistemas entran correctamente en una fase de parado”.

En el laboratorio de VIRLAB se realizan ensayos de vibraciones para cerciorarse de que los equipos de clase sísmica  pueden estar operativos durante toda la vida útil de la planta: “Sometemos a estos equipos a cinco terremotos de nivel medio para envejecerlos sísmicamente y simular el paso del tiempo por ellos, nivel para el cual la central está diseñada para funcionar sin necesidad de que se tenga que parar.” Luego los exponemos al nivel máximo para el cual está diseñada la central, de manera que si se presenta este sismo estos equipos tiene que garantizar la parada segura de la misma”.

El proceso es muy complejo. Cuando se produce un seísmo de una gran intensidad los sensores de la planta indican a los sistemas que entrenen una fase de parada segura (Safe shutdownearth quake). Desde entonces la central nuclear deja de funciona y se pone en marcha un sistema de enfriamiento de los reactores: “Esto es algo fundamental. Dejar parada una central no escomo apagar el contacto de un coche”.

Si por algún motivo la central no tiene energía para poder enfriar sus reactores, cuenta con una fuente de energía auxiliar -Grupos Electrógenos de Emergencia- que está preparada para cumplir con esta misión. De fallar este sistema, la planta dispone de una serie de baterías de emergencia que podrían realizar esa función mientras se restablece el suministro eléctrico.

Esos test son una medida de seguridad obligatoria para todos los equipos que se instalen en cualquier central nuclear, aunque el nivel de exigencia depende siempre de la ubicación geográfica y geológica en la que se encuentre la central nuclear: “No son los mismos requerimientos para una central situada al norte de España donde la actividad sísmica es muy baja, que en un país tan propenso a los terremotos como Japón”.

El desastre de Fukushima no fue consecuencia directa del terremoto: “En el caso de Japón las centrales nucleares soportaron el terremoto y entraron correctamente en fase de parada segura, pero con lo que no contaron era con el tsunami. La gran ola acabó acabó inundando las instalaciones y probablemente provocó que los Grupos Electrógenos de Emergencia dejasen de funcionar. Las baterías de emergencia, de haberse salvado del desastre, estarían funcionando hasta que se quedaron sin batería”.

Ese día todos los sistemas de seguridad de Fukushima no sólo funcionaron sin problemas, sino que en el resto de plantas de Japón que también se vieron afectadas por el terremoto de Sendai también entraron en fase deparada y posteriormente volvieron a funcionar con total normalidad: “El verdadero culpable fue el tsunami. Prueba de ello es que la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa soportó un terremoto en el año 2007 que tuvo magnitud 7 en la escala Richter y un epicentro situado tan sólo a 16 kilómetros. Ese día todos los sistemas de seguridad de esa planta también funcionaron a la perfección”.

Pérez considera que el principal problema de la central de Fukushima es su ubicación, no sus condiciones de seguridad: “Lo que no se puede hacer es construir una central nuclear cerca del mar en una zona sísmica donde la planta se puede exponer a elementos tan imprevisibles y devastadores como un tsunami. Para mí ha sido el principal fallo. Pese a todo, las centrales nucleares son seguras”.

Un laboratorio quecomienza en pleno apogeo nuclear

Los orígenes del Virlab se remontan al año 1976 cuando la empresa Urbar decide ampliar su modelo negocio creando un laboratorio específico de test vibratorios para equipos de centrarles nucleares. Era un tiempo de pleno apogeo de la energía nuclear en España. La entrada en funcionamiento de las plantas de Almaraz (Cáceres), Ascó (Tarragona), Cofrentes (Valencia) o Valdecaballeros (Badajoz) auguraban un futuro próspero para este tipo de energía.

Sin embargo, la entrada en vigor en 1984 de la moratoria nuclear por la que paralizaron y suspendieron las obras de cinco reactores nucleares, y el posterior accidente el Chernóbil dos años después, provocaron un rechazo popular a esta energía y obligó a Virlab a evolucionar su modelo de negocio a otros sectores como el sector ferroviario o el eólico.

Pérez cree que el accidente en Fukushima supondrá un punto de inflexión en la energía nuclear y provocará que los organismos internacionales estudien a fondo lo ocurrido en Sendai y realicen informes detallados que finalmente acabarán traduciéndose en nuevas obligaciones para las plantas nucleares, especialmente en lo referente al revestimiento y los sistemas de seguridad.

Los sistemas de seguridad de Fukushima funcionaron a la perfección durante el terremoto, aunque el tsunami arrasó con todo. ¿Aguantarían las centrales japoneas un seísmo de una magnitud superior? ¿Soportarían las plantas nucleares españolas un terremoto como el de Sendai?