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Puerto Hurraco y Casas Viejas… Dos formas muy distintas de sobrevivir a la tragedia
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PASADO, PRESENTE Y FUETURO DE LOS PUEBLOS MALDITOS

Puerto Hurraco y Casas Viejas… Dos formas muy distintas de sobrevivir a la tragedia

No debería haber aparecido en los periódicos hasta el próximo 26 de agosto, cuando la matanza de Puerto Hurraco cumplirá veinte años, pero todo se adelantó

Foto: Puerto Hurraco y Casas Viejas… Dos formas muy distintas de sobrevivir a la tragedia
Puerto Hurraco y Casas Viejas… Dos formas muy distintas de sobrevivir a la tragedia

No debería haber aparecido en los periódicos hasta el próximo 26 de agosto, cuando la matanza de Puerto Hurraco cumplirá veinte años, pero todo se adelantó cuatro meses. Fue otra vez un Izquierdo, Antonio, el único de los protagonistas de la masacre que seguía con vida, quien devolvió a este tranquilo pueblo de Badajoz a los medios de comunicación tras quitarse la vida en la prisión en la que cumplía condena. De nuevo volvieron los medios. Los habitantes de Puerto Hurraco lamentan que sólo se les preguntan por su pasado, nunca por su presente. Esto mismo le ocurre a otra pequeña localidad de Cádiz, Benalup, pero con una sutil diferencia: aquí se han propuesto que lo ocurrido no se olvide y que los sucesos de Casas Viejas permanezcan para siempre en el recuerdo.

Puerto Hurraco entero duerme la siesta un lunes de mayo. El único bar de la localidad está cerrado, no hay niños que jueguen ni ancianos que paseen. Se respira en el aire que los foráneos no son bien recibidos. Los que se asoman por la rendija, cierran la puerta a los periodistas, “porque sólo vienen aquí para airear los trapos sucios”. El minúsculo pueblo está formado por unas 50 casas y, quién más, quién menos, padeció de cerca los sucesos que terminaron con la vida de nueve personas.

Sólo a los que no "buscan trapichear" con la sangre que corrió aquel día por la calle Carrera, la única del pueblo, se les cuenta lo que allí sucedió. Una señora de unos setenta relata los hechos como si hubiera acontecido el verano pasado. Ella no recuerda el infierno de los días posteriores porque estuvo hospitalizada durante tres semanas. Fue una de las víctimas de la cacería de los Izquierdo. “Yo entiendo a la Mari Carmen, que enterró a sus dos hermanas y ella se salvó por los pelos… ¿Cómo va a poder perdonar a esos sinvergüenzas, aunque se estén pudriendo todos en su tumba? Es tan grande el dolor que lleva dentro la pobre, que aunque no lo saque lo tiene ahí, lo tiene todo ahí dentro”, balbucea, tocándose el corazón con el puño cerrado.

Las gentes del pueblo han creado páginas en Internet para contrarrestar el aluvión de noticias que recuerdan constantemente la masacre. Maxi, el párroco, habla amablemente con la prensa, pero del presente o del futuro de Puerto Hurraco. No mira hacia atrás. Cuando se escucha al padre, uno tiene la sensación de que el pueblo se refugió en la solidaridad para cicatrizar la herida. “¿Por qué ningún medio de comunicación habla de que en 2006 recogimos casi 2.000 kilos de aceitunas para un fin solidario?", se queja.  En 2007 recabaron casi 5.000 kilos destinados a paliar la situación de los más desfavorecidos de Bolivia, Perú y Ecuador, una labor en la que participaron voluntarios españoles y de otros países. Gafas, libros, dinero… Cualquier campaña es buena si se trata de ayudar a los demás. Sin embargo, por más que le pese al párroco, al googlear “Puerto Hurraco y solidaridad” apenas un par de informaciones conducen a la ONG de la localidad. "Matanza y Puerto Hurraco" tiene más de 7.300 entradas. Las manchas de sangre son las que más cuesta limpiar.

La importancia de la culpa

Jesús Miranda, director del Máster de Emergencias y Catástrofes de la Universidad de Málaga, enseña a sus alumnos cómo controlar el sufrimiento intenso, la sinrazón moral y el odio contenido. En primer lugar, Miranda diferencia entre los crímenes donde los culpables pagan por sus actos y los que no. “Puerto Hurraco ya descansa tranquilo porque todos los asesinos están enterrados. Es imposible cicatrizar cuando el cadáver de la víctima no aparece", asegura.

Tampoco es bueno no recordar, callar e intentar olvidar. “A veces es mejor que los medios de comunicación hablen de lo que ocurrió, siempre y cuando el objetivo sea no volver a caer en el mismo error”, dice. La herida, por más que cicatrice, seguirá doliendo, aunque cada vez menos. “Tienen que llegar nuevas generaciones que no hayan vivido en sus propias carnes los hechos para que, al recordar la tragedia, no duela”, asegura el psicólogo.   

Es el caso de Benalup; más conocido como Casas Viejas. Ya han pasado 77 años de la masacre, y los habitantes son hijos o nietos de las víctimas de lo sucedido. Los que lo vivieron en primera persona están en su mayoría descansando en paz en Mauntauban (norte de Toulouse) o simplemente desaparecidos. Aquí nadie habla ya de dolor; se habla de memoria histórica.


Las fuerzas de orden público frente la casa del anarquista de la F.A.I. conocido como “Seisdedos" (FCV)

Del oscurantismo a la memoria histórica

“Durante la guerra y el Franquismo se trató de ocultar. Casas Viejas no era un municipio independiente, por lo que no había manera de actuar. Era algo guardado en la memoria, un tema tabú”, explican fuentes del ayuntamiento. Lo sucedido quedó en la memoria colectiva, y pasó de padres a hijos. El Gobierno de la II República ajustició cruelmente el levantamiento de un pueblo que se declaró anarquista. Y aunque los hechos provocaron la mayor crisis del Gobierno de Manuel Azaña, durante la dictadura tampoco hubo tiempo para el recuerdo de los sucesos.

Durante la transición tuvo lugar un movimiento segregacionista, gracias al cual Benalup consiguió su independencia en 1991 (antes adscrito como un barrio a Medina-Sidonia). Fue entonces cuando comenzaron las labores de recuerdo. Se creó la Fundación Casas Viejas 1933, conformada por políticos, historiadores y expertos, erigida en la zona donde se produjo la matanza. El edificio, terminado aunque todavía no inaugurado, es colindante al polémico hotel Utopía, cuyos cimientos coinciden con la estructura de la cabaña que fue incendiada durante la Guerra con todos los anarquistas dentro.

Después de años de silencio, el objetivo aqui es "no olvidar". “Ha habido muestras fotográficas, exposiciones… Es cierto que alguna vez se ha sugerido en la prensa que lo que aquí se hace es negocio con lo ocurrido, pero eso son efectos secundarios inevitables, aún hay mucha gente viva, hijos y nietos", explican las mismas fuentes.

No debería haber aparecido en los periódicos hasta el próximo 26 de agosto, cuando la matanza de Puerto Hurraco cumplirá veinte años, pero todo se adelantó cuatro meses. Fue otra vez un Izquierdo, Antonio, el único de los protagonistas de la masacre que seguía con vida, quien devolvió a este tranquilo pueblo de Badajoz a los medios de comunicación tras quitarse la vida en la prisión en la que cumplía condena. De nuevo volvieron los medios. Los habitantes de Puerto Hurraco lamentan que sólo se les preguntan por su pasado, nunca por su presente. Esto mismo le ocurre a otra pequeña localidad de Cádiz, Benalup, pero con una sutil diferencia: aquí se han propuesto que lo ocurrido no se olvide y que los sucesos de Casas Viejas permanezcan para siempre en el recuerdo.