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El padre de José Tomás: “Ya bromea. Tendrán que sujetarle para que siga en el hospital”
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NO ES CONSCIENTE DE LA GRAVEDAD DE LA CORNADA

El padre de José Tomás: “Ya bromea. Tendrán que sujetarle para que siga en el hospital”

“Dios existe y la recuperación de José Tomás ha sido un milagro acompañado de un equipo médico prodigioso”, asegura su padre, con lágrimas contenidas, tras hablar

Foto: El padre de José Tomás: “Ya bromea. Tendrán que sujetarle para que siga en el hospital”
El padre de José Tomás: “Ya bromea. Tendrán que sujetarle para que siga en el hospital”

“Dios existe y la recuperación de José Tomás ha sido un milagro acompañado de un equipo médico prodigioso”, asegura su padre, con lágrimas contenidas, tras hablar con él en la UVI del Hospital Miguel Hidalgo de Aguascalientes (México), donde se recupera a una velocidad sorprendente de la grave cornada sufrida el sábado, y hasta bromea. “Tendrán que sujetarle en el hospital”, comenta Tomás Román en el centro médico.

 

Su buen estado ha hecho que le retiren completamente la sedación y la ventilación asistida. Apenas le quitaron la intubación intentó hablar, pero como le molestaba la garganta pidió bolígrafo y papel para intentar comunicarse. “Dibujó un garabato que nadie entendió y todos nos reímos”, dice un padre orgulloso a quien le produce una “sensación extraña” recordar la “situación dantesca” con la que se encontró en la enfermería de la Monumental de San Marcos, en la que una operación sin anestesia le salvó la vida.

Tomás Román estaba en el coso cuando Navegante empitonó a su hijo y le produjo una herida de entre 15 y 17 centímetros que le destrozó la femoral, la ilíaca y la safena. Fue detrás del reguero de sangre que dejó en el callejón, aún visible, en el camino en la enfermería. La cornada más grave de su trayectoria profesional, la que le puso al borde de la muerte, hace que su padre piense en pedirle que se retire; pero lo descarta porque “hace lo que le gusta y está donde está”.

Tanto él como su hijo saben que es una profesión “con riesgo y muy dura”, pero su progenitor es consciente de que cuando vuelva a los ruedos “seguirá siendo el mismo”, el que pisa un lugar vetado para otros frente a los astados, el que arranca olés e interjecciones de miedo y admiración.

No es consciente de la gravedad de la cogida

El diestro de Galapagar no es consciente de la gravedad de lo ocurrido y, cuando pudo hablar, preguntó dónde se encontraba. Entre las primeras cosas que preguntó fue si su madre -que ha venido a verlo desde España- y su novia estaban al tanto de su percance. Tanto su padre como su apoderado, Salvador Boix, y los médicos que le atienden coinciden en destacar su buen estado de ánimo. “Este torero no dejará de sorprenderme nunca”, dijo su representante.

La felicidad es patente en los rostros de doctores, familiares, amigos y compañeros del mundo taurino, que no han abandonado el hospital. “Hemos pasado de una situación dramática a otra de alegría: la de oírle, ver su buen semblante”, comenta su padre, quien también ha agradecido las muestras de cariño recibidas tanto en México como en España porque “que le quieran así es una satisfacción”. De hecho, cree que se quedará en Aguascalientes durante la convalecencia.

Emocionado describe a José Tomás como un hijo “fenomenal” y un torero que “tiene muy claro lo que quiere y ama mucho su profesión, es muy serio en eso” y recuerda que México le ha dado a su hijo “lo más grande y lo más pequeño”, ya que en este país -donde el mundo taurino lo admira y adora- se formó como diestro y también sufrió graves cornadas. Ahora que por las transfusiones de plasma recibidas tiene más sangre mexicana que española en sus venas, Tomás Román señala que es “gratificante que tenga la sangre de un pueblo que se entrega tanto”.

“Si hace 24 horas nos dicen que hoy estaríamos así, no nos lo creemos”, dice Salvador Boix. Los médicos también están sorprendidos por una evolución “muy satisfactoria” en la que, aunque su estado es aún delicado y todavía no se han extinguido los riesgos de una infección, la mejor muestra de su mejoría es que habla, respira por sí solo, bromea y tiene “muy buen estado de ánimo, lo más importante para un paciente”, según su médico personal, Rogelio Pérez.

Tiene “recuerdos vagos” de la cornada, de su traslado a la enfermería y de la plaza y de algunos momentos en ella -donde sufrió un shock hipovolémico por la pérdida de sangre- pero no es consciente de haber vivido el percance más duro y difícil de su carrera “y es deseable que así sea” porque facilita su recuperación psicológica, dice su doctor.

Todos reconocen que el torero está hecho de otra pasta, que es una persona acostumbrada a sufrir y a vivir situaciones de estrés que lo entrenan para enfrentarse a momentos como éste. Nadie más podría pasar de un “alto riesgo de muerte”, como recuerda el intensivista Juan Ramírez, a un estado “delicado” en tan poco tiempo.

Este lunes probará los primeros alimentos sólidos desde el sábado, seguirá hablando con sus familiares y amigos “en espacios cortos de tiempo” y, mientras en ellos los rostros de miedo se han tornado en amplias sonrisas, el diestro, “si tiene alguna preocupación, no la manifiesta”.

“Dios existe y la recuperación de José Tomás ha sido un milagro acompañado de un equipo médico prodigioso”, asegura su padre, con lágrimas contenidas, tras hablar con él en la UVI del Hospital Miguel Hidalgo de Aguascalientes (México), donde se recupera a una velocidad sorprendente de la grave cornada sufrida el sábado, y hasta bromea. “Tendrán que sujetarle en el hospital”, comenta Tomás Román en el centro médico.

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