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España y Kosovo: baile diplomático sin banderas ni cargos para sentarles juntos
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PRIMER ENCUENTRO A ALTO NIVEL

España y Kosovo: baile diplomático sin banderas ni cargos para sentarles juntos

El Gobierno español siempre se ha opuesto a tratar con Kosovo al más alto nivel por los paralelismos con Cataluña. Por primera vez España participará en un encuentro con el líder kosovar

Foto: Sánchez llegando a una cumbre europea. (EFE)
Sánchez llegando a una cumbre europea. (EFE)

Hace solo unos meses, en septiembre, Josep Borrell, en su última reunión como ministro español antes de convertirse en Alto Representante, se levantó de la mesa de un encuentro de ministros de Exteriores de la UE celebrado en Helsinki. ¿La razón? Kosovo había entrado en la sala. Aquel gesto levantó críticas en muchas capitales y mostró las enormes diferencias entre la dura postura española y la de la mayoría del resto de socios españoles.

La posición española en los Balcanes se volvió tremendamente incómoda en 2008, cuando Kosovo declaró la independencia unilateral respecto a Serbia. Desde entonces España ha apoyado plenamente a Belgrado junto a otros cuatro países europeos: Rumanía, Grecia, Chipre y Eslovaquia. Pero ninguno ha sido tan duro y tan claro como los distintos gobiernos españoles, que temían que se creen paralelismos con Cataluña.

En la cumbre dedicada a los Balcanes en Sofía, celebrada en mayo de 2018, Mariano Rajoy se negó a participar en la sesión en la que se unía Kosovo. Había muchas razones. Al entonces presidente del Gobierno le podía poner en una situación incómoda una foto junto al líder kosovar solo unos meses después del 1 de octubre y las referencias al territorio como un Estado.

placeholder Mariano Rajoy durante la cumbre de los Balcanes en mayo de 2018. (EFE)
Mariano Rajoy durante la cumbre de los Balcanes en mayo de 2018. (EFE)

Fuentes diplomáticas indican que la postura española no ha cambiado en nada: Madrid sigue oponiéndose al reconocimiento de Kosovo, y apoya completamente a Serbia en su pulso. Pero el coronavirus ha brindado una ventana de oportunidad a España, y gracias a que las reuniones de la UE se están celebrando por teleconferencia debido a la pandemia, se ha logrado alcanzar una fórmula para que España y Kosovo se sienten por primera vez en la misma mesa en una cumbre UE – Balcanes Occidentales que se celebra este miércoles.

En persona, con una cumbre celebrada en Zagreb como estaba previsto, esta fórmula habría sido mucho más complicada. La participación de Pedro Sánchez en el encuentro ha venido precedida de un baile diplomático con el Consejo Europeo y la presidencia rotatoria ahora en manos de Croacia, que han hecho todo lo que han podido para asegurar que todo el mundo estaba a bordo, y el más difícil de convencer, en este caso, era el Gobierno español.

En el encuentro no habrá banderas ni símbolos detrás de los líderes que participarán en la vídeollamada, y para evitar ningún tipo de reconocimiento implícito, ni siquiera se mencionará los títulos de los líderes, solamente se les referirá por sus nombres. También se han evitado cualquier referencia a la ampliación hacia los Balcanes y cualquier otro elemento que podía incomodar a España.

Foto: Alberto García Rojas, durante el viaje a Kosovo.

El Gobierno se opone frontalmente a cualquier intento por el que Kosovo intenta mimetizarse con el entorno, entrando en instituciones, en procedimientos o en concursos en los que participan el resto de países europeos. Un ejemplo es la UEFA, donde la selección de Kosovo participa y que da dolores de cabeza a las federaciones de los países que no reconocen su independencia. Serbia no cuenta con otro apoyo tan contundente como el español, que no quiere sentar el precedennte de que una declaración unilateral de independencia pueda ser un ticket para el reconocimiento internacional, mirando de reojo a la Generalitat.

Pero si bien para nada ha cambiado el objetivo de España ni cuáles son sus condiciones para que Madrid reconozca a Kosovo, sí es cierto que ha habido un cierto cambio en la actitud del Gobierno, asumiendo un rol más activo en la defensa de su genda, y la mayor demostración es el hecho de que, con todas las precauciones diplomáticas que se puedan haber requerido, por primera vez un presidente del Gobierno va a participar en un encuentro en el que está su homólogo kosovar.

placeholder Bandera de Kosovo durante una manifetación. (Reuters)
Bandera de Kosovo durante una manifetación. (Reuters)

España insiste en la necesidad de centrar todos los esfuerzos en el diálogo entre Prístina y Belgrado: sólo por esa vía va el Ejecutivo español a reconocer en algún momento a Kosovo. Pero la postura española ha ido siendo más activa en los últimos tiempos, aunque no haya habido un cambio en los fundamentos. Cuando Serbia llegue a un acuerdo con Kosovo, España estará de acuerdo con ello. "No vamos a ser más papistas que el papa" es una de las frases más repetidas en Ministerio de Exteriores españoles.

En febrero fuentes diplomáticas ya explicaban que el asunto era una “chinita en el zapato” de España, que da mucha importancia a la región, con fuerte lazos con algunos de los países. La posición española respecto a Kosovo es un distorsionador para el papel que el Gobierno tiene que jugar en una zona que se va haciendo cada vez más relevante a medida que los países van acercándose cada vez más a una UE que tiene que alejarles de la influencia Rusa y China.

Hace solo unos meses, en septiembre, Josep Borrell, en su última reunión como ministro español antes de convertirse en Alto Representante, se levantó de la mesa de un encuentro de ministros de Exteriores de la UE celebrado en Helsinki. ¿La razón? Kosovo había entrado en la sala. Aquel gesto levantó críticas en muchas capitales y mostró las enormes diferencias entre la dura postura española y la de la mayoría del resto de socios españoles.

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