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La loca historia de la misión comercial de diez empresas manchegas en Kosovo
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la picaresca que engañó a un país entero

La loca historia de la misión comercial de diez empresas manchegas en Kosovo

Una consultora a nombre de un testaferro rumano organizó un viaje de negocios a Kosovo avalado por el instituto de comercio de Castillla La Mancha. Las empresas volvieron escandalizadas

Foto: Alberto García Rojas, durante el viaje a Kosovo.
Alberto García Rojas, durante el viaje a Kosovo.

Hay un acuario en la entrada de la oficina: con agua, adornos e iluminación. Lo que no hay es ni un solo pez nadando dentro. “Cualquiera puede poner una pecera con peces, pero sólo yo tengo una sin peces”, dice Alberto García Rojas, cara visible y único trabajador de AGR Opening Markets, empresa que se presenta en su web como consultora internacional con sedes en "Europa, USA, Rusia, Balcanes, África y toda LATAM" aunque su única oficina es un semisótano de Madrid: cuatro habitaciones pobremente decoradas y un pasillo sin ventanas. En octubre del año pasado organizó una misión comercial de tres días a Kosovo con el propósito de abrir por fin mercado en uno de los territorios más complicados de Europa. Un viaje descrito por sus participantes como un inaudito ejercicio de picaresca que contó con el aval del Instituto de Promoción Exterior de Castilla-La Mancha (IPEX).

La misión empezó con expectativas muy altas y acabó como el rosario de la aurora, con desplantes, insultos y bufidos en los pasillos del hotel. Los representantes españoles (una decena de empresas, la mayoría procedentes de Castilla-La Mancha) se sintieron engañados, acabaron negándose a participar en las reuniones y dejaron el tema en manos de sus asesorías jurídicas. En el lado kosovar tuvieron una sensación parecida, según confirma Agim Shahini, presidente de la Alianza de Empresarios Kosovares (AKB). Todos culpan a la misma persona: García Rojas, de quien hablan con diferentes grados de enfado pero abonando invariablemente el relato con multitud de adjetivos.

Vivimos una experiencia inenarrable, la cosa más esperpéntica que he visto después de muchos años viajando por el mundo

AGR cobró a las empresas (todas pequeñas y medianas, como Yowas, Prilux o Tecnove) una media de 3.000 euros, más el billete de avión y el hotel de cinco estrellas (el Swiss, uno de los más caros de Pristina). A la mayoría se les ofreció continuar si accedían a pagar una asesoría extendida de decenas de miles de euros, una propuesta redactada en emails en los que se habla de negocios legendarios con socios "saturados de trabajo" que facturan millones de euros en Kosovo y que estarían "encantados de subcontratar" a empresas de Castilla-La Mancha.

“Lejos de todo eso, lo que vivimos fue una experiencia inenarrable, la cosa más esperpéntica que he visto después de muchos años viajando por el mundo. Rojas nos prometió que íbamos allí a vender nuestros productos. Para que te hagas una idea, a mí me llamó un día antes y me habló de un contrato de diez millones de euros, una fantasmada que ya me puso en alerta porque ni siquiera sabía lo que había en mi catálogo”, explica uno de los participantes.

"Nada más llegar”, prosigue otro de los miembros de la delegación, “nos dimos cuenta de que a los kosovares les habían dicho que éramos empresarios de altísimo nivel y que íbamos a invertir mucho dinero allí e influir en España para reconocer su independencia. Es decir, ellos creían que íbamos a comprar y hacer política; y nosotros creíamos que íbamos a vender. Aquello no podía salir bien. A esos tipos les habían dicho que venía el Ibex con el talonario y aparecen unas Pymes de Castilla-La Mancha", resumen. Los medios kosovares retrataron la visita como la punta de lanza de una iniciativa para propiciar el reconocimiento de la independencia de Kosovo, algo que sólo existió en la cabeza de García Rojas y sus colaboradores. Uno de los miembros de la comitiva acabó en la televisión pública respondiendo a preguntas sobre si Madrid iba a tender puentes diplomáticos con Pristina.

placeholder Alberto García Rojas, durante la misión comercial.
Alberto García Rojas, durante la misión comercial.

¿Quién es AGR?

En su despacho, frente a una bandera de Kosovo, otra de Panamá y otra de España, García Rojas pide que introduzcamos los teléfonos móviles en una funda inhibidora antes de empezar. En su web asegura disponer de un equipo que "responde en una media de 3 idiomas por persona", pero en la oficina no trabaja nadie. Agita varias carpetas con informes técnicos y admite que, quizá, el viaje no salió como a él le hubiese gustado. Culpa de todo a las empresas españolas, a quienes acusa de no haber sabido aprovechar la oportunidad, de ser una "panda de niñatos" y de haber dejado "el nombre de España por los suelos". Después alarga la mano con lo que parece una demanda interpuesta en un juzgado de Madrid contra uno de ellos, al que acusa de revelación de secretos, injurias y daño al honor.

placeholder La delegación de 'empresarios' kosovares que reunió Rojas. (EC)
La delegación de 'empresarios' kosovares que reunió Rojas. (EC)

Es difícil seguir las explicaciones de García Rojas, que se define como un “mercenario de los negocios” dispuesto a "reventar consejos de administración para sus clientes" cuando se lo piden, que dice haber organizado “más de 4.000 agendas de negocios en menos de 15 años” (lo que supondría 266 al año de media) aunque se resiste a aportar pruebas documentales sólidas o algún ejemplo concreto. Habla de sí mismo como un hombre con contactos políticos a altísimo nivel por todo el mundo, a quién las élites de Latinoamérica tratan como a un hermano y que además está especializado en países difíciles.

Se atribuye cosas que nunca han ocurrido, como un papel protagonista en la construcción de dos fábricas en Damasco en plena guerra siria. Interrogado sobre el tamaño de AGR, admite que no tiene empleados “en estos momentos” y que, en general, prefiere trabajar con colaboradores y becarios, sin contratos fijos. "No soy muy partidario del régimen general", concluye. Después nos enseña los planos de una supuesta oficina comercial de muchos metros cuadrados que estaría preparando en Kosovo.

Aunque ha pasado buena parte de su vida en el extranjero, hay un largo rastro de las actividades de García Rojas en España

Los participantes en el viaje comercial siguen indignándose cuando se acuerdan de lo sucedido. Narran por ejemplo la escena vivida con el ministro de Comercio kosovar, Endrit Shala, que les atendió unos minutos. “Se dirigió a nosotros como inversores y nos habló de las condiciones fiscales, de la mano de obra tan barata… Nos pidió que influyésemos en nuestro gobierno al regresar para que en Madrid acepten de una vez la independencia de Kosovo. Les habían vendido que éramos gente con ese nivel de influencia. Salimos de ahí con un mosqueo tremendo. Alguien nos estaba tomando el pelo”. La prensa kosovar, incluida la televisión estatal, habló largo y tendido del tema.

Algunos de los presentes lo narran como un sainete y otros como una historia de terror, en la que hubo quien llegó a pasar miedo. “Fue increíble. El segundo día nos metieron en un restaurante, en una mesa con un montón de gente, y empezaron a pedir botellas de vino caro como si fuese agua. Aquello no tenía ningún sentido. La gente comía y bebía, pero no se hablaba de negocios. Después, cuando acabó la cena, nos dijeron que teníamos que pagar nosotros la cuenta, que en Kosovo es la costumbre. Nos sentimos estafados y humillados. He estado en cientos de encuentros comerciales por todo el mundo y no había visto nunca una cosa parecida”.

placeholder Una imagen de la capital de Kosovo. (Reuters)
Una imagen de la capital de Kosovo. (Reuters)

Testaferros y semisótanos

Meses después del viaje, las empresas que participaron están recibiendo notificaciones de la Seguridad Social en las que se les solicita que, ante cualquier pago pendiente a AGR Opening Markets, hagan llegar la suma a la Tesorería para saldar deudas. Aunque dice que ha pasado buena parte de su vida en el extranjero, hay un largo rastro de las actividades de García Rojas en la administración española. En documentos oficiales aparece citado a declarar en varios juicios (al menos uno por impago), en relación a embargos, a sanciones de Hacienda, liquidaciones, concursos de acreedores… Está vinculado a unas 20 empresas de lo más variopinto, casi todas inactivas y varias con sede en un chalet de Majadahonda (Madrid).

Las dos únicas que parecen en funcionamiento son la propia AGR Global Markets y B2Company Health, una consultora de sanidad. Ambas tienen como administrador único a un tal Poienar Tudor Romica, un ciudadano rumano que vivió algún tiempo en España y que, según el propio Rojas, está de vuelta en su país. En algunos documentos, el domicilio habitual de Tudor es la propia oficina de García Rojas, un descuidado semisótano con cuatro habitaciones convertidas en despachos en el centro de Madrid, cerca del Hospital de la Milagrosa.

Nos llevaron a un pueblo perdido y vino a por nosotros un autobús ruinoso, una especie de furgoneta destrozada

El último día del viaje, los empresarios españoles se plantaron. “Nos llevaron a un pueblo perdido y vino a por nosotros un autobús ruinoso, una especie de furgoneta carcomida. Nos negamos a subir y acabaron trayendo otro. Cuando por fin llegamos al sitio, en lugar de los 200 empresarios que nos habían prometido, había unas 40 personas en un aula, la mayoría estudiantes. Nos dieron cinco minutos para las reuniones, no sacaron a toda velocidad y nos intentaron llevar a comer con el alcalde de aquel sitio, seguro que pagando nosotros otra vez, claro. Ahí dijimos que basta, que queríamos volver al hotel y al día siguiente a casa. Rojas nos fue llamando uno por uno para decirnos que habíamos perdido cerrar negocios millonarios por la falta de respeto. Después nos envió correos electrónicos amenazantes”.

Sólo uno de los participantes, el representante de la empresa más pequeña -Casquerías Óscar- se muestra satisfecho con la visita y asegura que está aún en tratos con AGR Opening Markets para comprar carne a distribuidores kosovares y vender en España. “Yo nunca había estado en una misión comercial fuera de España y me pareció muy interesante. Alberto me está ayudando a traer muestras de carrillera y lengua que tienen precios interesantes y que podríamos empezar a importar”, asegura Óscar Méndez, representante de la casquería, en el despacho de García Rojas.

Quedamos a cenar y me pidieron que les montase una agenda en dos horas

Agim Shahini, presidente de la Alianza de Empresarios Kosovares (AKB), fue el encargado de montar los encuentros. Dice que conoce a Alberto García Rojas desde hace al menos tres años por socios comunes y lo describe como "una persona que toma iniciativas, pero no sabe cómo sacar adelante sus ideas". “Es verdad que lo organizamos nosotros, pero tuvimos muy poco margen porque nos enteramos de que venían la noche antes. Algunos incluso ya estaban en Pristina cuando nos informaron”, se queja. “Quedamos a cenar y me pidieron que les montase una agenda en dos horas. Pidieron llevar a la delegación a nuestras oficinas, conocer a algún ministro, tener encuentros cara a cara con gente y alguna recepción oficial. Hicimos lo que pudimos”. Se enteraron sobre la marcha, asegura Shahini, de que los empresarios habían pagado una cantidad de dinero por el viaje y que no tenía nada que ver con lo que les habían prometido. García Rojas, por el contrario, le culpa a él de los problemas organizativos y amenaza con demandarle.

Varias de las empresas que participaron en el viaje creen que lo más grave es que una organización pública como el IPEX avalase la misión comercial. Fernando Laviña, su presidente, insiste en que no tiene ninguna relación personal con García Rojas y que confió en AGR Opening Markets porque presentaba “referencias homologables”, sin aclarar cuáles. “Kosovo es un mercado con potencial por los fondos europeos de reconstrucción. Hay mucho movimiento y poca gente operando allí. Es un mercado complejo, con alcaldes y autoridades políticas a las que hay que conocer. En un sitio así, la figura del consultor es complicada de valorar”, se justifica. A su juicio, la misión se realizó y los contactos comerciales se establecieron “aunque no fuesen perfectos”. Tanto él como García Rojas subrayan que a todas las empresas se les ha invitado a volver sin costes. “Trabajamos con muchos consultores. Hacemos más de 130 acciones al año y es normal que alguna no salga perfecta”, comenta Laviña.

García Rojas repite muchas veces que su empresa "no es de servicios, sino servicial" y lamenta la falta de visión del empresariado español para aprovechar su experiencia y sus muchos contactos. "Mira, te voy a decir cómo funcionan las cosas. Tú estás en Kosovo y alguien se lleva tu tarjeta de visita. A los ocho o diez días, te escribe ofreciéndote una operación de millones. En estos países la gente es así. Hay que ir con los brazos abiertos, la mente abierta, el corazón abierto y un poquito de alegría”, concluye.

Hay un acuario en la entrada de la oficina: con agua, adornos e iluminación. Lo que no hay es ni un solo pez nadando dentro. “Cualquiera puede poner una pecera con peces, pero sólo yo tengo una sin peces”, dice Alberto García Rojas, cara visible y único trabajador de AGR Opening Markets, empresa que se presenta en su web como consultora internacional con sedes en "Europa, USA, Rusia, Balcanes, África y toda LATAM" aunque su única oficina es un semisótano de Madrid: cuatro habitaciones pobremente decoradas y un pasillo sin ventanas. En octubre del año pasado organizó una misión comercial de tres días a Kosovo con el propósito de abrir por fin mercado en uno de los territorios más complicados de Europa. Un viaje descrito por sus participantes como un inaudito ejercicio de picaresca que contó con el aval del Instituto de Promoción Exterior de Castilla-La Mancha (IPEX).

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