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Querido Macron: una palabra tuya bastará para debilitar a la OTAN
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CUMBRE DE LA ALIANZA EN LONDRES

Querido Macron: una palabra tuya bastará para debilitar a la OTAN

Los próximos 3 y 4 de diciembre se celebra la cumbre de la OTAN, una reunión especial porque se produce semanas después de que Macron declarara la “muerte cerebral” de la Alianza Atlántica

Foto: Presidente francés, Emmanuel Macron. (Reuters)
Presidente francés, Emmanuel Macron. (Reuters)

La caída del muro de Berlín fue la caída del mundo de los bloques. Esa noche de 1989 comenzaba un nuevo y brillante capítulo de la historia en la que ya no habría razones reales por las que entrar en guerra, por la que luchar entre bloques. Todas estas ideas han resultado ser tremendamente erróneas, pero la mentalidad, más o menos, sigue siendo la misma. La brecha entre la realidad y el imaginario post-1989 es uno de los principales riesgos que afronta el occidente.

Los próximos 3 y 4 de diciembre se celebra en Londres la cumbre de la OTAN, una reunión especial porque se produce solo unas semanas después de que Emmanuel Macron, presidente francés, declarara la “muerte cerebral” de la Alianza Atlántica, una expresión que ha provocado una reacción feroz en Berlín y otras capitales.

La idea de la autonomía estratégica de la Unión Europea respecto a Estados Unidos, impulsada por el desdén con el que el presidente norteamericano Donald Trump trata a todos los organismos multilaterales, entre ellos la OTAN, ha generado una tensión renovada entre la alianza y algunos círculos del club comunitario.

placeholder Macron junto al secretario general de la OTAN. (Reuters)
Macron junto al secretario general de la OTAN. (Reuters)

En su ya famosa y polémica entrevista con The Economist, Macron hace hincapié en esa idea: Europa debe independizarse de los Estados Unidos en materia de defensa. Pero sus declaraciones fueron muy criticadas desde Berlín y otras capitales. ¿Pero por qué? No ha estado solo en esas declaracions. La propia Angela Merkel, canciller alemana, tras la salida de EEUU del acuerdo nuclear con Irán, fue muy dura con Washington: “Hay conflictos a las puertas de Europa. Y la época en la que podíamos confiar en EEUU se acabó”.

La diferencia entre las declaraciones de Macron y las de Merkel es que en unas se pone en duda el rol de la OTAN y en la otra no. Alemania siempre ha apoyado el aumento de la independencia estratégica de la Unión Europea en materia de defensa respecto a Estados Unidos, pero siempre dentro de la Alianza, para completarla, para mejorarla, para aumentar el peso específico de la UE en ella, no para sustituirla. Lo que quiere decir Merkel es que la UE, en el marco de la OTAN, debe estar lista para cuidar de su propio vecindario.

Una palabra basta para debilitar

El mundo ha cambiado completamente. Aunque durante las dos últimas décadas la OTAN se ha centrado muchas veces en la amenaza terrorista y la proliferación de armas, las nuevas tensiones han cambiado el panorama: existe una creciente competencia entre Estados Unidos y China, ahora visible en los conflictos comerciales, que marcará el futuro.

Europa ha vivido con cierto trauma el hecho de que Estados Unidos haya pasado a una política en la que Asia es su prioridad. Pero lo cierto es que tampoco es una idea nueva: Barack Obama ya se centró en el Pacífico, y la UE tiene que estar preparada para que cada vez más Washington centre sus esfuerzos en otro sitio.

A esta tensión hay que sumar desde 2014 Europa ha cambiado. Con la anexión de Crimea por parte de Rusia, Moscú ha vuelto a ser una amenaza real y visible para todo el continente europeo y en cierto modo se rompió esa idea de que la integridad del Viejo Continente ya no estaba en riesgo, que había que centrarse únicamente en los campos de terrorismo y acción rápida.

placeholder Dos mujeres en Sevastopol, en Crimea. (Reuters)
Dos mujeres en Sevastopol, en Crimea. (Reuters)

Desde entonces, la UE ha puesto en marcha una maquinaria para actualizar las cartas con las que juega en el tablero global: las inversiones en herramientas para la gestión de crisis y la lucha contra el terrorismo y enemigos de baja intensidad eran muy útiles hace diez años, pero eso hoy ya no sirve. Por eso ha aumentado el ritmo para la incorporación de capacidades de defensa y disuasión a través de distintas iniciativas y programas, como la Revisión Anual Coordinada de Defensa (CARD) o la Cooperación Permanente Estructurada (PESCO).

Pero Rusia no tiene capacidad militar ni económica para dominar Europa, y eso, en cierto modo, sirve de barrera protectora. Sabes que tienes un riesgo y un desequilibrio al este, pero no se va a producir un escenario de dominación total. Esa idea no se reproduce en Asia. En el continente vecino sí hay una potencia que, económica y militarmente, puede dominar a las demás, y eso es algo que en Japón tienen muy claro. Esa es ahora la prioridad americana, y Europa debe entenderla para poder adaptarse a los tiempos que corren.

En este nuevo mundo hay una clave bastante antigua, aplicable tanto a China como a Rusia: que tu enemigo sepa que si te hace cualquier cosa va a haber una respuesta contundente y total por tu parte. Ese respeto a una escalada, ese miedo a ser golpeado más fuerte, mantiene los equilibrios y evitar el desastre. Quien se queda fuera de alguno de esos bloques no tiene la credibilidad como para generar respeto en su enemigo y acaba siendo devorado. Es la disuasión.

China no forma parte de las estructuras de seguridad, y eso debilita a occidente. Muchos de los misiles del gigante asiático serían ilegales si Pekín formara parte de alguno de los tratados armamentísticos. Mientras que el resto del mundo nos hemos impuesto límites y controles, China vive fuera de todos esos esquemas, sin límites, sin normas. Rusia, aunque forma parte de algunos ellos, busca las rendijas para saltarse las normas. EEUU, harto de ello, decidió en agosto de 2019 abandonar tratado ING (para la eliminación de misiles de corto y medio alcance, que se firmó en 1987 con la Unión Soviética, fue otro hito en la conformación de este nuevo mundo.

Washington defiende que si Rusia se salta el tratado ella no va a cumplirlo, porque en este juego psicológico eso le debilita. El problema, y es lo que alarma a mucha gente, es que ese intento de no parecer débil derive en una carrera armamentística. Algo que, de hecho, ya está ocurriendo.

En los círculos de la OTAN se está muy molesto con las declaraciones de Macron porque lo cierto es que la Alianza está trabajando mucho durante los últimos años, Estados Unidos ha aumentado su presencia en Europa, especialmente en el este, con un aumento de la inversión militar en Europa. “Y sin embargo la percepción es otra”, apunta una fuente diplomática. La sensación es que Europa y EEUU no están listas para pelear codo con codo, que la división consume todas sus energías. Y en pocas cosas como en la defensa se aplica esa idea de que la mujer del César no solo debe serlo sino parecerlo.

Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, aseguró hace una semana en una entrevista con El País que discutiría la frase de Macron cuando visitara París. Eso ocurrió este jueves, y el presidente galo, lejos de desdecirse, aseguró que sus declaraciones han sido una llamada de atención y que se sentía plenamente responsable de ellas.

Pero no es Macron el único que ha debilitado la OTAN con sus palabras. En una entrevista con Fox Donald Trump se cuestionó por qué Estados Unidos debería defender a Montenegro, “un pequeño país” a muchos kilómetros de Washington. Debilitó así el corazón de la OTAN: el artículo 5, que establece que cualquier ataque sobre un miembro de la coalición es un ataque sobre todos los países que la conforman.

Macron tampoco está solo en su reciente idea de dibujar a Rusia como un potencial aliado, una posible alianza que limitaría el poder de China. Otros Estados miembros coinciden con la visión de París, pero este es un tema tremendamente corrosivo para los Estados miembros del este, que hace solo unas décadas que se libraron de la dictadura soviética y entraron en la UE como objetivo de escapar a la eterna órbita gravitacional de Rusia.

No son pocos los países que lo que desean es escapar de ese inevitable choque de trenes entre Estados Unidos y China. Convertir a la UE en un tercer jugador que permita el equilibrio, que permita ser el árbitro del tablero global. El primer campo en el que la UE querría desarrollar ese papel sería en el comercial y económico. Los países europeos han fracasado estrepitosamente en sus predicciones de que a través de la economía China acabaría abriéndose al mundo y dejaría de ser un riesgo global.

Resulta difícil observar ese escenario de Europa como un equilibrador geoestratégco ahora mismo por varias razones: Europa está lejos de lograr una autonomía estratégica de EEUU, y aunque en algún momento en el futuro próximo lo lograra, muchos países europeos querrían seguir depositando su seguridad en manos americanas antes que permitir que otro país europeo, como podría ser el caso de Francia, lidere su seguridad.

La cumbre de los próximos días estará indudablemente marcada por estas cuestiones. La UE puede, y de hecho debe, pensar en su independencia estratégica, pero debe ser realista y debe acoplar esa visión a la total y necesaria cooperación con la OTAN.

Las ambiciones de Macron tienen el punto positivo de despertar a la UE de un letargo peligroso en el que estaba sumida. Sin embargo, como ha venido ocurriendo, el francés sobreestima su capacidad para lograr un cambio a nivel europeo. Sobreestima también el rol que la UE puede llegar a jugar en el mundo, que hoy por hoy es bastante limitado.

Europa ya no es una potencia estratégica a nivel global y difícilmente lo volverá a ser. Pero toda vía para mejorar la autonomía de la UE y aumentar su peso en el mundo es en paralelo a la OTAN. Una europeización de la Alianza, pero no una separación entre la defensa de la UE y la organización transatlántca.

Deberá también tener en cuenta una serie de apuntes que hace Luis Simón, director de la oficina en Bruselas del Real Instituto Elcano, en una publicación del German Marshall Fund of the United States (GMF): existe un desencaje entre los aspectos industriales de la defensa europea y las prioridades político-estratégicas que tiene la Unión Europea. El bloque cuenta ahora con esos instrumentos antes mencionados, como CARD y PESCO, pero hay una bicefalia que está dañando la visión estratégica del club.

La UE está invirtiendo en tijeras cuando necesita un martillo porque existe una desconexión entre los planes industriales de la defensa europea y cuáles son las prioridades de seguridad. El hecho de que la nueva Comisión Europea haya creado una dirección general de la Industria de la Defensa bajo el mando del comisario de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, no ayuda. Lo correcto sería, como se había planteado inicialmente y como señala Simón en su documento, que fuera el español Josep Borrell, como Alto Representante de la UE para Política Exterior y de Seguridad, el que coordinara y gestionara estos proyectos.

La caída del muro de Berlín fue la caída del mundo de los bloques. Esa noche de 1989 comenzaba un nuevo y brillante capítulo de la historia en la que ya no habría razones reales por las que entrar en guerra, por la que luchar entre bloques. Todas estas ideas han resultado ser tremendamente erróneas, pero la mentalidad, más o menos, sigue siendo la misma. La brecha entre la realidad y el imaginario post-1989 es uno de los principales riesgos que afronta el occidente.

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