Un golpe de realidad devuelve a Londres y Bruselas al acuerdo del Brexit de May
La UE y el Reino Unido se acercan a un acuerdo que se parecerá mucho al cerrado por Theresa May y que ya fue rechazado tres veces en el Parlamento británico
Los deseos políticos no cambian la realidad. Eso lo aprendió Theresa May, antigua primera ministra británica, con cada golpe de la negociación. Boris Johnson, su sucesor, pensó que podría pasar por encima de todo eso. Ahora él, que se revolvió contra la antigua líder, vuelve a las recetas que tuvo que tragar la defenestrada May. Porque la realidad siempre golpea más fuerte que la narrativa política. Y la del Brexit es la que es. Durante la noche de este martes, Bruselas y Londres están cerca de un acuerdo. Del de May, concretamente.
Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea para el Brexit, llegó a Luxemburgo con las primeras luces del día. Con una cara llena de cansancio, recién salido del “túnel negociador” en el que los equipos europeo y británico llevan inmersos desde el viernes, el francés ha lanzó un mensaje optimista: “Aunque el acuerdo será difícil [de conseguir], cada vez más difícil, para ser sincero, todavía es posible esta semana”.
Después de que el domingo, tras 48 horas de intensas negociaciones, el Ejecutivo comunitario dejara caer que todavía quedaba “mucho trabajo por hacer”, Barnier lanzaba un mensaje de esperanza bien recibido por los ministros y secretarios de Estado de la UE reunidos en la sala.
Las cosas han progresado mucho en las últimas 24 horas. Este martes es la “hora de convertir las buenas intenciones en un texto legal”, ha explicado Barnier a su llegada al encuentro en el Consejo, señalando que “obviamente debe funcionar para todos, para todo el Reino Unido y para toda la Unión Europea”. Pero el funcionario ha puesto de límite hasta la medianoche del martes para lograr la redacción consensuada de ese texto. El equipo negociador británico, encabezado por el diplomático David Frost, está apurando las últimas horas de conversaciones y presentará nuevas propuestas durante estas últimas horas clave.
A lo largo del día se han ido intensificando las señales que indican que Bruselas y Londres están muy cerca del acuerdo, después de que el equipo negociador británico haya cedido en la mayoría de exigencias europeas y dando, poco a poco, marcha atrás. ¿Hasta dónde? Hasta el acuerdo de Theresa May que Westminster rechazó hasta en tres ocasiones.
¿Y si fracasa en Westminster?
Esa es una de las principales preocupaciones de la UE, según distintas fuentes diplomáticas: es necesario que Londres tenga bien atados los números en el Parlamento británico. El primer ministro está buscando cooperación más allá de sus filas y las de los norirlandeses del DUP: está tratando de pescar los votos de los diputados laboristas que podrían perder su asiento en unas nuevas elecciones o de aquellos que se muestran más dubitativos.
Ya el domingo se hablaba de la necesidad de que Johnson diera un salto político: que admitiera la realidad, que es que Irlanda del Norte tiene que quedar en un espacio regulatorio distinto al del resto de Gran Bretaña. Es decir, volver al backstop original, al primero que propuso la UE que se limitaba al Ulster.
Si la UE considera que se avanza hacia el acuerdo, y de hecho así lo cree, eso significa que Johnson está volviendo sobre sus pasos y cumple los requisitos europeos: que se compromete a mantener la frontera abierta en Irlanda del Norte con una alineación en estándares agroalimentarios y para bienes industriales, que mantiene al Ulster en el régimen europeo para aranceles e IVA, así como a un juego limpio en temas de competencia. El objetivo durante la noche es cerrar un texto legal que pueda ser presentado a los embajadores de los Veintisiete durante la mañana del miércoles, de forma que pueda estar sobre la mesa de los líderes cuando comience el Consejo Europeo del jueves.
Aunque el optimismo es creciente en este momento, los temas son lo suficientemente complejos y sensibles, y la situación en Londres es lo suficientemente volátil como para que finalmente todo vuele por los aires y no haya ningún texto pactado para cuando mañana amanezca en Bruselas.
En cualquier caso, y aunque se alcanzara un acuerdo en las próximas horas, sería muy complicado que se completara todo el proceso en los días que quedan hasta el 31 de octubre, fecha en la que finaliza la prórroga dada por la UE a Londres. La ratificación en Westminster lleva tiempo y la Eurocámara, que se reúne la próxima semana, también tiene que dar su visto bueno. Eso hace que muchos consideren necesaria una prórroga técnica en cualquiera de los casos.
¿Y si es un ‘no’?
Las conversaciones entraron en el “túnel” negociador el pasado viernes tras la luz verde de los Veintisiete, una fase de la negociación ya vivida en 2018 y que consiste en conversaciones intensas y en profundidad sin informar en exceso a las capitales de la UE, para reducir las filtraciones y aumentar el espacio de maniobra en ambos lados de la mesa.
Esta nueva fase llegó después de un encuentro entre el primer ministro irlandés Leo Varadkar y el británico Boris Johnson el pasado jueves. “He recibido señales prometedoras del primer ministro irlandés de que todavía es posible llegar a un acuerdo”, aseguró el viernes Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.
Si finalmente no se logra cerrar un acuerdo antes del Consejo Europeo de esta semana la conversación virará hacia la extensión. Aunque el primer ministro británico ha asegurado que no la pedirá y que el Reino Unido abandonará la UE el próximo 31 de octubre, a pesar de que el Parlamento británico le obliga a solicitar la prórroga, se espera que los líderes europeos comiencen a debatir bajo qué condiciones y hasta cuándo se podría extender esta situación.
No será una conversación fácil. Este mismo martes por la mañana Amelie de Montchalin, secretaria de Estado francesa de asuntos europeos, ha dejado clara la posición de París: “Creemos que el tiempo solo no va a resolver la complejidad de lo que está en juego”, y cree que solo tiene sentido si hay un “cambio político” en Londres que “pueda justificar” una discusión sobre una posible prórroga.
Hay otro escenario posible: que no se logre el acuerdo para este Consejo Europeo, pero que continúen las conversaciones a lo largo de la semana que viene con una nueva convocatoria para reunir a los líderes con la intención de, esta vez sí, dar luz verde a un acuerdo.
Los deseos políticos no cambian la realidad. Eso lo aprendió Theresa May, antigua primera ministra británica, con cada golpe de la negociación. Boris Johnson, su sucesor, pensó que podría pasar por encima de todo eso. Ahora él, que se revolvió contra la antigua líder, vuelve a las recetas que tuvo que tragar la defenestrada May. Porque la realidad siempre golpea más fuerte que la narrativa política. Y la del Brexit es la que es. Durante la noche de este martes, Bruselas y Londres están cerca de un acuerdo. Del de May, concretamente.