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"Si seguimos así, acabaremos como España": Costa agita el miedo al bloqueo en Portugal
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ELECCIONES EL 6 DE OCTUBRE

"Si seguimos así, acabaremos como España": Costa agita el miedo al bloqueo en Portugal

En plena cuenta atrás, el devenir de España, que habitualmente se ve como ejemplo y con cierta admiración desde tierras lusas, se le empieza a atragantar al primer ministro portugués

Foto: Pedro Sánchez y António Costa. (Reuters)
Pedro Sánchez y António Costa. (Reuters)

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Es lo que parece pensar el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, a quien el devenir de España, que habitualmente se ve como ejemplo y con cierta admiración desde tierras lusas, se le empieza a atragantar. En plena cuenta atrás para las elecciones del 6 de octubre, el líder socialista teme un escenario como el que desvela a su vecino Pedro Sánchez en Madrid: que los socios de izquierda de la 'geringonça', esa coalición histórica que permitió a los socialistas lusos gobernar en minoría la última legislatura, quieran más.

Foto: El primer ministro portugués, António Costa. (Reuters)

La posibilidad —reflejada en varios sondeos— de que el Bloco de Esquerda —el Podemos luso— y la coalición del Partido Comunista Portugués y los Verdes, la CDU, mejoren resultados podría hacer que los socios de Costa pasen de los actuales pactos en el Parlamento a exigir forjar un Gobierno de coalición. La idea disgusta a Costa quien, para nadie es un secreto en Portugal, ansía esa mayoría absoluta que le permita dejar de depender de la aprobación de sus aliados en el hemiciclo. Si lo conseguirá o no es la gran incógnita de estos comicios, en los que, según las encuestas, ganará sin problemas.

La cuestión sobre qué pasará si no consigue la mayoría absoluta es un dilema cuya respuesta busca atrasar todo lo posible. Por ahora, la carrera está reñida, por lo que el Partido Socialista ha lanzado la estrategia de utilizar la parálisis española para atizar el miedo entre los votantes con una idea clara: si no tenemos mayoría absoluta, podemos acabar como España.

Evitar un 'Podemos fuerte'

Hasta tres veces ha invocado António Costa el fantasma español durante la campaña. La primera vez, el 1 de septiembre, reclamando la necesidad de tener un Partido Socialista (PS) “fuerte” para evitar un “impasse' a la española”. “Sería un poco incomprensible que tirásemos por la ventana una solución que ha funcionado bien para caer en una situación de 'impasse' a la española que, manifiestamente, creo que no puede ser el futuro que cada uno de nosotros desea”. No tardó mucho en poner nombre y apellidos, por si la referencia no quedaba clara: “Si tuviésemos un PS débil y un ‘Podemos’ fuerte, estaríamos en una situación de 'impasse' español”.

Lo que deseamos es que no se repita lo que está pasando en España

Dos semanas más tarde, repetía el mensaje. Poco antes del arranque oficial de campaña, se aferraba al símil durante un acto a preguntas de la prensa extranjera. “Lo que deseamos es que no se repita lo que está pasando en España”, decía el primer ministro, justo cuando en Madrid se agotaban los plazos para convocar elecciones en noviembre. El 'yo o el caos' tuvo su tercer acto en un debate con el líder de la oposición de centro derecha del PSD, Rui Rio; un cara a cara en el que Costa se presentó como la opción segura para mantener la estabilidad.

“La idea fundamental que queremos es estabilidad, para que, en un momento en que toda Europa mira para Portugal y lo que se llama ‘solución portuguesa’, no entremos en un ‘impasse’ a la española”. Sobre todo, agregó, “tuvimos cuatro años de estabilidad y España tuvo cuatro elecciones en cuatro años, y eso no lo podemos tener en el futuro”.

Inexacto y “chantajista”

Las reacciones a esta estratagema electoral han venido de ambos lados del espectro ideológico. Para los comunistas, el símil es —como mínimo— inexacto; y por ello han instado a Costa a “no comparar lo que no es comparable”. “Estas elecciones no son para elegir primer ministro, sino para elegir a los diputados. No confundamos cosas, los portugueses aún no han decidido”, ha subrayado el líder del PCP, Jerónimo de Sousa.

Desde el Centro Democrático e Social-Partido Popular (CDS-PP), el partido más a la derecha del Parlamento, han recurrido a términos como “chantajista” para catalogar el mensaje de Costa. “No aceptamos amenazas, no aceptamos chantajes, no aceptamos argumentación poco sólida para convencer a las personas”, ha afeado la responsable del partido, Assunção Cristas.

Foto: Imagen de archivo de una boda en la catedral de San Antonio, en Lisboa, Portugal. (EFE)

¿Y el directamente aludido? El Bloco de Esquerda —el llamado ‘Podemos luso’— ha recogido tímidamente el guante limitándose a preguntarse en voz alta si Costa mantendría el foco social de su Gobierno si lograra una mayoría absoluta y, por tanto, sin nadie que le presionase. En el Bloco, donde nunca ha habido expectativas por ganar los comicios, repiten que es necesario crecer para ejercer más influencia y acometer reformas de calado en la legislación laboral.

Sánchez y la vía portuguesa

Costa y Sánchez, ambos socialistas, mantienen una excelente relación, profundizada en varias visitas del presidente español en funciones a Lisboa desde que el primer ministro luso accedió al cargo, a finales de 2015. Entonces Portugal acababa de dar la sorpresa con la formación de la 'geringonça', que le permitía desbancar al ganador de los comicios, el PSD de centro derecha, para gobernar con una alianza de izquierdas.

En estos años, Sánchez ha elogiado la 'vía portuguesa', sobre cuyo funcionamiento ha charlado con Costa. “Me faltan dos años para gobernar España. Necesitamos un cambio”, dijo Sánchez en Lisboa en diciembre de 2017, durante la celebración del Consejo del Partido Socialista Europeo. Entonces avanzó que el caso portugués dejaba “grandes lecciones”.

Foto: Tumba de Salazar

Ahora parece que las grandes lecciones vienen de España en un momento clave para los portugueses. La relación de Costa con sus socios se ha hecho cada vez más tensa. El primer ministro no quiere seguir dependiendo de fuerzas externas, mientras el resto de la coalición ya no se fía de quien, aseguran, les ha hecho varios desprecios. El clima se enrarece y nadie parece apostar en Portugal por la repetición de un entendimiento similar al que se produjo en 2015, pese a los buenos resultados del experimento.

Estos días, los miembros de la alianza progresista portuguesa pelean en debates televisivos por colgarse la medalla de haber tenido la idea de formar la 'geringonça'. Pero la desconfianza entre los aliados no es nueva. La unión solo fue posible originalmente por el objetivo común de evitar que el PSD, ganador de las elecciones sin mayoría, liderara la legislatura. Esto no se repetirá.

El centro derecha, sumido en su propia crisis interna, puede caer hasta el 23% de los votos, según los sondeos, que proyectan un 40% de intención de voto para Costa. Y con la victoria socialista, todo cambia en Lisboa, del mismo modo que cambió en Madrid. Como recuerdan en Portugal, una 'geringonça' solo es posible entre quienes pierden las elecciones.

Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Es lo que parece pensar el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, a quien el devenir de España, que habitualmente se ve como ejemplo y con cierta admiración desde tierras lusas, se le empieza a atragantar. En plena cuenta atrás para las elecciones del 6 de octubre, el líder socialista teme un escenario como el que desvela a su vecino Pedro Sánchez en Madrid: que los socios de izquierda de la 'geringonça', esa coalición histórica que permitió a los socialistas lusos gobernar en minoría la última legislatura, quieran más.

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