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Los doctores a los que nadie aplaude: Corea del Sur se enzarza en una guerra sanitaria
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Los doctores a los que nadie aplaude: Corea del Sur se enzarza en una guerra sanitaria

El Ejecutivo del presidente conservador, Yoon Suk-yeol, busca aumentar el número de plazas en las facultades de medicina, una medida que ha puesto a los médicos residentes en pie de guerra

Foto: Protesta de doctores en Seúl, la capital de Corea del Sur. (EFE/Jeon Heon-kyun)
Protesta de doctores en Seúl, la capital de Corea del Sur. (EFE/Jeon Heon-kyun)
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En Corea del Sur, como en la mayoría de los países asiáticos, no existe una profesión con mejor reputación que la de doctor. Cuando año tras año los alumnos del país realizan su examen de acceso a la universidad —el Suneung, ampliamente considerado como uno de los más difíciles del planeta— la mayoría sueña con alcanzar una nota que le permita acceder a la profesión. Incluso entre las mejores calificaciones de este test estandarizado, que dura cerca de ocho horas durante las que el Gobierno del país incluso suspende o desvía vuelos para evitar que los estudiantes se distraigan, solo 3.058 podrán acceder a las facultades de medicina.

Esta cifra, 3.058, está en el centro de una guerra abierta entre los doctores recién graduados y el Gobierno del país. El Ejecutivo del presidente conservador, Yoon Suk-yeol, ha propuesto, como parte de un amplio paquete de reformas sanitarias, aumentar este número de plazas a 5.000 a partir de 2025. Como respuesta, cerca de 10.000 médicos practicantes, un 10% del total de doctores surcoreanos, han presentado su renuncia y llevan más de una semana organizando protestas en las calles de la capital, Seúl.

El enfrentamiento ha provocado una grave saturación de pacientes en los principales hospitales del país, donde el número de cirugías ha disminuido un 50%, según el Ministerio de Salud surcoreano. Esto ha llevado al Gobierno a movilizar a los médicos militares a los centros civiles y a anunciar un órdago: aquellos profesionales de salud que no hayan vuelto a sus puestos de trabajo este jueves se arriesgan a perder sus licencias médicas y a una multa de hasta 30 millones de wones (unos 21.000 euros). La aplastante mayoría de los médicos practicantes que participan en la protesta han desafiado este ultimátum, elevando la confrontación hasta un nivel sin precedentes.

En cualquier conflicto entre profesionales sanitarios y el Gobierno, sería razonable esperar que la opinión pública se incline a favor de los doctores. Sin embargo, el caso de Corea del Sur es particular porque la gran mayoría de la población parece estar en contra de la protesta. Los sondeos recientes revelan hasta un 80% de respaldo a las medidas del Ejecutivo rechazadas por los médicos. “Encuesta tras encuesta muestran que una gran mayoría del público está en contra de la huelga”, indica Andrew Eungi Kim, profesor de Sociología de la Universidad de Corea, en entrevista con El Confidencial. “En este caso, el pueblo está claramente contra los doctores”, afirma.

Foto: 100° aniversario del movimiento de independencia del 1 de marzo en Seúl. (EFE)
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Faltan doctores, pero no en todas partes

Para comprender cómo el choque entre el Gobierno y los médicos ha llegado hasta este punto, es necesario prestar atención a dos narrativas en conflicto.

Desde el Ejecutivo de Yoon se apunta a una escasez crónica de profesionales médicos que es necesario atajar. Corea del Sur tiene 2,6 médicos por cada 1.000 pacientes, una de las proporciones más bajas de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Dado que el país es también el que tiene las tasas de natalidad más bajas del mundo y, a la vez, el que está experimentando el envejecimiento más acelerado de su población, el Gobierno considera que ampliar el número de doctores de cara al futuro no es una cuestión de preferencias, sino de necesidad.

Los médicos en huelga, por su parte, afirman que expandir las plazas de estudiantes podría ser una opción eventualmente, pero no sin un análisis exhaustivo que tenga en cuenta los problemas estructurales del sector. En concreto, critican la falta de incentivos para trabajar en las especialidades que enfrentan una escasez crítica y argumentan que el incremento abrupto en las de medicina no abordará el problema fundamental: la concentración de médicos en áreas lucrativas, como la cirugía plástica y la dermatología, en detrimento de otras esenciales, pero mucho peor remuneradas.

Este desequilibrio ha dejado al país asiático en una situación única de ser una Meca para la estética a la que peregrinan ciudadanos de todo el mundo —es el país que realiza más operaciones de este tipo per cápita del planeta— y, a la vez, afrontar uno de los peores casos de escasez de doctores del mundo desarrollado. La situación es doblemente grave en las áreas de pediatría y medicina general, además de varias especialidades de cirugía de alto riesgo.

La razón de esta preferencia de los médicos surcoreanos no es ningún misterio. “Para la mayoría de los doctores, la principal preocupación es cuánto dinero pueden ganar en lugar de estar interesados en un campo médico en particular”, explica Kim. “Entre todas las especialidades, las más competitivas son la cirugía plástica y la dermatología. Esto se debe precisamente a que los médicos en estas especialidades son los que más dinero ganan”, añade. ¿El motivo? Los procedimientos en estas áreas no están cubiertos por el Seguro Médico Nacional de Corea del Sur.

Foto: Vista de Seúl desde una ventana. (Reuters/Kum Hong-Ji)

En el sistema de salud surcoreano no existe una separación entre hospitales públicos y privados. El Gobierno subsidia gran parte de los procedimientos médicos mediante impuestos y la práctica totalidad tienen tarifas fijas en las que el paciente aporta un 20% del costo. El resultado es un límite al potencial de ingresos que perciben los doctores en cualquier especialidad cubierta por el Seguro Médico Nacional, mientras que los precios de las consultas y procedimientos de cirugía plástica y dermatología no cuentan con regulación alguna. Esto permite a los médicos de estas áreas cobrar tarifas significativamente más altas, que pueden oscilar entre miles y decenas de miles de euros.

La Asociación Médica de Corea, un sindicato que afirma representar a dos tercios de los médicos del país, ha afirmado que el plan del Gobierno no hace nada por garantizar la afluencia de médicos hacia las especialidades que los necesitan, ni tampoco aborda la discrepancia en las zonas rurales del país, donde la escasez es mucho más grave. Como resumía Ahn Cheol-soo, un médico convertido en legislador del partido gobernante citado por AP, sin medidas adicionales para convencer a los estudiantes de que opten por los campos y áreas del país más afectadas, “dentro de 10 años, se establecerán 2.000 nuevos hospitales de dermatología en Seúl”.

¿Egoístas o maltratados?

Pese a que el desafío de los doctores ha alcanzado cotas sin precedentes, no es uno nuevo. La cifra de admisiones en las facultades de medicina lleva sin cambios desde 2006, precisamente por la oposición de los profesionales del sector. En 2020, la administración del entonces presidente Moon Jae-in propuso sumar 4.000 plazas adicionales a lo largo de 10 años, pero el plan quedó en suspenso tras una huelga médica de un mes de duración en pleno apogeo de la pandemia.

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La constante resistencia de los doctores a ampliar las plazas han llevado a gran parte de la opinión pública a considerar que estos profesionales están motivados por el egoísmo y el deseo de proteger sus altos ingresos y el prestigio de su profesión, en lugar de un compromiso de mejorar el acceso y la calidad de la atención de salud pública.

Los médicos de Corea del Sur se encuentran entre los mejor pagados del mundo en comparación con el resto de profesionales del país. De acuerdo con datos de la OCDE, un doctor que trabaja por cuenta ajena cobra, en promedio, 255 millones de wones (176.000 euros) al año, una cantidad 4.4 veces mayor al salario medio surcoreano. Para aquellos que trabajan por cuenta propia, la cifra es 7 veces superior.

La situación, no obstante, cambia considerablemente en el caso de los médicos residentes, los protagonistas de la huelga. Estos sanitarios en formación afirman trabajar largas horas por una remuneración insuficiente, a pesar de haberse convertido en los pilares del sistema médico del país debido a la falta de especialistas. Según datos sindicales, los residentes ganan menos de 3.000 euros al mes y, frecuentemente, trabajan más de 80 horas a la semana, lo que implica que reciben cerca del salario mínimo por hora. Estos jóvenes constituyen un tercio o más de la fuerza laboral en varios de los principales hospitales del país y suelen proporcionar la primera línea de atención a los pacientes.

Foto: El líder opositor surcoreano Lee Jae-myung, tras ser apuñalado en el cuello el pasado 2 de enero. (EFE/EPA/Yonhap)

El Gobierno de Yoon espera triunfar allá donde el de Moon falló debido a que cuenta con el respaldo de la opinión pública. De hecho, a menos de dos meses de las elecciones parlamentarias, el presidente ha convertido la reforma sanitaria en el principal punto de su agenda, esperando un impulso en las urnas.“Aunque el presidente Yoon lleva tiempo sufriendo de un bajo índice de aprobación, su firme postura frente a la huelga de médicos ha hecho que su popularidad aumente”, señala Kim.

La última encuesta de opinión nacional, realizada por Realmeter y publicada el pasado 26 de febrero, reveló que el gobernante Partido del Poder del Pueblo (PPP) contaba con un 43.5% de respaldo, una subida de más de 4 puntos con respecto a la semana anterior. “Esto podría mantenerse hasta en abril, cuando se lleven a cabo las elecciones nacionales”, agrega el profesor.

En Corea del Sur, como en la mayoría de los países asiáticos, no existe una profesión con mejor reputación que la de doctor. Cuando año tras año los alumnos del país realizan su examen de acceso a la universidad —el Suneung, ampliamente considerado como uno de los más difíciles del planeta— la mayoría sueña con alcanzar una nota que le permita acceder a la profesión. Incluso entre las mejores calificaciones de este test estandarizado, que dura cerca de ocho horas durante las que el Gobierno del país incluso suspende o desvía vuelos para evitar que los estudiantes se distraigan, solo 3.058 podrán acceder a las facultades de medicina.

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