La Guerra Fría nunca terminó y ahora se ha extendido a China
La Guerra Fría, la lucha entre EEUU y la Unión Soviética, se prolongó entre 1945 y 1991. Pero con la caída de la URSS no se ha acabado. Ahora, a Rusia y Estados Unidos se ha sumado China
Los libros de historia nos dicen que la Guerra Fría es un periodo que se extendió entre 1945 y 1991. Un periodo en el que las dos grandes superpotencias mundiales del este y el oeste, temerosas de abrir las puertas de una guerra a lo grande, se enredaron en un conflicto subterráneo caracterizado por el juego de espionaje y contraespionaje, muertes en las sombras, propaganda, miedo y desinformación. Un periodo que, históricamente, se considera que finalizó tras la disolución de la Unión Soviética y que significó la validación del modelo del estado democrático liberal y el capitalismo occidental sobre el sistema comunista predominantemente oriental. Pero esta es la perspectiva occidental de la historia. Rusia no vivió la disolución soviética como el fin de nada.
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El proyecto soviético tenía la aspiración de cambiar el mundo, y, sin embargo, de aquello salió una Rusia humillada y superada por el dominio cultural americano y la continua expansión de la OTAN hacia su histórica órbita de influencia. Desde entonces, e incluso desde antes, Rusia ha reclamado más respeto en la política global y ha denunciado el papel de EEUU como agente desestabilizador dedicado a aplastarlos en el tablero mundial.
Por su parte, EEUU lleva años denunciando las intromisiones rusas en su política nacional e internacional. Y la situación en Ucrania, no solo la actual, sino la que viene desde los años previos al Euromaidán, se enmarca dentro de lo que muchos denominan como la Segunda Guerra Fría que, para otros muchos, no sería una segunda, sino solo la continuación del periodo que se dio por terminado en 1991, pero que seguía latente. Solo que ahora a Rusia y EEUU se suma otro gran actor: China. Una China de la que se calcula que ya tiene un servicio secreto que duplica el tamaño del KGB soviético, con ramificaciones por todo el mundo y que parece cada vez más dispuesta a jugar al juego de la influencia global y subir la apuesta.
Los libros de historia nos dicen que la Guerra Fría es un periodo que se extendió entre 1945 y 1991. Un periodo en el que las dos grandes superpotencias mundiales del este y el oeste, temerosas de abrir las puertas de una guerra a lo grande, se enredaron en un conflicto subterráneo caracterizado por el juego de espionaje y contraespionaje, muertes en las sombras, propaganda, miedo y desinformación. Un periodo que, históricamente, se considera que finalizó tras la disolución de la Unión Soviética y que significó la validación del modelo del estado democrático liberal y el capitalismo occidental sobre el sistema comunista predominantemente oriental. Pero esta es la perspectiva occidental de la historia. Rusia no vivió la disolución soviética como el fin de nada.