Migrantes en bicicleta a 22º bajo cero: así está presionando Rusia la frontera con Finlandia
Finlandia apunta a un cúmulo de evidencias que indican que Moscú estaría utilizando a los migrantes como una herramienta de presión tras materializarse el ingreso del país nórdico en la OTAN
En las últimas semanas, los más de 1.300 kilómetros de frontera que dividen Finlandia con Rusia se han convertido en un nuevo punto de tensión migratoria en los bordes de la Unión Europea. A pesar de la nieve y las gélidas temperaturas (rozando los 22 grados bajo cero), durante el mes de noviembre se ha repetido la inusual imagen con la llegada de migrantes pedaleando en bicicleta hacia los puestos fronterizos de Finlandia. En números totales, desde el mes de agosto se han registrado 1.000 peticiones de asilo en los ocho puntos fronterizos finlandeses, un incremento substancial si se compara con que normalmente se registran entre 0 y 10 al mes.
Desde el Gobierno de Helsinki hace semanas que todas las alarmas están encendidas. Según el Ejecutivo, hay un cúmulo de evidencias que indican que Moscú estaría utilizando a los migrantes como una herramienta de presión tras materializarse el ingreso del país nórdico en la OTAN. Para pararlo, el primer ministro Petteri Orpo anunció que a partir del 30 de noviembre la frontera este con Rusia quedaría completamente cerrada, al menos durante dos semanas. El gobierno ya tomó la decisión de cerrar los cuatro puestos fronterizos del sudeste el pasado 18 de noviembre, tras registrarse un inusual incremento de solicitantes de asilo.
Sin embargo, con el cierre parcial de fronteras, el flujo de migrantes se trasladó hacia los puestos fronterizos situados más al norte, por encima del círculo polar ártico. Tras dos semanas, estos también cerraron, dejando solamente abierto el puesto de Raja-Jooseppi, el más septentrional y en plena Laponia. Pese a ello, los migrantes han continuado llegando, en menor flujo, hasta el pasado fin de semana.
El Gobierno de Helsinki justifica la medida porque considera que la llegada de migrantes y refugiados empujados representa una amenaza grave para la seguridad y el orden social en el país. En rueda de prensa, Petteri Orpo calificó la situación como un ataque híbrido desde Rusia al permitir que personas indocumentadas lleguen a Finlandia, una situación que ya se pudo ver hace dos años en las fronteras de Bielorrusia con Polonia, Letonia y Lituania. "Nuestro objetivo es que la situación excepcional en la frontera oriental de Finlandia vuelva a la normalidad lo antes posible. No aceptamos ningún intento de socavar nuestra seguridad nacional", dijo Orpo. Además, el primer ministro subrayó: “Rusia ha provocado esta situación y también puede ponerle fin”.
A "cemetery" of bicycles at the border of Murmansk region with Finland - at the Salla border crossing point that has officially closed.
— Anton Gerashchenko (@Gerashchenko_en) November 28, 2023
When the potential migrants were not allowed to cross the border, they abandoned their bikes and left for St Petersburg by buses. pic.twitter.com/STCvy9ODo0
Traficantes y policía, coordinados
Según han explicado algunos de los migrantes llegados en las últimas semanas, la policía y las autoridades en la frontera rusa estarían en coordinación con los traficantes para facilitar el paso de personas sin documentación hasta la frontera finlandesa. Estos testimonios han sido recogidos por la cadena de televisión pública finlandesa YLE, que a pesar de señalar que no han podido corroborar todos los puntos, le dan credibilidad a los testimonios. Moayad Salami, originario de la ciudad siria de Homs, es uno de los solicitantes de asilo que consiguió llegar a la frontera finlandesa antes de que cerrara.
Según Salami, en las últimas semanas en redes como Telegram es fácil encontrar anuncios que ofrecen, por un precio de entre 2.000 y 3.000 euros, llevar a los migrantes a la frontera con Finlandia: "Los traficantes invitan a todo el mundo a venir, se ha corrido la voz de que el camino ya está abierto". Una vez llegado a San Petersburgo, el solicitante de asilo relata que pasó la noche en un hostal con otros cinco migrantes, donde los traficantes les informaron que su viaje ya había sido coordinado con el ejército ruso. Al día siguiente, un taxi llegó para recogerlos y los llevó a un puesto fronterizo donde sus pasaportes y teléfonos móviles fueron requisados (no especifica si fueron los traficantes o la policía). Más tarde, el grupo de migrantes fue transportado en un camión cargado también con bicicletas hasta otro puesto fronterizo ruso.
Allí, los policías tomaron sus huellas dactilares y le anularon su visado ruso con la advertencia de que no podría volver en el país. También le devolvieron su teléfono móvil y sus documentos antes de que la policía ordenara al grupo de migrantes que pedalearan hasta llegar a la frontera finlandesa. Durante el recorrido, Salami cuenta que un coche policial ruso los siguió por detrás hasta llegar a menos de un kilómetro de la aduana.
El testimonio de Moayad Salami coincide con la experiencia de otros migrantes entrevistados por YLE como Rayan Alhariri. En su caso, Alhariri cuenta que fue transportado en un “coche militar ruso” hasta la frontera, donde pagó 300 dólares por una bicicleta que le permitiría llegar hasta Finlandia el pasado 17 de noviembre. “Me di cuenta de que las autoridades rusas fueron muy cooperativas” concluye.
Una potencial crisis humanitaria en la frontera
El cierre de la frontera con Rusia significa que desde el 30 de noviembre las solicitudes de asilo en Finlandia se han centralizado en los puertos y aeropuertos del país, principalmente en el aeropuerto de Helsinki-Vantaa. Según explicaba YLE, esto conlleva que solicitar asilo político en el país nórdico es ahora prácticamente imposible, ya que las compañías aéreas no permiten viajar sin los papeles y documentos en regla.
Este hecho ha sido criticado por instituciones estatales como la defensora del pueblo y órganos de justicia constitucional, que señalan que la medida puede ir en contra del deber de proporcionar asilo recogido en los tratados internacionales y firmados por Finlandia. Sin embargo, según explicaba el experto del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, Henri Vanhanen en YLE “una de las características de la política exterior finlandesa es que normalmente las decisiones se toman con un consenso político amplio y el gobierno no ha recibido demasiadas críticas por la gestión de la situación”. Una encuesta en el periódico Helsinguin Sanomat, el más importante del país, también señalaba que la medida cuenta con un amplio apoyo y respaldo social.
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Con todo, la perspectiva de que la situación en la frontera no se solucione y pueda alargarse en las próximas semanas preocupa también a la directora ejecutiva del Consejo Finlandés para los Refugiados, Annu Lehtinen, que avisaba de una potencial crisis humanitaria: “si los refugiados no consiguen llegar a Finlandia y se quedan en la zona fronteriza solo hay dos opciones: o Rusia se encarga y los retira, o Finlandia desmantela las barreras en la frontera y los acoge antes de que las personas se congelen”.
Otra de las preocupaciones tras el cierre de fronteras es si ahora la presión migratoria se trasladará a 150 kilómetros más al norte, en la localidad fronteriza entre Rusia y Noruega de Storskog. Las autoridades noruegas están siguiendo muy de cerca los acontecimientos en Finlandia, a pesar de que por el momento no se ha registrado un aumento en la llegada de migrantes hasta este punto. Si esto ocurriera, el primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, no dudó la semana pasada en advertir de que “si hace falta, también cerraremos la frontera con Rusia”.
En las últimas semanas, los más de 1.300 kilómetros de frontera que dividen Finlandia con Rusia se han convertido en un nuevo punto de tensión migratoria en los bordes de la Unión Europea. A pesar de la nieve y las gélidas temperaturas (rozando los 22 grados bajo cero), durante el mes de noviembre se ha repetido la inusual imagen con la llegada de migrantes pedaleando en bicicleta hacia los puestos fronterizos de Finlandia. En números totales, desde el mes de agosto se han registrado 1.000 peticiones de asilo en los ocho puntos fronterizos finlandeses, un incremento substancial si se compara con que normalmente se registran entre 0 y 10 al mes.