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Mientras Occidente mira hacia Rusia, Kim Jong-un se reivindica como actor geopolítico
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Nuclearización a la sombra de Moscú

Mientras Occidente mira hacia Rusia, Kim Jong-un se reivindica como actor geopolítico

La victoria electoral de la derecha en Seúl, la reactivación de las maniobras militares con EEUU y el fracaso de los intentos conciliatorios hace que 2022 sea el año de mayores provocaciones de Pyongyang

Foto: Misil intercontinental disparado por Corea del Norte en noviembre. (Reuters)
Misil intercontinental disparado por Corea del Norte en noviembre. (Reuters)

La península de Corea está al rojo vivo, aunque prácticamente no haya noticias de ello. A pesar de que la atención internacional ha estado completamente volcada en Ucrania y, un poco menos, en las tensiones entre China y Taiwán, el territorio partido en dos por el paralelo 38 norte está viviendo una escalada bélica sin precedentes desde el fin de la guerra en 1953. Tradicionalmente, la tensión entre ambos países tenía que ver con factores internos intrapeninsulares, pero el fracaso de los acercamientos de estadounidenses y surcoreanos estos últimos años han provocado la aceleración del programa militar de Pyongyang.

Esta coyuntura circunstancial de crisis se ha manifestado este año con el mayor número de lanzamientos de misiles balísticos de la historia por parte de Corea del Norte, especialmente en los últimos meses. El 2 de noviembre, Pyongyang disparó, al menos, 23 misiles balísticos, más que en todo 2017, cuando Kim Jong-un y Donald Trump se maldecían a golpe de tuit. Uno de estos misiles cayó cerca de las aguas territoriales de Corea del Sur, al otro lado de la línea marítima que sirve de frontera entre ambos Estados, lo que el presidente surcoreano denunció como una "invasión territorial de facto". Los disparos posteriores fueron una respuesta a la reanudación de las grandes maniobras aeronáuticas de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, que Pyongyang ha calificado de "agresivas y provocadoras".

Foto: Vladímir Putin y Kim Jong-un, el 25 de abril de 2019. (Reuters/Pool/Alexander Zemlianichenko)

La situación empezó a degradarse en los últimos meses de la presidencia de Moon Jae-in y se ha acentuado con la elección como presidente del país de Yoon Suk-yeol, un conservador con perfil de halcón, actitud machista, populista y sin experiencia política alguna en el ámbito nacional. Yoon quiso romper inmediatamente con la prudente diplomacia hacia Pyongyang que propugnaba Moon, quien acordó durante su mandato evitar provocaciones militares y el riesgo de una guerra accidental, estableciendo zonas de exclusión aérea y marítima.

Edward Howell, profesor de la universidad de Oxford experto en política coreana, ha declarado recientemente que Corea del Norte quiere aprovechar que Occidente está ocupado en la guerra de Ucrania para lanzar su séptima prueba nuclear. Por su parte, Tadashi Kimiya, profesor de la Universidad de Tokio y también experto en la península coreana, sugirió un restablecimiento del diálogo entre ambos países para normalizar las relaciones diplomáticas y que Pyongyang vuelva a la mesa de negociaciones.

Las recientes declaraciones públicas de Kim afirmando su voluntad de desarrollar la fuerza nuclear más poderosa del mundo no han pasado desapercibidas y, aunque pueda tratarse de una simple afirmación de poder, representa una amenaza no solo para sus vecinos más próximos, sino también para Estados Unidos. Los expertos calculan que Corea del Norte tiene suficiente material fisionable para construir de 45 a 55 armas nucleares, con unas ojivas con un rendimiento de entre 10 y 20 kilotones, similares a la bomba que destruyó Hiroshima en 1945.

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Robo de criptomonedas, fuente de financiación

Un informe de Naciones Unidas aseguró recientemente que Corea del Norte obtuvo más de 300 millones de dólares en criptomonedas mediante hackeos para financiar sus programas nucleares y balísticos prohibidos. Según este informe, redactado por un grupo de expertos internacionales, entre 2019 y finales de 2020, piratas informáticos norcoreanos sustrajeron más de 316 millones de dólares de instituciones financieras y exchanges.

Expertos apuntan a que el régimen de Kim Jong-un patrocina varios grupos de expertos informáticos, como el Grupo Lazarus (también conocido como Guardian of Peace y Whois Team) y Advanced Persistent Threat 38 (APT38). Aunque nadie sabe exactamente cuántos piratas informáticos han sido contratados por el Gobierno norcoreano, analistas han estimado que la cifra asciende a más de 6.000, tanto dentro como fuera del país.

La bancarrota de FTX, el tercer exchange de criptomonedas del mundo, podría también afectar a Pyongyang gravemente y provocar la pérdida de la mayor parte del valor de su botín. Según diversos medios, Corea del Norte podría haber invertido en su grupo de hackers durante los últimos 15 años. A pesar de este contratiempo, el ejército digital de Kim Jong-un continuará haciendo de las suyas en el ciberespacio y, seguramente, encontrará nuevas vías de financiación de las que ya dispone actualmente. Entre estas fuentes también destaca el beneficio comercial que obtiene de China, a pesar del bloqueo impuesto por los Estados Unidos, así como el apoyo financiero incondicional de los surcoreanos que siguen la ideología "Juche", la misma filosofía política de corte marxista-leninista impuesta en Corea del Norte.

Foto: Kim Jong-un junto a su hija antes del lanzamiento de un misil. (Reuters)

Debate sucesorio

La aparición a finales de noviembre de Kim Jong-un junto con Ju Ae, su "hija más amada", según la Agencia Central de Noticias norcoreana, caminando alrededor de misiles levantó una enorme polvareda en la prensa especializada, abriendo un inesperado melón sucesorio. La vida personal del líder supremo de Corea del Norte ha sido siempre uno de los secretos mejor guardados y controlados del país, donde los medios están completamente controlados por el régimen.

Aunque gran parte de la vida privada de Kim sigue siendo desconocida, los medios surcoreanos informaron que Kim se casó con la cantante Ri Sol-ju en 2009 y que la pareja tiene tres hijos que nacieron en 2010, 2013 y 2017. Los medios especializados aseguran que el primogénito es un niño y la última descendiente es Ju Ae. Esto, ya que en 2013, tras un viaje a Pyongyang, la estrella retirada de la NBA Dennis Rodman declaró al periódico británico The Guardian que él y Kim pasaron un "rato relajado junto al mar" con la familia del gobernante y que sostuvo a la hija pequeña de Kim.

placeholder Kim Jong-un junto a su hija, Ju Ae. (EFE)
Kim Jong-un junto a su hija, Ju Ae. (EFE)

Los expertos en política coreana aseguran que el hecho que los medios de Pyongyang hayan subrayado el amor de su padre hacia Ju Ae no parece ser una coincidencia, ya que hasta la fecha no existe ninguna mención oficial sobre los otros hijos de Kim. La identidad de los hijos de Kim es una fuente de interés en los países occidentales, ya que el gobernante, de 38 años, no ha designado públicamente a un heredero.

Cuando Kim desapareció de la escena pública durante un largo periodo durante la pandemia en 2020, en medio de rumores no confirmados sobre su estado de salud, los medios de comunicación de todo el mundo se volvieron locos por saber quién podría ser el siguiente en la línea sucesoria de esta monarquía comunista única en el mundo. Muchos observadores dijeron entonces que la hermana menor de Kim, Kim Yo-Jong, dirigiría el país si su hermano quedaba incapacitado, pero esta posibilidad ha sido fuertemente cuestionada. Otros expertos consideran que la presentación de su hija es una distracción efectiva mientras intenta acostumbrar a Washington, Seúl y otros a vivir con la amenaza nuclear de Corea del Norte, un país que, sin importar los avances tecnológicos de la era de la comunicación, continúa siendo un misterio para Occidente.

La península de Corea está al rojo vivo, aunque prácticamente no haya noticias de ello. A pesar de que la atención internacional ha estado completamente volcada en Ucrania y, un poco menos, en las tensiones entre China y Taiwán, el territorio partido en dos por el paralelo 38 norte está viviendo una escalada bélica sin precedentes desde el fin de la guerra en 1953. Tradicionalmente, la tensión entre ambos países tenía que ver con factores internos intrapeninsulares, pero el fracaso de los acercamientos de estadounidenses y surcoreanos estos últimos años han provocado la aceleración del programa militar de Pyongyang.

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