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UK acude a las urnas: ¿Sobrevivirá Johnson tras las elecciones locales?
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Urnas locales, consecuencias nacionales

UK acude a las urnas: ¿Sobrevivirá Johnson tras las elecciones locales?

El varapalo para los conservadores que predicen los sondeos pondrá más presión al primer ministro, que atraviesa su momento más delicado en el cargo

Foto: Cartel en Londres que dirige hacia un centro de votación. (EFE)
Cartel en Londres que dirige hacia un centro de votación. (EFE)

“Cuando un régimen lleva en el poder demasiado tiempo, cuando ha agotado fatalmente la paciencia de la gente, me temo que todo el mundo puede confiar en que los líderes de ese régimen actuarán únicamente en interés de autopreservación y no en interés del electorado”, escribía Boris Johnson en Telegraph en 2011. Eran tiempos mejores. Como alcalde de Londres, gozaba de gran popularidad y como periodista, podía explayarse como quisiera —cuanto más irreverente mejor— con una columna semanal por la que se embolsaba 326.000 euros al año. A día de hoy, sus propias palabras parecen definirle. ¿Es el Partido Conservador un régimen que ha agotado fatalmente la paciencia de la gente tras 12 años en el poder? ¿Es el propio Johnson un líder que actúa únicamente en interés de autopreservación?

Está por ver cuál es el veredicto del electorado cuando se enfrente este jueves a las elecciones locales. Todo apunta a que la oposición laborista, que saca hasta nueve puntos de ventaja, arrebatará a los 'tories' gran parte de los 4.000 escaños que están en juego en 146 consistorios de Inglaterra, de un total de 333. En Escocia, donde dominan los independentistas, se renuevan todos sus 32 ayuntamientos, así como los 22 de Gales. Las municipales coinciden además con las 'autonómicas' de Irlanda del Norte, donde los católicos del Sinn Fein podrían hacer historia al convertirse, por primera vez, en la formación más votada.

Por regla general, los primeros ministros aborrecen este tipo de comicios porque siempre se utilizan como voto castigo al Gobierno. Pero en esta ocasión resultan especialmente dañinos para Johnson, porque sus propias filas se plantean hasta qué punto merece la pena mantenerle como candidato para las próximas generales, previstas en 2024.

Foto: La residencia del primer ministro británico. (EFE/Rain)

La “marca Boris” ha dejado de ser un arma infalible para la formación. Es más, se ha convertido en un lastre. En los panfletos se ha decidido excluir cualquier tipo de mención al excéntrico político porque, según los sondeos, la palabra con la que más le relacionan los votantes es la de “mentiroso”. El escándalo del 'Partygate' avanza imparable. Aunque la encuesta interna que preocupa realmente a los estrategas es que, en la economía, la ventaja de los conservadores sobre la oposición también se ha derrumbado. Y esto es particularmente alarmante para los 'tories' de cara a las próximas generales, ya que la crisis del costo de vida empeorará en los próximos meses a medida que aumenten los impuestos y la inflación, que va camino de situarse en un 8%, el nivel más alto desde 1990, cuando llegó al 10%.

En aquel momento, Margaret Thatcher se encontraba también en sus horas más bajas. En las locales celebradas ese año, los conservadores perdieron más de 200 escaños, mientras que los laboristas ganaron casi 300. Antes de que se arraigara la narrativa del desastre, la formación fue lo suficientemente astuta como para vender como gran triunfo las victorias en dos distritos clave, Westminster y Wandsworth. La Dama de Hierro pudo comprar tiempo, aunque forzaron su dimisión a finales de año.

El Partido Conservador siempre ha sido una máquina infalible de resiliencia. Ahora lleva 12 años en el poder, pero ha logrado convencer al electorado que con cada nuevo líder comenzaba una etapa que nada tenía que ver con la atención. Poco se parece la formación de David Cameron de 2010 con la de Boris Johnson de 2022.
Sin embargo, los ánimos comienzan a decaer. Y los diputados 'tories' que ganaron en las últimas generales de 2019 en distritos tradicionalmente laboristas gracias al Brexit temen ahora por sus puestos. No les va a temblar el pulso si consideran que Johnson está más que amortizado y hay que buscar un reemplazo.

Foto: Boris Johnson en la Abadía de Westminster. (EFE/Andy Rain)

En cualquier caso, parece poco probable que, a corto plazo, se vaya a celebrar una moción de confianza en el liderazgo. De momento, los rebeldes van a ver cómo se desarrollan los acontecimientos durante los próximos meses. La investigación de Scotland Yard sobre las fiestas en Downing Street en pleno confinamiento continúa y no se descarta que Johnson reciba más multas. Cuando terminen la pesquisa policial, se publicará además la investigación interna realizada al respecto por la alta funcionaria Sue Gray, quien ya adelantó a principios de este año que “hubo fallos de liderazgo y juicio”. Pero el momento realmente crítico llegaría en otoño, cuando se espera la investigación parlamentaria para determinar si el primer ministro mintió a Westminster al recalcar que no se rompieron las normas. Si es culpable de desacato, eso sí podría forzar su dimisión.

De cara a las locales de este jueves, la encuesta realizada por Lord Ashcroft, exvicepresidente del Partido Conservador, mostró que la oposición está por delante no solo en temas tradicionalmente laboristas como el NHS (Sanidad) y los servicios públicos, sino también en territorio supuestamente 'tories' como la inmigración y la lucha contra el crimen. Los conservadores son vistos además como "menos competentes". Y perder esa reputación, como le sucedió a la formación a fines de la década de 1990, sería entrar en fase terminal. Tras las locales de 1990, la proporción nacional de votos (44% frente 33%) apuntaba a una victoria laborista en las siguientes elecciones generales. Ahora los pronósticos sugieren que el porcentaje de votos será del 39% para los laboristas frente al 24% para los conservadores, una brecha lo suficientemente importante como para que los rebeldes comiencen a organizarse.

Foto: El ministro de Finanzas británico, Rishi Sunak, y Akshata Murthy, su esposa, en una recepción. (Reuters/Tristan Fewings)

De momento, los conservadores no cuentan con un reemplazo. Y eso es lo que mantiene a Johnson con oxígeno. El ministro del Tesoro, Rishi Sunak, que durante tiempo fue visto como el gran favorito, se ha quedado ahora sin ninguna posibilidad. Pero ya comienzan a escucharse otros nombres, como Ben Wallace, el titular de Defensa. No es precisamente 'Mr. Carisma', pero quizá lo que vayan buscando ahora las filas sea precisamente un tipo aburrido.

Es complejo predecir el alcance de unos comicios locales. El éxito de los laboristas en 1990 no se tradujo luego en una victoria en las elecciones generales. Los 'tories' ganaron dos años después. La advertencia para Johnson, sin embargo, es que para conseguirlo, cambiaron de líder. Se cargaron sin piedad a Thatcher para poner a John Major, el candidato del que menos se había hablado. La historia no está del lado del 'premier'.

“Cuando un régimen lleva en el poder demasiado tiempo, cuando ha agotado fatalmente la paciencia de la gente, me temo que todo el mundo puede confiar en que los líderes de ese régimen actuarán únicamente en interés de autopreservación y no en interés del electorado”, escribía Boris Johnson en Telegraph en 2011. Eran tiempos mejores. Como alcalde de Londres, gozaba de gran popularidad y como periodista, podía explayarse como quisiera —cuanto más irreverente mejor— con una columna semanal por la que se embolsaba 326.000 euros al año. A día de hoy, sus propias palabras parecen definirle. ¿Es el Partido Conservador un régimen que ha agotado fatalmente la paciencia de la gente tras 12 años en el poder? ¿Es el propio Johnson un líder que actúa únicamente en interés de autopreservación?

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