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¿Verde y conservador en España?: "Se puede ser de derechas, ecologista y crear riqueza"
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entrevista a los fundadores de OIKOS

¿Verde y conservador en España?: "Se puede ser de derechas, ecologista y crear riqueza"

En esta entrevista con El Confidencial, Luis Quiroga y Toni Timoner explican los motivos que les han llevado a fundar el primer 'think tank' ecologista de derechas en España

Foto: Toni Timoner y Luis Quiroga, fundadores de Oikos. (Celia Maza)
Toni Timoner y Luis Quiroga, fundadores de Oikos. (Celia Maza)
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Luis Quiroga, socio director de una gestora de fondos, y Toni Timoner, economista jefe de escenarios globales en una institución financiera internacional, se dieron cuenta que en la política española había un problema con la cuestión medioambiental al verse continuamente desubicados. Ideológicamente, cuando estaban en actos ecologistas, les preguntaban qué hacían ellos por allí si no se consideraban de izquierdas. Y en los círculos de centro derecha, les chirriaba cómo, trabajando en el sector financiero, podían ser dos convencidos de la causa verde.

En otros países, esto nunca les había supuesto un hándicap. Es más, en el Reino Unido, donde ambos tienen establecido ahora su residencia, los conservadores de Boris Johnson ejercen de paladines políticos contra el cambio climático. En España, sin embargo, consideran que la cuestión medioambiental ha quedado “secuestrada” por la izquierda, sin que los partidos de centro derecha hayan hecho nada por remediarlo. Por eso han creado Oikos el primer 'think tank' ambiental español de centro derecha. El nombre apela a la raíz griega y compartida de Ecología y Economía, consagradas al “estudio” y a la “gestión” del “hogar”; en definitiva, del planeta.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (Ilustración: El Herrero)

P. Consideráis que en España, el discurso político medioambiental ha quedado secuestrado por la izquierda y, en este sentido, habláis del 'mito de la sandía'. ¿En qué consiste?

QUIROGA. En España, se asume que ser ecologista es ser de izquierdas. Hablamos del 'mito de la sandía' porque se da por hecho que si es verde por fuera, tiene que ser rojo por dentro. Nosotros creemos que eso es un mito y que, en definitiva, lo verde es verde. Y luego cómo afrontas el problema, puede ser azul o rojo. Esto lo vemos cuando hablamos con nuestros amigos de izquierdas coincidimos en gran parte del diagnóstico de los problemas: cambio climático, pérdida de biodiversidad, economía circular… Pero a la hora de proponer soluciones vemos grandes diferencias. Mientas que ellos apuestan por la intervención del Estado, nosotros creemos más en el poder de la innovación y el sector privado. Este es un debate muy valioso que echamos de menos en España.

P. En Alemania, Austria o Reino Unido, los conservadores se presentan sin problemas como abanderados de la causa verde ¿Por qué el 'premier' británico, Boris Johnson, puede presentarse como el 'Capitán Planeta' y Pablo Casado no?

TIMONER. Habiendo vivido en el extranjero, nos hemos dado cuenta de que un enfoque liberal conservador hacia el medio ambiente es algo que es bastante normal fuera de España. Es muy habitual en el norte de Europa. Y en el Reino Unido, de hecho, es la marca de la casa. Nos preguntamos, por qué esto en España no puede ser. Boris Johnson sabe que sus votantes de derechas no le van a penalizar por su discurso medioambiental, sino todo lo contrario, porque lo ven un patrimonio nacional que quieren proteger. Lo tienen claro desde hace décadas. Los votantes 'tories' saben que se puede proteger el medio ambiente sin perjudicar la prosperidad económica. Lo han visto y lo han palpado en las políticas de los últimos 40 años. En España, sin embargo, el votante de centro derecha ve esta cuestión como el Caballo de Troya que la izquierda utiliza como excusa para introducir unos cambios estructurales en la sociedad. Temen que, aceptando que hay que reaccionar al problema medioambiental, la izquierda imponga su visión de las cosas. Y es un temor justificado porque la izquierda no ha disimulado sus intenciones y por parte de la derecha ha habido una ausencia de respuesta por falta de un pensamiento medioambientalista propio y diferenciado.

"Los votantes 'tories' saben que se puede proteger el medio ambiente sin perjudicar la prosperidad económica"

P. ¿Qué es Oikos y qué pretende?

Q. Simplemente queremos que haya un debate político en torno a la forma de proteger el medio ambiente, y que, al igual que pasa en otros países, la derecha también sea una abanderada de la causa medioambiental, sin complejos y desde la tradición liberal conservadora. Queremos acabar con el monopolio narrativo de carácter progresista frente al que defendemos un medioambientalismo en coherencia con los principios basados en respecto a la tradición, nación y libertad del individuo. Y de modo concreto, defendemos una transición energética de manera pragmática y realista.

T. No hay ecología eficaz sin una dimensión económica sensata y ordenada. Simplemente queremos que en España exista una propuesta medioambiental alternativa. Es un mensaje que lanzamos tanto a los políticos como a los ciudadanos. Nosotros tenemos nuestras carreras profesionales, no hemos montado el 'think tank' para vivir de esto: es nuestra aportación como sociedad civil.

P. ¿Cuándo y cómo la izquierda en España logra monopolizar el debate?

T. Históricamente la causa ecologista empieza en los 70. Y si bien en otros países la derecha comenzó a dar respuestas, en España ganó la izquierda porque, como se diría en fútbol, la derecha sencillamente no compareció en el partido de las narrativas. Pero cuando ha gobernado la derecha ha hecho muchas cosas por el medio ambiente. Entre otros, el PP creó el ministerio de Medio Ambiente en 1996, firmó el Protocolo de Kioto en 1997 y creó la Oficina Española de Cambio Climático en 2001. Había una senda ya creada. Pero luego llega Zapatero y logra que el ecologismo pase a las trincheras de la guerra cultural. Si bien antes podía haber una división de izquierdas o derechas, con Zapatero se crea el cisma.

Foto: Los Verdes son ya la tercera fuerza del Parlamento alemán. (Reuters)

P. ¿Veis posible que el centro derecha en España haga ahora esa transición, precisamente cuando está debilitada ante el auge de Vox, que alimenta el negacionismo climático?

Q. Sobre el negacionismo es importante tener datos. Hemos realizado la primera encuesta a nivel nacional dedicada íntegramente a preguntas sobre cambio climático en términos políticos y solo el 20% de los votantes de Vox es negacionista. Por lo tanto, creemos que es incorrecto decir que la derecha, incluyendo a Vox, debe apelar al negacionismo porque no habla para la mayoría de sus votantes. La gran mayoría de los españoles están preocupados por el cambio climático; el negacionismo hace ruido, pero es muy marginal. Donde sí vemos una diferencia clarísima es en las opiniones sobre la forma de hacer la transición energética. Pero esto no tiene eco político ahora mismo: cuando preguntamos quién estaba mejor capacitado para defender el medio ambiente, los votantes de izquierda tenían claro que eran los partidos de izquierda.

Sin embargo, los votantes de derechas no lo tenían claro. Esta es una situación muy anómala. Resulta que hay mucha gente que se siente de alguna manera huérfana en cuestiones ambientales y otra gente que está también a la espera de que lo defiendan “los míos” para dar el paso adelante. A mí me gustaría que en las próximas elecciones hubiera un debate sobre la política medioambiental y que el centro derecha defendiera sus credenciales sin tapujos.

P. No habrá cambio en el centro derecha sin apoyo a nivel empresarial. ¿Están dispuestos los empresarios españoles a realizar la transición verde? ¿Se han dado cuenta de que se puede ganar dinero con esto?

T. Los empresarios están mucho más dispuestos de lo que percibe la opinión pública. Para producirse cambios, o son los partidos los que muestran el camino a los votantes, o son los votantes quienes presionan para que los partidos tomen un camino u otro. Ahora en el centro derecha hay un círculo vicioso porque tanto partido como votante son tímidos porque no encuentran esa identidad discursiva. Y nosotros queremos romper ese círculo. Y creemos que el sector financiero va por delante. Nosotros nos dedicamos profesionalmente a lo que es total o parcialmente la transición energética en el las finanzas y lo que hemos visto en los últimos siete años es que hay un interés extraordinario en esta cuestión porque la ven ya inevitable. Hay que evitar un cambio climático desastroso y actuar para que el mercado pueda contribuir a cambiar este curso. Se puede luchar contra el cambio climático en unos términos perfectamente liberales, incluso conservadores. Pero en España ideológicamente esto parece que es una disfunción.

"Desde el punto de vista conservador, la protección al medio ambiente es también una obligación moral"

Q. Las empresas se han dado cuenta de que el sector verde es una enorme oportunidad de negocio y ¡sin subvenciones! Y no hablo para las grandes empresas, también para las medianas y pequeñas y emprendedores en todo el mundo. Evidentemente hay industrias que habrá que abandonar. Pero habrá otras que surgirán y crearán riqueza. La empresa de la que yo soy co-fundador es un modesto ejemplo de ello. Porque la 'transición verde' no es un problema ideológico, sino tecnológico. Nos hemos dado cuenta ahora de que la tecnología de fósiles que ha funcionado muy bien y ha permitido un bienestar sin precedentes, presenta problemas y hay que cambiarla. ¿Te acuerdas de Moby Dick? Antes se cazaban ballenas, entre otros, para el aceite que se utilizaba para alumbrado. Hasta que se dieron cuenta que extraer petróleo era más fácil que cazar ballenas. El cambio tecnológico que hay que hacer ahora llevará tiempo, pero para los inversores es una gran oportunidad. Pero no olvidemos que la motivación no es solo monetaria. Desde el punto de vista conservador, la protección del medio ambiente es también una obligación moral hacia las generaciones venideras.

P. El problema que se plantea con el medio ambiente para los políticos es que supone pedir a los votantes actuales que hagan sacrificios para que los beneficios los disfruten los votantes de generaciones futuras. Y eso, a priori, parece poco rentable. ¿Cómo se puede vender entonces el mensaje?

Q. Lo primero, siendo honesto y no vendiendo la moto, a diferencia de lo que hace la izquierda a menudo. No se puede decir a la gente que va a ser todo un camino de rosas porque luego llegan las dificultades. Segundo, siendo pragmático y apostando por una transición progresiva y equitativa. No puedes subir el precio de la energía o decir a la gente que no puede circular por el centro de Madrid si no tiene un coche eléctrico de la noche a la mañana. Si vas poco a poco, la gente se amoldará. Si lo haces de manera drástica, habrá rechazo. Lo vimos en Francia, por ejemplo, con la que se montó con el impuesto del diésel y los chalecos amarillos. En el Reino Unido, sin embargo, están pensando en cambiar la presión fiscal de la electricidad al gas, pero en un plazo de más de una década. La izquierda dice que diez años es mucho tiempo. Pero en realidad es un horizonte consistente con hacer una transición tecnológica en dos generaciones. Extender los cambios en el tiempo es muy importante, mira el ejemplo de los videoclubs. ¿Qué ha pasado? Primero llegó Canal+, luego los DVD baratos, luego las descargas, y al cabo de veinte años, Netflix ¿Alguien ha pedido ayuda para rescatar a los videoclubs?

Foto: Foto: EFE

P. ¿Cuál es la principal diferencia entre el ecologismo de izquierdas y de derechas?

Q. La izquierda es muy escéptica respecto a que las empresas puedan encontrar soluciones y quiere imponer el papel de Estado. Pero esto no es realista. Hasta los científicos más neutrales reconocen que hace falta innovación ecológica para alcanzar los objetivos climáticos que tenemos todos a nivel global. Y mientras la izquierda vende que esa innovación no va a existir, estamos viendo unos avances tremendos en soluciones sostenibles. La historia demuestra una y otra vez que cuando la gente se pone a trabajar en un problema y hay incentivos, aparecen soluciones nuevas. La innovación es clave. Nosotros reconocemos que tiene que haber algún tipo de papel del sector público, ¡la propia Margaret Thatcher lo reconocía!. Pero no puede ser el único.

T. Para parte de la izquierda, el medio ambiente es un pretexto para implementar una agenda particular que no tiene nada que ver con el cambio climático. Ven esto como una oportunidad para incrementar el papel intervencionista del estado. Quieren aprovechar esto para implementar el resto de su agenda y esto no es solo deshonesto, sino que, no ayuda a la causa porque distrae la atención del objetivo. Y si persiste en su empeño de imponer dogmas climáticos a rodillo, aumentará la polarización y nunca funcionará.

P. Para concluir, advertís incluso que la lucha contra el cambio climático se debe contemplar como una cuestión de seguridad nacional, como ya lo hacen países acostumbrados al realismo político como Rusia o los Estados Unidos.

T. El cambio climático es una amenaza a la seguridad nacional, sobre todo en localizaciones geográficas como la nuestra, donde sabemos que estamos cerca de regiones que van a sufrirlo mucho más más que el norte de Europa y donde se ha demostrado con el tema de la primavera árabe, entre otros, que cambios climáticos muy radicales pueden causar inestabilidades socio económicas y políticas y olas de inmigración que sabemos generan inestabilidades políticas.

Q. Que la izquierda nunca ha cubierto esta cuestión como corresponde. Piensan que las fronteras no existen, viven en los mundos de Yupi. Les muy curioso cómo compaginan su optimismo antropológico con su pesimismo climatológico. Pero el problema es real. Si miras en cualquier modelo del IPCC, las previsiones de hambrunas y sequías en África para dentro de 30 años te echas a temblar. La generación de nuestros hijos va a tener un problema de fronteras enorme y la izquierda no está diciendo nada. Por eso es clave que tengamos un debate lúcido y honesto y nos pongamos a trabajar cuanto antes.

Luis Quiroga, socio director de una gestora de fondos, y Toni Timoner, economista jefe de escenarios globales en una institución financiera internacional, se dieron cuenta que en la política española había un problema con la cuestión medioambiental al verse continuamente desubicados. Ideológicamente, cuando estaban en actos ecologistas, les preguntaban qué hacían ellos por allí si no se consideraban de izquierdas. Y en los círculos de centro derecha, les chirriaba cómo, trabajando en el sector financiero, podían ser dos convencidos de la causa verde.

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