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Etiopía, en guerra contra sí misma: ¿qué está pasando en Tigray?
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Una cooperante española, asesinada

Etiopía, en guerra contra sí misma: ¿qué está pasando en Tigray?

Miles de civiles, la mayoría étnicamente tigrinos, han fallecido, 1,7 millones de personas se han convertido en desplazados internos y más de 60.000 refugiados han huido al vecino Sudán

Foto: Un tanque en Tigray (Reuters)
Un tanque en Tigray (Reuters)

La mañana del viernes se encontró, vacío, el coche donde viajaban tres trabajadores de Médicos Sin Fronteras desplegados en la región de Tigray (Etiopía), y con los que se había perdido contacto el día anterior. A pocos metros de distancia, sus cuerpos sin vida, entre ellos el de María Hernández, cooperante madrileña que trabajaba como coordinadora de emergencia de MSF en la zona. Las circunstancias exactas de sus muertes están todavía por detallar, pero la organización médica ha "condenado con dureza el ataque" que se ha cobrado las vidas de María, Yohannes Halefom Reda y Tedros Gebremariam Gebremichael, que se produce en una región azotada por el conflicto desde el pasado noviembre y donde se está viviendo una auténtica catástrofe humanitaria.

La región semiautónoma de Tigray, la más septentrional de Etiopía y que hace frontera con Eritrea, es la mancha más oscura del primer ministro y premio Nobel de la Paz Abiy Ahmed Ali, quien el pasado noviembre ordenó un ataque de las tropas federales etíopes y otras milicias contra las fuerzas locales rebeldes de la región de Tigray. Desde entonces, se han cometido atrocidades por todas las partes en conflicto, desde asesinatos en masa -algunos con machetes- a violaciones generalizadas y saqueo de propiedades. Miles de civiles, la mayoría étnicamente tigrinos, han fallecido, 1,7 millones de personas se han convertido en desplazados internos y más de 60.000 refugiados han huido al vecino Sudán. Pero el conflicto se está convirtiendo también en la peor crisis alimentaria a nivel mundial de la última década, desde la gran hambruna de Somalia en 2011.

Foto: El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed Ali, durante la inauguración de una placa conmemorativa en Adís Abeba. (Getty)

Etiopía es un delicado cóctel de etnias y milicias descentralizadas del gobierno federal en Adis Abeba. El conflicto se desató cuando el gobierno de Abiy decidió retrasar las elecciones generales, programadas para agosto de 2020, por el coronavirus. El Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF), una organización política y militar de etnia Tigray que había dominado la coalición gobernante de Etiopía durante décadas hasta la llegada en 2018 de Abiy (de etnia oromo) quien los apartó del poder, celebró unilateralmente sus propias elecciones en la región, insistiendo en que Abiy era un líder ilegítimo. El gobierno federal se negó a reconocer los resultados y el Ministerio de Finanzas dejó de distribuir fondos al gobierno regional de Tigray.

En respuesta, el TPLF atacó una base militar de tropas federales como "autodefensa preventiva", según lo confirmaron ellos mismos. Ahí se encendió la mecha: el 4 de noviembre, Abiy ordenó la operación militar en Tigray, denominándola como una "operación de cumplimiento de la ley" que se ha convertido en una invasión a gran escala del territorio.

Desde entonces, la lucha no ha dejado de intensificarse, a pesar de que Abiy ha asegurado en varias ocasiones ya "la victoria" sobre el TPLF.

Este mismo martes, un bombardeo del Ejército etíope sobre un mercado en la ciudad de Togoga, en Tigray, se ha cobrado las vidas de al menos 64 personas. Portavoces del Ejército han asegurado que no se bombardeó a civiles, sino milicianos del TPLF vestidos de civiles. La situación en el terreno sigue siendo muy volátil y los combates continúan en varias zonas, especialmente desde que a principios de esta semana las fuerzas del TPLF reforzaran su ofensiva.

Además de tropas federadas etíopes, en la región se ha detectado actividad violenta de tropas eritreas -que tienen una larga contienda con las fuerzas tigrinas, pese al acuerdo de paz firmado por Abiy en 2018 y que le valió el Nobel- y milicias de Amhara, otra región etíope de distinta etnia y tradicional rival de Tigray. Se han documentado varias masacres por parte de milicias eritreas -presuntamente aliadas de las tropas federales etíopes- contra civiles tigrinos, alimentando las acusaciones de "limpieza étnica".

Hambre como arma de guerra

La cobertura de la crisis ha sido muy irregular. Durante los primeros compases de la ofensiva etíope, el Gobierno prohibió todo acceso a medios de comunicación y organizaciones humanitarias, además de bloquear el acceso a internet y red telefónica. Los primeros testimonios del horror que estaba sucediendo en Tigray tuvieron que darlos los refugiados tigrinos huidos a Sudán, que han relatado ejemplos del uso de la violación como arma de guerra y asesinatos de civiles.

Foto: Miembros de milicias de la región Amhara rumbo a Tigray. (Reuters)

El acceso a la ayuda humanitaria para los habitantes dentro de Tigray ha sido inconsistente. En mayo, Naciones Unidas acusó a las tropas federales etíopes y sus milicias aliadas de bloquear la entrada de suministros humanitarios -comida- a zonas de Tigray, una acusación que el gobierno de Abiy ha negado. El Coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Mark Lowcock, en una entrevista con Reuters, señaló específicamente a las fuerzas eritreas por "tratar de lidiar con la población de Tigray matándola de hambre", es decir, bloqueando suministros y saqueando. "La comida definitivamente se está utilizando como arma de guerra", ha aseverado.

placeholder Presencia de equipos de MSF en Tigray (MSF)
Presencia de equipos de MSF en Tigray (MSF)

La semana pasada, las agencias humanitarias advirtieron que 350.000 personas en Tigray están al borde de la hambruna, una crisis que los diplomáticos han descrito como "provocada por el hombre". El gobierno de Etiopía ha rechazado la cifra y dice que la ayuda alimentaria ha llegado a 5,2 millones de personas en la región de 6 millones de habitantes.

Elecciones en Etiopía

Paralelamente, esta semana se han celebrado elecciones generales en el resto de Etiopía. Los resultados oficiales no han sido todavía anunciados, pero se espera que el partido de Abiy Ahmed Ali se proclame vencedor, gracias a su todavía muy amplia base electoral y a la fragmentación de la oposición. Varios candidatos opositores han sido encarcelados o se les ha impedido presentarse.

Lo que habría sido una dulce victoria para Abiy tras su primer paso por las urnas se ha terminado agriando. El conflicto en Tigray ha generado críticas en la comunidad internacional, especialmente en Estados Unidos. El pasado 11 de junio, el departamento de Estado de EEUU afirmó que estaba "muy preocupado" por las elecciones en Etiopía y pidió al gobierno que prometiera un diálogo con la oposición. Las peticiones de EEUU no se pueden tomar a la ligera: el gobierno Joe Biden, ha impuesto amplias sanciones a la Etiopía de Abiy, antiguo líder admirado por la comunidad internacional. También y ha instado al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial a que congelaran fondos destinados al desarrollo de Etiopía, en un momento especialmente delicado en el que el país quiere reestructurar su deuda, abrir su economía y atraer negocios extranjeros al segundo país más poblado de África (112 millones de habitantes, solo por detrás de Nigeria).

La mañana del viernes se encontró, vacío, el coche donde viajaban tres trabajadores de Médicos Sin Fronteras desplegados en la región de Tigray (Etiopía), y con los que se había perdido contacto el día anterior. A pocos metros de distancia, sus cuerpos sin vida, entre ellos el de María Hernández, cooperante madrileña que trabajaba como coordinadora de emergencia de MSF en la zona. Las circunstancias exactas de sus muertes están todavía por detallar, pero la organización médica ha "condenado con dureza el ataque" que se ha cobrado las vidas de María, Yohannes Halefom Reda y Tedros Gebremariam Gebremichael, que se produce en una región azotada por el conflicto desde el pasado noviembre y donde se está viviendo una auténtica catástrofe humanitaria.

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