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Teléfono rojo en el Mediterráneo Oriental: claves de la disputa entre aliados de la OTAN
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Teléfono rojo en el Mediterráneo Oriental: claves de la disputa entre aliados de la OTAN

A Recep Tayyip Erdoğan no le iría mal una subida de nacionalismo turco que le dispare en las encuestas en un momento en que la economía turca ha sido duramente golpeada

Foto: Foto: Reuters
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"Esto no lo empezamos nosotros", declaró el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, en una reciente entrevista con GZERO Media sobre la disputa entre su país y Turquía sobre quién controla qué aguas en el Mediterráneo Oriental. Días después, ambas partes acordaron un plan de desescalada tutelado por la OTAN, incluyendo un teléfono rojo para evitar incidentes que pudieran desencadenar un conflicto armado.

¿Sobre qué han estado peleándose griegos y turcos durante todo el verano, y por qué esta disputa entre enemigos acérrimos -y aliados en la OTAN- ha puesto a la Unión Europea entre la espada y la pared? El desencuentro más reciente entre Grecia y Turquía es sobre quién controla el fondo marino rico en energía en aguas próximas a la isla-nación de Chipre.

Como Grecia, Chipre es un estado miembro de la UE, y la mayoría de su población es griego-chipriota. Pero el tercio norte de la isla, habitado en su mayor parte por personas de etnia turca, está controlado por una administración pro-turca reconocida únicamente por Ankara, que tiene allí desplegadas miles de tropas.

Foto: Helicópteros de la US Navy MH-60R en configuración antisubmarino (arriba) y ataque (abajo) que presumiblemente podría adquirir Grecia. (US Navy)

La República Turca del Norte de Chipre ha concedido a empresas energéticas turcas licencias para empezar a extraer petróleo y gas natural que tanto Grecia como el Gobierno (oficial) chipriota tachan de ilegítimas. El conflicto se intensificó durante el verano, cuando Turquía envió un buque de investigación (escoltado, en una demostración de poderío, por fragatas de la Armada) a las aguas en disputa.

El paso atrás antes de la guerra

Grecia respondió exigiendo sanciones de la UE contra Turquía, mientras Francia avivó las llamas al respaldar a Grecia y ofrecer apoyo militar. Mientras la retórica se calentó, la decisión de Turquía de convertir Santa Sofía en Estambul en una mezquita lo empeoró todo, y por un tiempo pareció que ambas partes se encaminaban a una guerra, aunque una intervención diplomática liderada por Alemania logró que griegos y turcos dieran un paso atrás, aunque la amenaza de sanciones todavía pesa para Turquía.

La ley internacional está del lado de Atenas. De acuerdo a la Convención de Naciones Unidas sobre la Ley del Mar (UNCLOS, siglas en inglés), Grecia tiene derecho a establecer zonas económicas exclusivas (EEZ, siglas en inglés) desde la costa de sus muchas islas en la zona disputada, como por ejemplo la isla de Kastelorizo que está justo enfrente de la costa turca. Chipre ha utilizado el mismo argumento legal para firmar acuerdos de EEZ con estados no miembros de la UE como Egipto, el Líbano e Israel.

Turquía, que no ha firmado UNCLOS, rechaza las EEZ griegas y chipriotas porque se solapan con zonas reclamadas por Turquía o sus aliados. ¿Por qué le importa esto tanto a Turquía? Primero, Ankara quiere reducir su dependencia sobre Gas Natural procedente del Mar Caspio de países productores como Azerbaiyán, que está cada vez más cerca de entrar en su propia guerra abierta con Armenia. Segundo, al presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, no le irá mal una subida de nacionalismo turco que le dispare en las encuestas en un momento en que la economía turca ha sido duramente golpeada por la pandemia.

Foto: Imágenes distribuidas por el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán. (EFE)

Tercero, cuanto más envalentonado se vea Erdogan en su ambición de que Turquía proyecte su poder más allá de las costas turcas, más se parecerá esta disputa a la cruzada de China para dominar el Mar de China Meridional.

Finalmente, la UE está en una encrucijada. Por una parte, Bruselas debe defender la integridad territorial de las aguas de dos estados miembros de la UE. Por la otra, no se puede permitir el lujo de mosquear a Turquía por su influencia sobre la política migratoria de la UE, especialmente después de que un incendio en el mayor campamento de refugiados de la UE haya dejado a miles de inmigrantes sin lugar a donde ir. ¿Qué hará Bruselas?

*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en GZERO Media. Si te interesa la política internacional pero quieres que alguien te la explique, suscríbete al newsletter Signal aquí.

"Esto no lo empezamos nosotros", declaró el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, en una reciente entrevista con GZERO Media sobre la disputa entre su país y Turquía sobre quién controla qué aguas en el Mediterráneo Oriental. Días después, ambas partes acordaron un plan de desescalada tutelado por la OTAN, incluyendo un teléfono rojo para evitar incidentes que pudieran desencadenar un conflicto armado.

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