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Banderas rojas para pedir socorro: Colombia se enfrenta al coronavirus... y al hambre
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EN LA REGIÓN DE FLORENCIA

Banderas rojas para pedir socorro: Colombia se enfrenta al coronavirus... y al hambre

El gobierno local ha repartido 15.000 bolsas de comida entre las familias más desfavorecidas, pero no es suficiente

Foto: El presidente colombiano Iván Duque. (Efe)
El presidente colombiano Iván Duque. (Efe)

Hace once años, Edith Monroy fundó un refugio comunitario en la ciudad colombiana de Florencia, en la región amazónica, con la idea de albergar a los huidos y desplazados de la guerra civil colombiana y a quienes no tuviesen recursos suficientes siquiera para permitirse una chabola. Pero hace un mes, Monroy y su hijo, Robinson Álvarez Monroy, quien la ayuda a gestionar el refugio, se encontraron desabastecidos y con tan sólo un manojo de acelgas en la despensa. Álvarez decidió entonces subir al tejado del refugio y colocar una bufanda roja a modo de llamada de auxilio.

Las banderas rojas —camisetas, bufandas o lo que haya a mano— se han convertido en Colombia en las últimas semanas en el símbolo de la desesperación, de la petición de auxilio, como informa ‘The Washington Post’ en un reportaje a principios de esta semana. “Tenemos que asegurarnos de que el mundo sepa que existimos”, ha explicado Álvarez al diario estadounidense en una videoconferencia desde el poblado chabolista de Villa Real en Florencia. “No tenemos nada que comer. Dependemos de la caridad y el buen corazón de quienes pasan por aquí y ven las banderas rojas. Así es como saben que tenemos hambre”. La suya es tan sólo una de un centenar de banderas rojas que pueblan los tejados de Villa Real.

No tenemos nada que comer. Dependemos de la caridad y el buen corazón de quienes pasan por aquí y ven las banderas rojas

El coronavirus no ha incidido en Colombia tanto como en algunos de sus países vecinos, como Perú, Ecuador o Brasil. Este miércoles, los infectados ascienden a 12.272 y 493 fallecidos. Pero el poblado chabolista ha sido una de las zonas más afectadas, debido a las migraciones y que las medidas de confinamiento impiden que los trabajadores puedan trabajar en una economía de mera subsistencia.

Entre los vecinos del refugio casos como el de Adriana María Moreno, que llegó hace nueve años con su marido y dos hijos huyendo de las FARC, a las que había pertenecido su pareja como soldado. Hasta que el presidente Iván Duque anunció el estado de emergencia y las medidas de confinamiento, Moreno trabajaba como manicurista y su marido conduciendo un taxi. Sin ingresos, la familia se quedó sin comida y en estas últimas semanas han dependido de la ayuda de la gente para sobrevivir; no han recibido ninguna ayuda por parte del Gobierno, a pesar de la bandera roja que ondea en su tejado. “Comemos sólo dos veces al día”, admite, “pero para mañana mi madre nos va a mandar unos huevos. Después no tengo ni idea de qué haré”.

Comemos sólo dos veces al día, pero para mañana mi madre nos va a mandar unos huevos. Después no tengo ni idea de qué haré

Otra de las vecinas, Sandra Forero, de 35 años y madre soltera de tres niños llegó a Florencia hace cinco años huyendo también de las FARC. Trabajaba como asistenta doméstica hasta que estalló la crisis. Ahora, admite, están pasando hambre. “Una buena mujer vio la bandera roja y nos trajo atún y plátanos. También algunos huevos. Eso es todo lo que tenemos”. “Pienso mucho en mis hijos”, cuenta a ‘The Washington Post’, “es muy triste pensar en que tus hijos se van a la cama habiendo comido sólo un trozo que una persona nos ha regalado. El hambre es como la tristeza. Duele”.

El gobierno local ha distribuido 15.000 bolsas de alimentos entre las familias con menos recursos, según el alcalde Luis Antonio Ruiz, aunque admite que no es suficiente. “Sin ayuda de la administración central no podemos ayudar a tanta gente. No podemos impedir que la gente salga a la calle cuando tiene hambre”. La iglesia y el gobierno local han unido fuerzas, mientras esperan una respuesta de la administración central. Alrededor de 150 personas se manifestaron recientemente para pedir ayuda; los habitantes de Villa Real afirman que sólo los ayuda la gente que para al ver las banderas rojas.

Hace once años, Edith Monroy fundó un refugio comunitario en la ciudad colombiana de Florencia, en la región amazónica, con la idea de albergar a los huidos y desplazados de la guerra civil colombiana y a quienes no tuviesen recursos suficientes siquiera para permitirse una chabola. Pero hace un mes, Monroy y su hijo, Robinson Álvarez Monroy, quien la ayuda a gestionar el refugio, se encontraron desabastecidos y con tan sólo un manojo de acelgas en la despensa. Álvarez decidió entonces subir al tejado del refugio y colocar una bufanda roja a modo de llamada de auxilio.

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