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Por qué cierran las cárceles de los Países Bajos (y las dudas que está generando)
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TERCERA TASA MÁS BAJA DE ENCARCELAMIENTO

Por qué cierran las cárceles de los Países Bajos (y las dudas que está generando)

El país neerlandés ha conseguido que las condenas bajen un 27% en la última década, mientra que en el mismo periodo se han desplomado en un 40% los delitos cometidos

Foto: Por qué cierran las cárceles de los Países Bajos (y las dudas que está generando). (EFE)
Por qué cierran las cárceles de los Países Bajos (y las dudas que está generando). (EFE)

Tradicionalmente, las cárceles de medio mundo se han encontrado con un problema: escasez de celdas para dar cabida al alto número de presos con el que cuentan. Son muchos los expertos que han tratado de dar una vuelta al concepto de prisión con la idea de encontrar una manera de mejorar el sistema, pero solo un país ha conseguido dar con la tecla para vaciar sus cárceles: los Países Bajos. Pero, ¿es efectivo en realidad su método?

En buena parte de los países democráticos, la idea de las cárceles no tiene como objetivo 'encerrar al malo', sino convertirlo en un proceso para conseguir reinsertar al reo, que se aleje de la violencia y reconduzca su vida una vez esté de nuevo en la calle. Sin embargo, no siempre es efectivo: la falta de personal y el exceso de prisioneros provoca que, en muchas ocasiones, se olvide esta idea con el objetivo de que pasen los años de condena sin más.

Foto: Un agente de policía a las puertas de una prisión noruega cercana al pueblo de Eidsmarka, próximo a Oslo (Reuters).

Pero los Países Bajos decidieron dar una vuelta a este concepto. Replantearse el objetivo de la prisión y los métodos para conseguir la reinserción. Así, los expertos pronto se dieron cuenta de que entrar en la cárcel no era positivo para el sujeto pues, a pesar de la gravedad del delito que hubiera cometido, la realidad es que perdía todo vínculo con su familia, se quedaba sin trabajo e, incluso, perdía su casa. Cuando saliera, su reinserción era prácticamente imposible.

Basándose en esta información, decidieron probar con un sistema alternativo: evidentemente, nadie aprueba los crímenes o la violencia que les ha llevado a la cárcel pero, a lo mejor, en lugar de encerrar a alguien en una celda se puede ofrecer un tratamiento alternativo: escuchar y ayudar. Y es que las autoridades descubrieron que buena parte de los presos de sus cárceles sufrían algún tipo de trastorno: adicciones, problemas psicológicos, carencia de afecto, problemas económicos...

Con esa idea nació el TBS, un programa especial de rehabilitación centrado en la comprensión de la personalidad para tratar de solucionar sus problemas y conseguir una reinserción más exitosa: deben ser personas con una condena de más de cuatro años y con altas posibilidades de reincidencia. Así, se trabaja específicamente en su reinserción pero, si el paciente se niega a cooperar, se le traslada a un hospital de alta seguridad donde es tratado, tal y como indica 'The Guardian'.

Esta iniciativa permite al preso no estar en prisión, evitando que se aleje de la realidad, con lo que el porcentaje de reinserción es realmente alto. Pero, a su vez, eso genera otra situación: las cárceles se han quedado sin presos. Desde 2014, los Países Bajos han cerrado un total de 23 cárceles, reconvertidas en muchos casos en viviendas y en hoteles. No en vano, tiene la tercera tasa más baja de encarcelamiento de Europa... pero los datos aún asustan más.

La reinserción por encima de todo

Las condenas han bajado en un 27% en la última década pero, lo más sorprendente, es que no se produce por un cambio de la Justicia a la hora de mandar a la cárcel a los delincuentes, sino que en el mismo periodo de tiempo se han desplomado en un 40% el número de delitos cometidos. ¿Qué es lo que está sucediendo? No existe una explicación real, salvo dos conceptos: la legalización de las drogas y la reinserción, que ha provocado que los más proclives a reincidir no lo hagan.

Decenas de cárceles han tenido que reinventarse como resultado de medidas alternativas para la reinserción social de los agresores. Otro de los sistemas que mejor está funcionando es el seguimiento electrónico que se aplica a los condenados por delitos menores: las personas pueden permanecer activas, pero localizadas, y contribuyendo al crecimiento del país. Mientras, otros criminales dedican determinadas horas de su día a trabajos sociales al servicio de la comunidad.

Sin embargo, en algunos sectores de población existe cierto miedo, ante la posibilidad de que un paciente psiquiátrico no vuelva tras sus periodos de libertad condicional y pueda cometer un delito, como ocurrió en 2017, cuando uno de ellos violó y mató a una joven. En muchos casos, el paciente tiene fases en las que hace vida normal en la calle, como parte de esa reinserción, algo que no todo el mundo ve con buenos ojos. Pero lo cierto es que los resultados están ahí.

Mucha gente tiene miedo a que esos presos en plena reinserción estén en periodos de libertad y que los aprovechen para volver a delinquir pero, evidentemente, esta no es la norma y, mirando los fríos datos, parece que el sistema neerlandés funciona, pero las dudas siempre están ahí. Sea como fuere, los Países Bajos parecen haber un encontrado un sistema de rehabilitación que funciona. Y, sorprendentemente, el número de delitos también ha bajado significativamente.

Tradicionalmente, las cárceles de medio mundo se han encontrado con un problema: escasez de celdas para dar cabida al alto número de presos con el que cuentan. Son muchos los expertos que han tratado de dar una vuelta al concepto de prisión con la idea de encontrar una manera de mejorar el sistema, pero solo un país ha conseguido dar con la tecla para vaciar sus cárceles: los Países Bajos. Pero, ¿es efectivo en realidad su método?

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