Berdymukhamedov, el excéntrico dictador de la 'Corea del Norte' que no conoces
No estaba muerto, estaba de parranda. El presidente de Turkmenistán ha reaparecido -tras semanas de ausencia llenas de rumores sobre su fallecimiento- a lo grande
No estaba muerto, estaba de parranda. Tras semanas de ausencia llenas de rumores sobre su fallecimiento, el presidente de Turkmenistán ha reaparecido. Y lo ha hecho a lo grande: con un vídeo al más puro estilo Mad Max, en el que se ve al excéntrico dictador conduciendo un 4x4 y derrapando a toda velocidad por el desierto junto a un gigantesco cráter de gas ardiendo.
Kurbanguly Berdymukhamedov (62 años) -mandatario "de por vida" del país más meridional de los istanes, entre Irán y Afganistán- controla con mano de hierro un 10% de las reservas globales de gas natural (cuarto país con más yacimientos del mundo) y, desde su llegada al poder en 2006, el país le ha arrebatado a Corea del Norte el puesto como la nación más aislada del mundo.
Berdymukhamedov llevaba desaparecido del escenario público desde principios de julio, incluyendo declaraciones a la controladísima prensa local y televisión estatal. Durante semanas, la agencia gubernamental de noticias no publicó más que algunas imágenes de antiguas visitas a fábricas al más puro estilo norcoreano, por lo que arrecieron los rumores sobre la muerte de “Arkadag” (el protector), avivados por la prensa opositora de turcomanos exiliados citando "fuentes cercanas a la diplomacia rusa".
El Gobierno turkomano finalmente salió al paso de las especulaciones con la publicación de un comunicado afirmando que el presidente “está de vacaciones” acompañado de un vídeo de más de 20 minutos -retransmitido íntegramente por la televisión local turcomana- en el que se puede observar a Berdymukhamedov jugando a los bolos (todos plenos, entre aplausos de una cohorte de seguidores en uniforme militar), montando a caballo o componiendo canciones.
El momento estelar muestra al líder conduciendo de manera temeraria junto al conocido como ‘Puerta al Infierno’, un gigantesco cráter en el corazón del desierto de Karakum que está en llamas desde 1971, cuando geólogos soviéticos reventaron una enorme bolsa de gas mientras buscaban petróleo. No se ha apagado desde entonces.
De dentista a líder supremo
Este tipo de comportamientos estrambóticos se han convertido en el sello del polémico mandatario y parte clave en su campaña por construir su propio culto al líder, según denuncian activistas turcomanos. Berdymukhamedov llegó a la presidencia de la nación asiática hace 13 años tras una inesperada carambola política tras el fallecimiento del exdictador Saparmurat Niyazov -otro mandatario autocrático que llegó a bautizar los meses del año con su nombre y los de miembros de su familia-.
El nuevo presidente, quien comenzó su carrera política como dentista personal de Niyazov, se distanció inicialmente de este tipo de medidas. Pero pronto comenzó a alimentar la devoción hacia su propia imagen: Berdymukhamedov da nombre a calles, plazas y mezquitas, una gigantesca estatua dorada de sí mismo a caballo preside una de las plazas principales de la capital Ashgabat y sus libros (es un autor muy prolífico sobre un amplio abanico de temas) copan librerías, bibliotecas y escuelas.
Ha ganado las dos últimas elecciones con más del 97% de los votos y sin rivales
El líder turcomano es un maestro de las excentricidades. No es inusual que los telediarios de la televisión estatal retransmitan vídeos del presidente haciendo demostración de su talento con las armas, desde lanzamiento de cuchillos a fusiles de asalto (“Eligiendo los tipos de arma que le presentan, el jefe del Estado demuestra la precisión de su puntería, que sirve de evidencia de su preparación militar”, dice la voz en off) pero también jugando al golf o componiendo música, otra de las grandes aficiones del mandatario.
Su gran obsesión parece ser el deporte. Juega al baloncesto, fútbol, voleibol, ping-pong. Llegó incluso a amenazar al director del Comité deportivo de Turkmenistán, Kaakbay Seiidov, con despedirlo tras el mal resultado de los turcomanos en las olimpiadas de Río. La imagen que cultiva es, precisamente, la de un “hombre fuerte” atlético y “padre protector” de los turcomanos.
Gigantescas reservas de gas
Berdymukhamedov tiene, además, músculo económico. Turkmenistán posee en torno al 10% de las reservas mundiales probadas de gas y sería el cuarto país con mayores yacimientos, según el Statistical Review of World Energy de la petrolera BP en 2018 (aunque otras fuentes como CIA Factbook lo rebajan unos cuantos puestos). Sin embargo, el país ha estado al borde del colapso tras unos rifirafes con Rusia, durante mucho tiempo el principal consumidor de gas de Turkmenistán, pero que desde 2015 canceló de golpe la relación comercial.
China se convirtió entonces en su principal comprador, después de que Turkmenistán cancelara en 2017 los envíos a su otro cliente estrella, Irán, por falta de pagos. El país envía entre 30.000 y 40.000 millones de metros cúbicos de gas anualmente a China, pero la mayoría de los pagos se van en la deuda de la construcción del oleoducto hasta el gigante asiático, que pasa también por Uzbekistán y Kazajistán.
A principios de este año Moscú reanudó las compras de gas turcomano, dándole un nuevo balón de oxígeno al régimen después de que la falta de divisas extranjeras obligó al Gobierno a suspender todas las operaciones con visa locales, disparó la inflación y provocó episodios de escasez de alimentos, según ha denunciado el Foreign Policy Centre, un 'think tank' con sede en Londres.
Peor que Corea del Norte
Poco se sabe de la situación económica y social de los turcomanos, de mayoría musulmana. Periodistas-activistas en el exilio hablan de la dificultad de acceder a información en el país. La libertad religiosa y política está “brutalmente perseguida”, según un informe de HRW. El gobierno turcomano controla todos los medios y los pocos usuarios con conexión (entre el 15% y 20%, según las fuentes consultadas) sólo pueden acceder a una versión de Internet altamente censurada.
Bajo el gobierno de Berdymukhamedov, Turkmenistán se ha convertido en el país más hermético y represivo con la prensa del mundo, un “agujero negro” según el Índice de la Libertad de Prensa de 2019 publicado por Reporteros Sin Fronteras. Supera incluso a Corea del Norte.
Con la excusa de hacer las ciudades más atractivas, las autoridades reviven periódicamente una campaña de eliminación de antenas parabólicas, privando así al público de una de las pocas formas restantes de acceder a la cobertura de noticias no controlada. Una nueva ley de transmisión prevé en teoría la posibilidad de canales de televisión privados, pero solo con la condición de que promuevan "una imagen positiva de Turkmenistán", denuncia RSF.
'Monarquía' en construcción
La vigilancia es extrema, y la capital, Ashgabat está llena de cámaras, relata el periodista Ruslan Myatiev, fundador del sitio web ‘Noticias alternativas de Turkmenistán’ al diario Foreign Policy. “No podemos publicar una fotografía en los artículos, porque los servicios de seguridad cogen la imagen, identifican el lugar desde donde se tomó, miran las cámaras de seguridad de la zona y entonces revisan la grabación para identificar al periodista (independiente). Y lo encuentran”.
Pese a todo, la “popularidad” de Berdymukhamedov no se resiente en las urnas. En las elecciones de 2012 y 2017 reeditó su presidencia con más del 97% de los votos en ambos casos (superando su cifra de 2007, cuando alcanzó apenas el 89%), y sin ningún rival serio. Entre los candidatos se presentaron miembros de su propio partido que llegaron incluso a pedir el voto por Berdymukhamedov, mientras a la oposición en el exilio se le prohibió participar. La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) ni siquiera quiso enviar una misión para monitorear los comicios.
Durante los últimos años, Berdymukhamedov ha ido abonando el terreno para el ascenso de su hijo Serdar (37 años) y acaba de nombrarlo gobernador de una provincia del país. No es una monarquía hereditaria, pero cada día lo parece más.
No estaba muerto, estaba de parranda. Tras semanas de ausencia llenas de rumores sobre su fallecimiento, el presidente de Turkmenistán ha reaparecido. Y lo ha hecho a lo grande: con un vídeo al más puro estilo Mad Max, en el que se ve al excéntrico dictador conduciendo un 4x4 y derrapando a toda velocidad por el desierto junto a un gigantesco cráter de gas ardiendo.