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"La Jerusalén kurda": Kirkuk, la ciudad clave en el nuevo reparto de Irak
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produce hasta 600.000 barriles de crudo al día

"La Jerusalén kurda": Kirkuk, la ciudad clave en el nuevo reparto de Irak

La localidad es objeto de disputa entre el Gobierno central de Bagdad y las autoridades kurdas, que la tomaron en 2014. Si el Kurdistán se independiza, el enfrentamiento se acentuará

Foto: Un miembro de las fuerzas de seguridad kurdas monta guardia tras un sabotaje en dos pozos petrolíferos en el yacimiento de Khabbaz, a 20 kilómetros al suroeste de Kirkuk, en mayo de 2016. (Reuters)
Un miembro de las fuerzas de seguridad kurdas monta guardia tras un sabotaje en dos pozos petrolíferos en el yacimiento de Khabbaz, a 20 kilómetros al suroeste de Kirkuk, en mayo de 2016. (Reuters)

La ciudad petrolera de Kirkuk no ha necesitado de un referéndum para decidir su futuro. Esta disputada localidad del norte de Irak comenzó su “proceso” de independencia en junio de 2014, cuando las fuerzas kurdas peshmerga echaron a las huestes yihadistas del Estado Islámico que intentaban arrimar el hocico a esta tierra prospera, donde el oro negro mana a borbotones. Disputada durante décadas por el gobierno central de Bagdad y el autónomo de Erbil (la capital del Kurdistán iraquí), la gallina de los huevos de oro de Kirkuk produce hasta 600.000 barriles de crudo al día. Ahora, el viejo sueño de anexionar los campos petroleros de Kirkuk al Kurdistán está a un paso de hacerse realidad, siempre y cuando Bagdad acepte los resultados del referéndum en la cuestionada ciudad.

De hecho, con o sin consentimiento del gobierno de Irak, en la entrada de Kirkuk se ha erigido estatua de un miliciano peshmerga de 26 metros y medio para dar la bienvenida a los visitantes. El monumento, obra del artista kurdo iraní Man Ahmad Hamid, le ha costado 80.000 dólares a un empresario kurdo iraquí. “Esta estatua representa el sacrificio de todos los peshmerga que han luchado por un Kurdistán libre. No representa a ningún partido político ni etnia. En el nuevo Kurdistán son bienvenidos los árabes, turcomanos, cristianos, kakai, no sólo kurdos”, explica a El Confidencial el artista, que está supervisando los trabajos para colocar en el mástil que empuña el coloso peshmerga la bandera del futuro Estado kurdo.

Kirkuk ha aprendido a vivir a espaldas de Irak y desde hace años el gobierno autónomo del Kurdistán controla las ventas del crudo y firma contratos unilaterales de exportación, lo que ha enojado al gobierno de Bagdad. La realidad es que el gobierno central tiene aquí cada vez menos autoridad. El hecho de que Bagdad haya cesado al gobernador, Najmaddin Karim, por participar en el plebiscito de independencia no ha tenido efecto práctico, ya que Karim sigue al frente del Consejo provincial. “Nos amenazan con destituciones, con dejar de pagarnos los sueldos. Bagdad lleva tres años sin pagar a los funcionarios en el Kurdistán y nos las hemos arreglado. No cederemos ante el chantaje”, denuncia Aso Mamand, máximo responsable de la oficina política del partido gobernante, la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK) en Kirkuk.

placeholder Estatua de homenaje a los peshmerga. (E. Bonet)
Estatua de homenaje a los peshmerga. (E. Bonet)

La contienda territorial se remonta a varias décadas atrás, hasta el punto que muchos kurdos llaman a Kirkuk la “Jerusalén kurda”. En la década de los ochenta del siglo pasado Saddam Hussein llevó a cabo una campaña de “arabización” en las ricas zonas petroleras del norte de Irak, en manos de los kurdos. Entonces Kirkuk pasó a ser una ciudad de mayoría árabe musulmana suni. Después de la invasión estadounidense en 2003, más de medio millón de kurdos desplazados regresaron a la “tierra prometida” y a otras regiones anteriormente arabizadas para reclamarlas. Pero no fue hasta 2005 cuando se contemplo la inclusión al Kurdistán de los territorios disputados. La autonomía de Kirkuk está contemplada en el artículo 140 de la Constitución iraquí, y en 2007 debería haberse celebrado un referéndum en esta ciudad petrolera sobre su incorporación a la región autónoma del Kurdistán, pero nunca se celebró por motivos políticos.

Un censo peligroso

El artículo 140 de la Constitución estipula un proceso en tres etapas (normalización demográfica, administrativa, y referéndum) para resolver el estatus de los territorios disputados. Sin embargo, “la falta de voluntad de Bagdad a la hora de implementar el artículo 140 se debe a las ricas reservas de petróleo de la provincia, por lo que no ha tenido voluntad de descentralizar Kirkuk y delegar el poder a nivel provincial y federal”, explica el analista Shivan Fazil. “El fracaso de sucesivos gobiernos en Bagdad, incluso la de la actual administración de Al Abadi, ha demostrado la poca empatía hacia los kurdos”, critica.

Se cree que hoy en día los kurdos son mayoría en Kirkuk, pero nadie se atreve a hablar del censo de la población: se trata de un asunto tan tabú como peligroso que podría provocar de nuevo un conflicto armado. Al no haber un registro de este tipo, se desconoce el peso demográfico de cada grupo. Además de árabes y kurdos viven en Kirkuk minorías turcomanas y cristianos asirios.

Precisamente, el hecho de querer “kurdizar” Kirkuk y convertir el referéndum en un proyecto separatista abanderado por el presidente Massud Barzani del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), ha inquietado a las minorías, en especial a los turcomanos. “No confiamos en el gobierno kurdo. Hasta ahora hemos sido marginados por unos y otros. Prefiero ser parte de Irak que del Kurdistán. Kirkuk nunca será kurda”, desafía Mustafa Yanguis, partidario del Frente Turcomano iraquí, que también reclama Kirkuk y otras zonas disputadas del norte de Irak.

La semana pasada, un joven recibió un disparo y otros tres resultaron heridos después de que un grupo de kurdos intentara poner una bandera kurda en las oficinas de una de las sedes del Frente Turcomano en Kirkuk. Este incidente despertó el fantasma de conflicto sectario que palpita en cada barrio de la ciudad, dividida en áreas étnicas: kurdas, árabes suníes, chiíes, turcomanos y cristianos. La desconfianza en el otro es lo habitual y por ello es fácil que pueda saltar la chispa. Incluso la propia PUK estuvo a favor de cancelar en referéndum en la ciudad petrolera por miedo a posibles enfrentamientos entre las milicias chiies de la Unidades de Movilización Popular, apoyadas por Bagdad, y las fuerzas peshmerga.

Entre los kurdos, hay sector grande en Kirkuk que piensa que este no es el momento adecuado para celebrar la consulta, tanto por la inseguridad como la crisis económica. “Necesitamos la ayuda militar y económica de Estados Unidos para derrotar al Estado Islámico. Si Turquía e Irán cierran sus fronteras afectará gravemente a la economía del Kurdistán. Dependemos de las exportaciones para recuperarnos de la crisis”, señala a El Confidencial Mohamed Habib, cofundador de la asociación Kokar, un grupo civil formado por voluntarios de las diferentes etnias y sectas religiosas.

placeholder Kurdos bailan en Kirkuk durante el referéndum de independencia del Kurdistán, el 25 de septiembre de 2017. (Reuters)
Kurdos bailan en Kirkuk durante el referéndum de independencia del Kurdistán, el 25 de septiembre de 2017. (Reuters)

Miedo a una nueva ola de violencia

Durante el último año los funcionarios están cobrando la mitad del sueldo, y los peshmerga llevan meses sin que nadie les pague. “Yo ganaba antes cerca de 800 dólares al mes, ahora no me pagan menos de 400”, se queja Habib que es también profesor en la Universidad de Kirkuk. Aunque dice no tener afiliación política, piensa como el partido Gorran (el Movimiento por el cambio), que ha protagonizado la campaña del NO.

“Apoyar el referéndum es como entregarle el Kurdistán a Barzani. Con esta consulta el gobierno pretende tapar la corrupción y la mala gestión de los últimos años”, denuncia por su parte Dana Askar Kabir. Este ensayista y escritor kurdo puntualiza que no es que él esté en contra de la independencia del Kurdistán: “Tener una nación kurda es nuestro sueño desde 1920”, aboga el escritor en referencia al acuerdo de Sevres, el primer acuerdo internacional en el que se reconoció la independencia del Kurdistán, pero que no llegó a aplicarse.

“Esta es la tercera vez que se celebra un referéndum para decidir el futuro del Kurdistán. Me pregunto por qué va a funcionar ahora”, matiza Askar Kabir. El plebiscito de independencia no es vinculante, por lo que si sale el Sí abrirá el camino a nuevas negociaciones para que antes de 2019 se decida el destino del Kurdistán iraquí, en el que Kirkuk jugará un papel fundamental. Pero muchos habitantes y funcionarios de la ciudad tienen preocupaciones más inmediatas, como la posibilidad de una nueva ola de violencia.

“Hemos sacrificado más de dos mil mártires en la guerra con el Estado Islámico. Estados Unidos debería habernos apoyado en vez de abandonarnos”, denuncia Noa Salah Ahmad, peshmerga del UPK y jefe de Policía de una comisaría de Kirkuk. Como muchos kurdos de Kirkuk teme que la consulta para la independencia genere nuevos enfrentamientos. “No entiendo por qué ahora el ejército iraquí quiere liberar Hawija (a 60 kilómetros de Kirkuk). Creo que Bagdad está preparando algo y las UMP atacarán Kirkuk después del referéndum. Pero nosotros la defenderemos", advierte Muhamed Said, otro peshmerga. "Estamos dispuestos a luchar lo que sea necesario”.

La ciudad petrolera de Kirkuk no ha necesitado de un referéndum para decidir su futuro. Esta disputada localidad del norte de Irak comenzó su “proceso” de independencia en junio de 2014, cuando las fuerzas kurdas peshmerga echaron a las huestes yihadistas del Estado Islámico que intentaban arrimar el hocico a esta tierra prospera, donde el oro negro mana a borbotones. Disputada durante décadas por el gobierno central de Bagdad y el autónomo de Erbil (la capital del Kurdistán iraquí), la gallina de los huevos de oro de Kirkuk produce hasta 600.000 barriles de crudo al día. Ahora, el viejo sueño de anexionar los campos petroleros de Kirkuk al Kurdistán está a un paso de hacerse realidad, siempre y cuando Bagdad acepte los resultados del referéndum en la cuestionada ciudad.

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