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Esta moda refleja el 'boom' de las redes en Cuba: "La gente se conecta como sea"
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los vídeos de reencuentros arrasan en la isla

Esta moda refleja el 'boom' de las redes en Cuba: "La gente se conecta como sea"

La llegada a Miami de familiares cubanos o el regreso a Cuba de quienes llevaban años ausentes. La moda de los vídeos de reencuentros muestra cómo internet gana cada vez más espacio en la isla

Foto: Cuba registró el mayor crecimiento del mundo en el total de usuarios de redes sociales entre 2015 y 2016. (Reuters)
Cuba registró el mayor crecimiento del mundo en el total de usuarios de redes sociales entre 2015 y 2016. (Reuters)

Las imágenes, tomadas desde el asiento del pasajero y con el inconfundible marco de un coche norteamericano de mediados del siglo XX, muestran una calle de tierra flanqueada por vallas de metal oxidado. Todo sucede en un barrio humilde de Cuba, una mañana cualquiera de febrero de 2015. A través de la cámara de un móvil, y con todas las trazas de un realizador aficionado, estamos –obviamente– ante un vídeo grabado para uso casero.

Unos segundos después, el vehículo toma una entrada lateral y se detiene; una muchacha rubia que se ha bajado de él llega corriendo hasta la puerta de una vivienda con paredes sin repellar y una reja de cabillas semiabierta. Tras llamar imperiosamente, se esconde en una esquina, con gestos llenos de picardía. Su llamada hace salir a una joven de menos edad que ella que por un instante duda sobre si franquear completamente el umbral… hasta que la ve.

"Llegadas a Cuba": arrasan los vídeos caseros

Lo demás forma parte de la historia conocida por miles de internautas (exactamente 356.085, según los registros de YouTube). Es solo uno entre las decenas de vídeos colgados en ese sitio web con el tema “Llegadas a Cuba”, un “género” que en los últimos tres años ha ganado seguidores en ambas orillas del Estrecho de la Florida. Forman parte de un canal “administrado por [una joven cubanoamericana llamada] Estrella Piñero, que a finales de febrero contaba con 55 vídeos. Entre estos, algunos ilustran también la llegada a Miami de familiares residentes en la isla, pero la mejor expresión de este fenómeno está en las llegadas a Cuba de personas que por diversas razones acumulan ausencias de años”, cuenta el periodista Dean Luis Reyes en un artículo para la revista digital Oncuba, dirigida desde Miami, pero con su redacción central en La Habana.

Como sea, la gente abre su cuenta y busca la forma de conectarse; antes eran solo los jóvenes, ahora puede verse a personas de cualquier edad


En “Llegadas a Cuba”, lo mismo pueden encontrarse planos secuencia sencillos –grabados por los propios protagonistas de las historias o alguno de sus acompañantes– que elaborados cortometrajes divididos en partes, cada una con una duración de entre tres y diez minutos. De estos últimos sobresalen los subidos por una entusiasta de la manicura de Hialeah, el barrio cubano por antonomasia de Miami.

Se llama Zuylén Ulloa y no es una novata en YouTube. En la red abundan sus vídeos con consejos para el cuidado de las uñas o publicidades acerca del negocio “profesional y sobre todo a lo cubano” que dirige. Sus regresos a la isla no podían ser menos. Para registrarlos, cuida de la banda sonora y la edición como si sus bitácoras fueran nada menos que películas. “Usted está loca”, le dice ante la cámara uno de sus conocidos. Ella replica que es solo una broma y cuelga en la red otras cintas similares, entre ellas una titulada “Lo que usted no vio de mi viaje a Cuba”, con momentos que quedaron fuera de los metrajes originales. Los contadores de YouTube, entretanto, siguen acumulando visitas, en algunos casos más de medio millón.

“Mi mamá todavía no puede verlos sin echarse a llorar, imagínate”, cuenta Zuylén desde Miami a este diario. “Sabía que la emoción por mi viaje sorpresa iba a ser tan grande –tanto para mi familia como para mí– que no podía dejar de ser captado en cámara, y así poder compartirlo. Por desgracia, otras personas comenzaron a subir mi primer vídeo con otras canciones de fondo para obtener dinero y tuve que eliminarlo de YouTube, pero puedo decir que la reacción de todos los que lo vieron fue excelente. Y lo mismo ha pasado con los otros que he hecho”.

Reflejo de los nuevos tiempos

Hace menos de diez años, a comienzos de 2008, un informe de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba SA (Etecsa) cifraba en cerca de medio millón el número de usuarios nacionales con acceso a internet. De ellos, casi 200.000 lo hacían desde sus viviendas y, el resto, mediante laboratorios establecidos en universidades, institutos científicos y otros centros “priorizados”. La cifra, en números redondos, representaba poco menos del 5% de la población total.

El tiempo transcurrido ha sido el escenario para una transformación radical. Así lo resaltaba el pasado abril el sitio Fonoma, especializado en la gestión de recargas hacia Cuba desde otros países. Un artículo de la periodista Gabriela Fernández Méndez aportaba datos concluyentes: hoy, la isla cuenta con 611 "salas de navegación" y casi 400 “espacios públicos de conexión inalámbrica” (391 según el registro en tiempo real de Etecsa), y las líneas de móviles activas alcanzan los cinco millones (prácticamente se duplicaron entre 2014 y comienzos de 2017). Buena parte del crecimiento se dirige a la conexión a través de internet: de acuerdo con el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones local, durante 2016 se comercializaron más de 1,5 millones de cuentas Nauta permanentes y 15 millones temporales (estas últimas, adquiridas fundamentalmente por cubanoamericanos y turistas extranjeros).

placeholder Adicción al teléfono móvil. (Reuters)
Adicción al teléfono móvil. (Reuters)

Un informe divulgado en abril por la Americas Society and Council of Américas, un 'think tank' norteamericano centrado en temas educativos y de consumo cultural, resalta que, en 2016, “Cuba registró el mayor crecimiento en el mundo, tanto en el total de usuarios de redes sociales (368%) como en los usuarios de redes sociales móviles (385%) […] con respecto al año anterior”. La publicación basó sus conclusiones en datos aportados por sitios como We Are Social, Hootsuite y SimilarWeb, y consideró como las mayores limitaciones del servicio las dificultades físicas para el acceso (la mayoría de los usuarios se conectan a través de las redes instaladas en los llamados "parques de la wifi") y el reducido ancho de banda. Además, existe un listado de “sitios web bloqueados”, sobre todo a causa de sus contenidos antigubernamentales.

Foto: Un grupo de personas espera en el exterior de un paladar en La Habana, el 1 de agosto de 2017. (Reuters)

“Pero como sea, la gente abre su cuenta y busca la forma de conectarse; antes eran solo los jóvenes y por un ratico, ahora puede verse a personas de cualquier edad y muchos no vienen solo para entrar a Facebook o Imo”, explica Richer, un ingeniero informático que trabaja como gestor de internet por cuenta propia en un parque en la central ciudad de Sancti Spíritus. Allí se dedica a replicar la señal de Etecsa desde su portátil, para revenderla a un CUC (equivalente al dólar) por cada hora de conexión. Así, ganan todos: al precio oficial de 1,50 CUC la hora, sus clientes logran rebajarle una fracción nada despreciable y él obtiene un ingreso constante (aunque ilegal) que le permite vivir sin estrecheces.

Otros, como Carlos Alejandro Rodríguez, un estudiante universitario de Lengua Inglesa, centran sus esfuerzos en sumar seguidores en las redes sociales, en su caso Instagram. Ya tiene más de 10.000, una cifra considerable si se tiene en cuenta que la ha logrado con solo unos cuantos minutos de conexión al día, debido a lo caro que es el servicio. Si bien en Cuba Instagram no es tan popular como Facebook (esta última atrae a nueve de cada diez internautas que se suman a las redes, según el periodista Félix González Pérez), muchos anticipan que la expansión de la telefonía 3G –ya establecida en las principales ciudades y los polos turísticos– y el comienzo de la instalación de enlaces en las propias viviendas –que se ensaya en dos barrios habaneros– hará palidecer la expansión vista hasta ahora.

Acortando distancias

“Es un hecho típico de la convivencia en Facebook con una diáspora cubana que está presente en estos espacios de forma fluida, sistemática, visibilizándose, promoviendo sus agendas públicas, reconquistando ‘territorios’ simbólicos […] Para los habitantes de la isla esta diáspora constituye el 'alter', la otredad que devuelve la imagen propia; pero al mismo tiempo no es una instancia externa […] pues con ella se crean las redes de relaciones más importantes, que son el ADN de estas formas de comunicación en internet”, detallaba en 2013 la periodista e investigadora Milena Recio, una de las voces más autorizadas en el tema de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones y su impacto en el contexto nacional. Lo que por entonces era poco menos que un ejercicio de anticipación teórica hoy es una realidad creciente, que ha contribuido a difuminar las diferencias que median entre Cuba y su comunidad residente en el exterior.

“Es un recuerdo hecho con mis propias manos, con mi propio teléfono. Yo había visto otros vídeos similares y tenía el afán de hacer uno así”, cuenta a través del 'chat' Nelson Báez García, un joven que en la celebración de este año del Día de los Padres (en Cuba se celebra el tercer domingo de junio) sorprendió al suyo con un viaje inesperado, que grabó paso a paso desde Estados Unidos hasta su natal ciudad de Las Tunas. “Utilicé aplicaciones como Snapchat, la del propio teléfono iPhone 7 Plus y otra que obtuve de internet, nada más. A muchas personas les ha gustado y lo han compartido, imagínate que lo subí después de regresar y en dos semanas ha tenido un montón de vistas (el día de nuestra conversación superaba las 25.000). Tan pronto que pueda, quiero mandárselo a mi padre, a mi madre y a mi hermano para que puedan verlo en Cuba. Es una forma de tenerlos presentes, a pesar de la distancia”.

Las imágenes, tomadas desde el asiento del pasajero y con el inconfundible marco de un coche norteamericano de mediados del siglo XX, muestran una calle de tierra flanqueada por vallas de metal oxidado. Todo sucede en un barrio humilde de Cuba, una mañana cualquiera de febrero de 2015. A través de la cámara de un móvil, y con todas las trazas de un realizador aficionado, estamos –obviamente– ante un vídeo grabado para uso casero.

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