¿Está EEUU al borde de una ola de violencia supremacista?
El especialista en guerras civiles, Keith Mines, afirma que hay un 60% de posibilidades de que se dé una guerra en EEUU en 10 o 15 años
Como un caimán cuya cresta húmeda sobresale del agua, los grupos racistas de Estados Unidos son cada vez más visibles. Han crecido, se han organizado y ya no dudan en defender su ideología en las universidades o en organizar manifestaciones al estilo del KKK: una muchedumbre agresiva, erizada de antorchas y cuellos tensos.
La violencia racista en Charlottesville, en Virginia, el fin de semana del 12 de agosto ha desatado un debate sobre cuál puede ser la consecuencia última de este fanatismo creciente.
“No hay duda de que la ‘alt-right’, el KKK y los nazis se sienten envalentonados por lo que ha ocurrido en Charlottesville”, dice a El Confidencial Josua Inwood, profesor de la Universidad de Pensilvania y experto en ética y grupos de odio. “Tienes a varios de sus líderes en televisión hablando de cómo sus filas están creciendo y de que tienen a un presidente que finalmente está dispuesto a apoyar algunos de sus puntos de vista”.
La reacción a la violencia del presidente Donald Trump, colocando a racistas y antirracistas en el mismo plano moral, ha generado un profundo rechazo de todas las fuerzas políticas y sociales, con excepción de los propios racistas. Gente como David Duke, antiguo líder del KKK, o el neonazi Andrew Anglin, o el ideólogo Richard Spencer, que propone convertir EEUU en una “patria blanca” segregada, saludaron las taimadas palabras de Trump como una muestra de apoyo.
Thank you President Trump for your honesty & courage to tell the truth about #Charlottesville & condemn the leftist terrorists in BLM/Antifa https://t.co/tTESdV4LP0
— David Duke (@DrDavidDuke) 15 de agosto de 2017
“No lo olvidemos: toda la marcha de ‘Unir a la Derecha’ [nombre oficial de la marcha en Charlottesville] fue montada en base al antisemitismo racista y conspirativo”, declara por correo electrónico Marilyn Mayo, investigadora de la Liga Antidifamación. “Los manifestantes hicieron saludos nazis y ondearon banderas con la esvástica, vistieron pins y camisetas con la esvástica y gritaron ‘sieg heil’”, recuerda. “En los últimos siete meses [desde que Donald Trump es presidente], los supremacistas blancos han pasado de ser sobre todo un movimiento online a ser un movimiento en el mundo real con muchas marchas por todo el país, que culminaron en la marcha de Charlottesville”.
Hace años que diferentes expertos alertan sobre esta violencia, que suele quedar eclipsada. Desde los atentados del 11-S hasta la matanza de Orlando, en 2016, los terroristas de extrema derecha habían matado a más gente en EEUU que los yihadistas: 16 ataques contra 7; 46 víctimas contra 28. Una fría contabilidad que contrasta con el debate público, más centrado en el yihadismo que en el terrorismo local de supremacistas blancos.
"En los últimos siete meses, los supremacistas blancos han pasado de ser un movimiento online a ser un movimiento en el mundo real", afirma Marilyn
Según el Southern Poverty Law Center, un centro que estudia el extremismo desde los años setenta, hay en torno a 900 “grupos de odio” activos en EEUU y su influencia a día de hoy es mayor que nunca en el último medio siglo. Pero la derecha racista solo es una variable más de un país políticamente fragmentado en el que abundan las corrientes radicales. Entre 2015 y 2016, los grupos islamófobos se multiplicaron por tres, en 2014 la actividad de grupos paramilitares antigobierno creció un 37%, según el SPLC, y en la extrema izquierda los llamados “Antifa” llevan meses provocando altercados violentos.
“¿Se encamina América a un nuevo tipo de guerra civil?”, se pregunta el semanario The New Yorker , y cita a varios expertos que llevan tiempo alertando del peligro de conflicto, no a la vieja usanza, de unos estados contra otros, sino como una violencia descentralizada que potencialmente puede poner en jaque a las fuerzas del orden. Uno de los expertos, Keith Mines, es un especialista en guerras civiles. Como parte de las Fuerzas Especiales de EEUU, la ONU y luego el Departamento de Estado, Mines estudió conflictos en lugares tan dispares como Afganistán, Colombia, El Salvador o Sudán. Mines dice que la posibilidad de una guerra en EEUU en 10 o 15 años es del 60%.
Grupos islamófobos se han multiplicado en EEUU y en 2014 la actividad de grupos paramilitares antigobierno creció un 37%, según SPLC
“Seguimos diciendo: ‘no puede ocurrir aquí’, pero entonces, maldita sea, sí que puede ocurrir”, declaró Mines al semanario, después de lo ocurrido en Virginia. Según este especialista, una guerra civil estalla cuando se dan cinco factores: una polarización nacional atrincherada, sin zona común para llegar a un acuerdo; cobertura mediática y flujos informativos cada vez más divisivos; instituciones debilitadas, especialmente el Congreso y el poder judicial; abandono o renuncia de la responsabilidad por parte de los políticos; y legitimación de la violencia como discurso o para resolver problemas.
La cuestión racial, entre otras, es candente, y ha tentado las comparaciones con la guerra civil americana, que se luchó por los derechos de los negros. “Los paralelismos y las analogías son siempre arriesgadas”, declaró el historiador de la Universidad de Yale, David Blight. “Pero sí tenemos instituciones debilitadas y no solo partidos polarizados, sino partidos en riesgo de desintegración, que es lo que ocurrió en la década de 1850”.
¿Es posible repetir el pasado? Preguntó el semanario a Judith Giesberg, historiadora y editora del Journal of the Civil War Era . “No veo que se repitan esas circunstancias específicas. Pero eso no significa que no estemos entrando en algo similar en el sentido de una guerra cultural. Somos vulnerables al racismo, tribalismo y las visiones conflictivas respecto al camino que seguir para nuestra nación”.
La predicción de Keith Mines del 60% de posibilidades de una guerra en EEUU data del mes de marzo, cinco meses antes de lo ocurrido en Charlottesville. Foreign Policy hizo la misma pregunta a varios expertos de diferentes disciplinas y la media de posibilidades de una guerra civil dentro de 10 o 15 años, en Estados Unidos, según ellos, es del 35%.
El investigador de la Liga Antidifamación Mark Pitcavage identifica otra tendencia: los grupos racistas no solo aumentan en actividad y militantes; poco a poco atraen el apoyo de milicias antigobierno con quienes comparten cierta afinidad ideológica. Los milicianos “son extremadamente susceptibles de inflamarse racialmente, y tienden a tener una reacción desproporcionada y muy hostil a lo que perciben como agresividad por parte de los afroamericanos”, declaró Pitcavage a Politico. Una reacción a grupos de izquierda que también son dados al enfrentamiento, como Black Lives Matter o los Antifa.
En medio del jaleo, en Charlottesville, había señores muy callados, con chalecos antibalas y rifles hasta el suelo. Su tarea oficial era hacer de muro humano entre los racistas y los antirracistas para evitar la violencia. Ese es, oficialmente, su cometido. Aunque algunos grupos, como los Three Percenters, han mostrado su repugna por el racismo, otros sirven de guardaespaldas habituales a portavoces de la extrema derecha.
Three Percenters (a very large, loose-knit militia org) has finally decided to distance themselves from the white supremacy crowd. pic.twitter.com/Vab3EZr1Hn
— JJ MacNab (@jjmacnab) 14 de agosto de 2017
El propio gobernador de Virginia, el demócrata Terry McAuliffe, cuestionado por la aparente cautela de la policía estatal ante la violencia, reconoció que las milicias presentes allí estaban mejor armadas: “Es fácil criticar, pero puedo deciros esto: el 80% de la gente aquí tenía armas semiautomáticas”, declaró. “Hubiérais pensado que era un ejército” (...) “[Los milicianos] tenían mejor equipamiento que la policía estatal”.
Un evento que incluía a oradores de extrema derecha, celebrado este sábado 19 de agosto en Boston, fue desbordado por una marea de manifestantes antirracistas. La policía no dejó entrar a los periodistas en el recinto de los oradores, que se marcharon antes de lo previsto, y la violencia se limitó a algunas escaramuzas y 20 detenidos. Procesos similares se dieron en otros puntos del país y el presidente Trump denunció el racismo. No obstante, varios grupos de extrema derecha ya planean nuevas marchas en septiembre.
Como un caimán cuya cresta húmeda sobresale del agua, los grupos racistas de Estados Unidos son cada vez más visibles. Han crecido, se han organizado y ya no dudan en defender su ideología en las universidades o en organizar manifestaciones al estilo del KKK: una muchedumbre agresiva, erizada de antorchas y cuellos tensos.