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Un día en Sparkbrook, el distrito islámico de Birmingham
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¿El caladero de extremistas de reino unido?

Un día en Sparkbrook, el distrito islámico de Birmingham

Viajamos a la ciudad del terrorista de Londres, donde hubo seis detenciones en relación al atentado. Hasta 26 de los 269 identificados por yihadismo en Reino Unido provienen del barrio de Sparkbrook

Foto: Cartel que da la bienvenida al barrio de Sparkbrook, con una famosa cita de Mohamed Ali. (Foto: Eugenio Blanco)
Cartel que da la bienvenida al barrio de Sparkbrook, con una famosa cita de Mohamed Ali. (Foto: Eugenio Blanco)

En el puente que marca la entrada en Sparkbrook, en el sureste de Birmingham, hay estampada una de las frases más célebres de Mohamed Ali: “Si mi mente puede concebirlo y mi corazón sentirlo, entonces puede conseguirlo”. Una vez se cruza el puente, la ciudad cambia su fisonomía y el paisaje urbano adquiere un aspecto inminentemente islámico. Birmingham, la segunda ciudad de Gran Bretaña, tiene un 22% de población musulmana. En Sparkbrook, antigua colonia irlandesa de la ciudad, este porcentaje supera el 70%.

Las carnicerías 'halal' se cuentan por docenas, las tiendas adquieren ese aspecto abigarrado de los zócalos de las ciudades del norte de África o de Medio Oriente, las barberías somalíes copan la hilera de calles y el árabe cohabita con el inglés en los escaparates de los establecimientos. En Sparkbrook, los pubs han sido sustituidos por locales turcos o, incluso, una antigua iglesia metodista es ahora uno de los restaurantes indios más grandes de la ciudad, el Mughale Azam.

El escándalo ‘Caballo de Troya’, donde 15 escuelas fueron acusadas de imponer un adoctrinamiento islámico, generó una fuerte preocupación

La arteria que corta el barrio se llama Stratford Street. El tráfico es denso y las calles tienen un aire frenético. Mucha gente conversa en las esquinas y apenas se ve población blanca. La respuesta hacia los medios de comunicación es muy fría, de gran desconfianza. “No noto nada diferente”, dice un joven vendedor de fruta, “ni hay más policía ni nadie está más tenso”, afirma de una manera cortante. En esas, interviene un hombre mayor que está comprando, “si hay policía por aquí irán vestidos como tú o como yo, así que no nos vamos a dar cuenta tampoco”.

Uno de los pocos establecimientos que quedan en el barrio de la antigua colonia es una tienda irlandesa de comestibles: Bourke. Su dueño, que le da el nombre al establecimiento, lleva más 40 años sirviendo en esa esquina de la ciudad y ha vivido la profunda transformación del barrio en las últimas décadas. “Diría que la convivencia, por lo general, es buena”, dice mientras cobra a un cliente, “se está publicando en prensa que no se puede andar por estas calles sin tener problemas, y eso es un retrato totalmente alarmista e inexacto”. Aunque, por un momento, matiza levemente: “tal vez demasiadas barberías somalíes por ahí abajo –señala la parte de entrada al barrio-, pero en ningún caso nada que ver con lo que se está diciendo”.

A lo que se refiere específicamente el señor Bourke es a una de las piezas que ha publicado el 'Daily Mail', uno de los tabloides con más influencia en el país, que ha puesto su foco en Birmingham como el mayor caladero de extremistas del país, después de conocerse que el autor del ataque en Westminster, Khalid Masood, vivía en un piso alquilado en la ciudad, pese a haber nacido en Kent.

Aunque la historia viene de largo. Según un reciente estudio sobre yihadismo en el Reino Unido, 26 de los 269 identificados en todo el país provienen de Sparkbrook. Igualmente, el escándalo ‘Caballo de Troya’, donde una quincena de escuelas en la ciudad fueron acusadas de imponer un adoctrinamiento islámico, generó una fuerte preocupación en la opinión pública. Este cocktail mezclado, y seguramente también agitado, ha generado la etiqueta de ‘Capital Yihadista’ del país.

[Leer el especial: "Recorrido por el Londres más islamista"]

Reacción de las asociaciones

En un momento de profunda sensibilización, las asociaciones cívicas se han manifestado para que cese la estigmatización de la ciudad. En el centro de la ciudad, este sábado, centenares de musulmanes se reunieron para condenar el atentado en Londres, bajo la proclama #notinmyname. “Mi hijo ha nacido en este país, está educado en estos valores, yo creo que él no sera apuntado cuando alguien con un apellido musulmán comete un crimen”, comentaba una de las asistentes a la manifestación a la BBC.

En este sentido, las autoridades discrepan en el tratamiento de la problemática. Los Conversadores apuestan por una mayor vigilancia y están poniendo toda la carne en el asador para recuperar la plaza en las elecciones locales del próximo mes de mayo. El viento sopla a su favor. Por su parte, Max McLoughlin, representante del Green Party, asegura que la mejor manera para fomentar un verdadero multiculturalismo es la inversión, “los distritos donde está habiendo más problemas de segregación son los distritos abandonados por las instituciones y donde menos recursos se han implementado”.

Muchas de las detenciones acaecidas en la ciudad en esta semana se han llevado a cabo en Edgbaston, uno de los suburbios al suroeste de la ciudad. En este barrio se encuentra uno de los campos de cricket más conocidos del país: “Cuando Inglaterra jugaba sus partidos en el Ashes, las retrasmisiones mostraban las fachadas defectuosas de los edificios adyacentes”, recuerda McLoughlin con ironía, “la administración mandó arreglarlas para que no salieran mal en la televisión y no perjudicar la imagen de Birmingham”. Esta metáfora, según él, explica la política de maquillaje que ha imperado en la ciudad.

Problema de base

Ade Adeyemo es musulmán, nacido en Nigeria y criado en el Reino Unido. Es cargo electo del Partido Liberal Demócrata en la ciudad: “un mensaje simplificado de los medios de comunicación genera una peligrosa estigmatización para la comunidad”. Adeyemo coincide en que los distritos donde más se puede prodigar un discurso extremista han sido los más abandonados en términos de inversión, aunque reconoce que hay cierta inquietud por el discurso que se puede dar en algunas mezquitas. “Al final los más vulnerables son los más pueden captar ciertas ideas extremistas”, asegura, “hay un profundo problema de entendimiento, no únicamente metafórico, sino real, ya que a veces no tenemos ni la capacidad de entender el idioma en que los imanes dan sus discursos. Y estos tipos, a buen seguro, no vienen ni de Oxford ni de Cambridge”.

En la Mezquita Central de la ciudad una familia se prepara para una boda. Cuando ven acercarse al periodista se repliegan: “esta ciudad es un ejemplo de multiculturalismo”, dice Aftab, como si pronunciase un mantra. “¿Lo primero que pensé cuando me enteré del atentado en Londres? Pensé, por favor que no tenga apellido musulmán”. Aftab habla con tensión al inicio y se relaja después: “Creo que lo que más preocupa en Occidente es la crecimiento del Islam, por eso los medios exageran y estigmatizan a nuestra comunidad”. ¿Pero qué hay de la asociación terrorista que reclama esos atentados? “Lo condenamos, claramente, todos los musulmanes condenamos cualquier acto de violencia”. Aunque aparece una coletilla: “cuando uno golpea a otro, es normal que éste se defienda”. A Aftab le llaman para que entre en la Mezquita. Es la boda de su prima y es testigo: “lo que está claro es que ya es hora de que nos sentemos a hablar”.

En el puente que marca la entrada en Sparkbrook, en el sureste de Birmingham, hay estampada una de las frases más célebres de Mohamed Ali: “Si mi mente puede concebirlo y mi corazón sentirlo, entonces puede conseguirlo”. Una vez se cruza el puente, la ciudad cambia su fisonomía y el paisaje urbano adquiere un aspecto inminentemente islámico. Birmingham, la segunda ciudad de Gran Bretaña, tiene un 22% de población musulmana. En Sparkbrook, antigua colonia irlandesa de la ciudad, este porcentaje supera el 70%.

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