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“El PD se ha transformado en el partido del jefe”: los izquierdistas abandonan a Renzi
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EL PARTIDO CELEBRARÁ PRIMARIAS EL 30 DE ABRIL

“El PD se ha transformado en el partido del jefe”: los izquierdistas abandonan a Renzi

Habrá primarias inmediatas en el Partido Democrático, donde la escisión parece inevitable ante la "traición" del ex primer ministro Matteo Renzi, según el sector más izquierdista del partido

Foto: El ex primer ministro Matteo Renzi y su sucesor, Paolo Gentiloni, durante un acto del Partido Democrático en Roma, el 19 de febrero de 2017 (Reuters)
El ex primer ministro Matteo Renzi y su sucesor, Paolo Gentiloni, durante un acto del Partido Democrático en Roma, el 19 de febrero de 2017 (Reuters)

Massimo Recalcati, editorialista de La Repubblica —diario cuya inclinación es hoy liberal y centrista—, se preguntaba recientemente en un artículo si los progresistas italianos del Partido Democrático (PD) necesitan recostarse en la camilla de un psicoanalista. Tras descartar que en el PD estén locos, Recalcati teorizó que la puesta en escena de la escisión de una parte del partido no es fruto de un “trauma repentino”, sino de “un lento desgaste” que no fue tratado en el momento adecuado. Y cuyo origen remite, como ha dicho también el filósofo Massimo Cacciari, al pecado original del PD, en el momento de su creación en 2007, al son de las notas del cantante Jovanotti: fundar un partido uniendo dos posturas difícilmente conciliables, la católica progresista y el ala socialista-comunista.

Tanto es así que los cabecillas de quienes amenazan con la escisión son en su mayoría representantes de la llamada minoría de la izquierda del PD. Pertenecen a la vieja guardia que militó en el Partido Comunista Italiano (PCI), como el exministro Pierluigi Bersani y el exprimer ministro Massimo D’Alema. O han sido grandes exponentes del aguerrido sindicalismo italiano de izquierda, como Guglielmo Epifani. O, como Roberto Speranza, provienen del alma más izquierdista de los Demócratas de Izquierda (DS), el partido que, antes de extinguirse con la creación del PD, fue el gran heredero de las bases y la estructura del PCI. Un partido que, cabe recordar, fue la formación de ideología comunista más grande en Europa occidental hasta su desintegración en 1991.

Foto: Renzi durante la rueda de prensa en la que anunció su dimisión, en Roma, el 4 de diciembre de 2017 (Efe). Opinión

El enemigo común: el exprimer ministro Matteo Renzi, al que acusan de exceso de protagonismo, de autoritarismo y además de llevar adelante políticas económicas y sociales poco en sintonía con los principios de la izquierda. Sin olvidar que el propio padre de Renzi, Tiziano, proviene de la Democracia Cristiana (DC). “No voy a apuntarme más al PD, no participaré en el (próximo) congreso”, ha dicho Bersani. “Yo soy la izquierda del Gobierno. Es él se ha movido…”, ha añadido. “No existen más las condiciones, iré a buscarlas a otro sitio. Necesitaremos tiempo, pero lo lograremos”, explicó Vasco Errani, expresidente de Emilia Romaña —una de las regiones tradicionalmente ‘rojas’ de Italia— y otro que también está coqueteando con la idea de abandonar a la formación.

“Nosotros seguimos adelante en la creación de un nuevo sujeto político de centroizquierda que corrija las políticas que han alejado a tantos trabajadores, jóvenes y maestros”, ha dicho Speranza. “El PD se ha transformado en el partido del jefe, no es más el partido de la comunidad. Ha cambiado de piel”, ha agregado Epifani. “No estoy en contra de un liderazgo fuerte, pero un líder lo es cuando conoce sus límites y representa a todos. Renzi no lo ha hecho”, ha observado.

Unas tensiones que se remontan a las iniciadas por el mismo Renzi en 2010, cuando para conquistar su cuota de influencia dentro del PD promovió la llamada política del ‘desguace’. En agosto de ese año, de hecho, el entonces alcalde de Florencia promovió la jubilación de todos los líderes más veteranos, lo que le valió el apodo del ‘il rottamatore”, el Desguazador, y la fama de arribista sin escrúpulos entre la vieja guardia.

Consecuencias del referéndum

Fue el fallido referéndum constitucional de diciembre pasado —promovido por Renzi y en el que perdió por más de veinte puntos, a lo que contribuyó la oposición de la minoría de izquierda— lo que ha terminado de agitar los ánimos. Tras perder la cita, Renzi dimitió de su cargo como jefe de Gobierno, pero poco más de un mes después reapareció, decidido a retomar el control de su partido.

“Me sentí tentado de dejar la política. (…) Después me dije que solo el cobarde huye en los momentos difíciles. Nuestra batalla no ha hecho más que empezar”, afirmó, en una entrevista publicada el 14 de enero. “Es cierto que ahora tenemos trabajo por delante. Presentaremos una nueva dirección, viajaremos a lo largo y ancho de Italia, redactaremos el programa de los próximos cinco años de una manera original”, añadió el carismático político florentino.

El debate estaba servido. Empezó la discusión sobre cuándo llevar adelante nuevas primarias dentro del PD. Renzi sugirió llevarlas a cabo lo más pronto posible. La minoría del PD pidió aplazarlas, para dejar trabajar al Gobierno de Paolo Gentiloni, el exministro de Exteriores que asumió el cargo de primer ministro tras el referéndum. Renzi insistió, y el pasado domingo, ante una asamblea en Roma de 700 delegados, incluso dimitió de su puesto como secretario de la formación, para poner en marcha lo antes posible la convocatoria de un nuevo Congreso general. Al final, el ex primer ministro se salió con la suya: las primarias se celebrarás el próximo 30 de abril.

Foto: Renzi entre Paolo Gentiloni y el presidente del PD, Matteo Orfini, durante la asamblea del partido, en Roma (Efe).

Una cita de la cual Renzi, con toda probabilidad, saldrá reelegido como jefe de la organización, pues, según datos de la propia formación, cuenta con el apoyo de alrededor del 60% del PD. Algo que, a la vez, le garantizaría el puesto de candidato a primer ministro en unas próximas elecciones generales cuya fecha también depende, en gran parte, de lo que decidirá Renzi. Y Renzi ya ha dicho que las quiere anticipadas.

Y eso que, por el contrario, las minorías de izquierda habían reclamado a Renzi que se retirara como líder tras la derrota en el referéndum y no intentara recuperar el poder. “No se puede pedir a una persona que no se presente como candidato para evitar la escisión. Ustedes tienen derecho de derrotarnos pero no de eliminarnos”, les respondió entonces el ex premier. “No acepto que exista un 'copyright' de qué es la izquierda”, añadió, mostrando todo su desdén hacia los rebeldes.

Más fragmentación

Ante la situación, algunos han usado tonos dramáticos. “No logro creer adónde hemos llegado, qué demonio se ha apoderado de nuestra voluntad”, dijo el delegado Antonio Tocci. “Nos estamos auto-destrozando”, opinaron otros, ante lo que una parte de los díscolos ha hecho saber que, de momento, seguirán estando en la formación, para luchar desde adentro. Este es el caso Michele Emiliano, gobernador de la región de Apulia, quien ha afirmado que se presentará como candidato en las próximas primarias, enfrentándose a Renzi.

Así y todo, la gran amenaza es, sin duda, para la estabilidad del Parlamento italiano y el Ejecutivo de Paolo Gentiloni, que ya es el tercero desde las elecciones de 2013. Entonces, el 'impasse' se solucionó con una alianza entre formaciones progresistas y conservadoras, que también ha ido cambiando con el paso del tiempo. Con sus consecuentes retrasos en la toma de decisiones y los numerosos compromisos para sacar adelante cualquier nueva propuesta o ley. Un escenario que, ahora, podría repetirse.

Foto: Paolo Gentiloni ofrece una rueda de prensa tras reunirse con el presidente de la República, Sergio Matarella, el 12 de diciembre de 2016 (EFE)

Más aún teniendo en cuenta que la escisión que se está gestando tendrá unas consecuencias cuyo alcance es aún difícil de estimar: aunque las cifras no se prevén cuantiosas, será dolorosa para el centroizquierda, y sumará otra fuerza política al ya fragmentado escenario de los partidos italianos. De hecho, según lo adelantado por los rebeldes secesionistas, la idea es la de aglutinar a facciones inconformes de otros partidos de la izquierda que han quedado en la irrelevancia política tras la creación del PD. Entre ellos estarían los miembros de Izquierda y Libertad (SEL, por sus siglas en italiano), también surgido de las cenizas del difunto Partido Comunista Italiano.

Una situación que, de acuerdo con algunos análisis, podría arrancarle al PD decenas de parlamentarios de los que hoy sientan en sus bancadas, aun antes de que se celebren elecciones. Y algo que ha situado a esta gran formación del centro-izquierda del continente —el PD sacó 40% en las últimas elecciones europeas— al borde de un ataque de nervios ante la primera escisión de su historia. De ahí que Renzi, en la misma intervención de 40 minutos en Roma, advirtiese que la crisis del partido representa “un gran regalo” para el cómico genovés Beppe Grillo, líder del Movimiento Cinco Estrellas (M5S, por sus siglas en italiano), el partido de los ‘indignados’ italianos. Los sondeos ya dicen que el M5S es hoy el primer partido de Italia en intención de voto, con casi el 31%, mientras que el PD contaría con el 30%, la misma cifra que los partidos de derecha, también divididos tras el ocaso de Silvio Berlusconi.

Massimo Recalcati, editorialista de La Repubblica —diario cuya inclinación es hoy liberal y centrista—, se preguntaba recientemente en un artículo si los progresistas italianos del Partido Democrático (PD) necesitan recostarse en la camilla de un psicoanalista. Tras descartar que en el PD estén locos, Recalcati teorizó que la puesta en escena de la escisión de una parte del partido no es fruto de un “trauma repentino”, sino de “un lento desgaste” que no fue tratado en el momento adecuado. Y cuyo origen remite, como ha dicho también el filósofo Massimo Cacciari, al pecado original del PD, en el momento de su creación en 2007, al son de las notas del cantante Jovanotti: fundar un partido uniendo dos posturas difícilmente conciliables, la católica progresista y el ala socialista-comunista.

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