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Barack Obama: "La bomba atómica cambió el mundo"
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Barack Obama: "La bomba atómica cambió el mundo"

El presidente estadounidense visita la urbe que padeció el primer lanzamiento del artefacto nuclear. En su discurso no está previsto que pida perdón y tampoco irá a Nagasaki

Foto: El Presidente Obama y el Primer Ministro Shinzo Abe frente a la 'llama eterna' en el Parque de la Paz de Hiroshima (Reuters)
El Presidente Obama y el Primer Ministro Shinzo Abe frente a la 'llama eterna' en el Parque de la Paz de Hiroshima (Reuters)

Barack Obama se ha convertido hoy en el primer Presidente estadounidense en visitar Hiroshima. Acompañado por el Primer Ministro japonés Shinzo Abe, ha visitado el Memorial de la Paz en Hiroshima y el parque adyacente, donde ambos hombres han rendido un homenaje a las víctimas frente a la 'llama eterna' que las conmemora. "71 años han pasado desde aquel día", ha dicho el Presidente estadounidense al principio de su discurso. "Era una mañana luminosa y sin nubes. La muerte cayó del cielo y el mundo cambió", al demostrarle al ser humano que "tenía los medios para destruirse a sí mismo".

[Lea aquí: "Hijo de Hiroshima: la bomba que creó un líder contra las armas nucleares"]

Obama ha asegurado que el recuerdo de las víctimas de las bombas atómicas de agosto de 1945 "nunca debe desaparecer". "Es necesario mantener viva su memoria, porque alimenta nuestra imaginación, nos permite cambiar y nos da esperanzas sobre un futuro mejor", una referencia a uno de los objetivos de su presidencia, la no proliferación de las armas nucleares. "Debemos tener el valor de escapar a la lógica del miedo, y buscar un mundo sin ellas", ha subrayado.

En todo caso, en la agenda de esta visita presidencial nunca ha estado el pedir perdón, un gesto que conseguiría cicatrizar de una vez por todas las heridas de la Segunda Guerra Mundial. El Presidente también ha visitado la base militar de los marines estadounidenses en Iwakuni, a 40 kilómetros de Hiroshima. "Esta es una oportunidad para honrar la memoria de todos los que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Es una oportunidad de reafirmar nuestro compromiso en la búsqueda de la paz y la seguridad de un mundo donde las armas nucleares ya no sean necesarias", ha dicho.

A pesar del daño causado por los dos artefactos, Japón no odia a Estados Unidos. Los japoneses adaptaron con eficacia el estilo americano. Incluso sienten admiración “porque les ayudaron mucho durante la posguerra”, me contó hace 21 años Santiago Ferrán, misionero seglar católico en Japón. Quien ha visitado Tokio lo sabe. Manhattan más bien se asemeja a una copia ‘vintage’ de Ginza. Y no al revés.

Lo que siente el pueblo nipón es vergüenza, vejación y humillación por haber empezado la guerra con el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Porque Japón, los japoneses, no son los culpables de la masacre de Nankín, ni todos entendían la manera de actuar de Hirohito, el emperador Showa, aquel hombre bajito con cara de sabio despistado. El japonés medio intenta olvidar lo que ocurrió. Y lo hace sin resentimiento.

Vuelve el Ejército japonés

La primera vez que estuve en Hiroshima (regresé en 2001 y 2012) fue en agosto de 1995. Era el 50 aniversario de la bomba atómica. Yo era un estudiante de tercero de Periodismo que cubrió ese acontecimiento para Diario 16. Lo que más me sorprendió fue la alegría. Una ciudad pacifista, jubilada de rencor alguno. Niños japoneses, todos uniformados al milímetro, inundaban de felicidad profunda el Parque de la Paz. Sonaba, sin cursilerías, la canción de Michael Jackson ‘We are the world’. Hacía un calor humedísimo.

Con todo, los brotes nacionalistas que reivindican el poderío militar perdido han aumentado en la última década. El Gobierno de Shinzo Abe aprobó en 2015 el proyecto de ley de seguridad nacional que permitirá que las Fuerzas Armadas del país participen en operaciones en el exterior por primera vez desde el fin de la II Guerra Mundial. Así se incumple el artículo nueve de la Constitución japonesa, redactada por la ocupación estadounidense dirigida por el general Douglas MacArthur, que impedía que Japón tuviera Ejército. En realidad se las denomina Fuerzas de Autodefensa.

placeholder Jóvenes rezando en Hiroshima (Foto: A. Rivera)
Jóvenes rezando en Hiroshima (Foto: A. Rivera)

La bomba atómica, diseñada por los científicos de El Álamo (Nuevo México), que con tanto detalle refleja la serie de televisión ‘Manhattan’, cambió el curso de la Historia. De hecho, los lectores de ‘The New York Times’ manifestaron en una encuesta que la bomba atómica sobre Hiroshima fue la noticia más importante de todo el siglo XX. ¿Por qué Hiroshima? ¿Se hubiera rendido Japón si su población no hubiera padecido las dos bombas atómicas? El japonólogo Florentino Rodao, profesor de Historia de la Universidad Complutense, y autor de ‘Franco y el imperio japonés’ (Plaza y Janés, 2002), considera que la bomba atómica “ahorró vidas humanas, sobre todo a asiáticos”.

Existían muchos soldados nipones bien armados y si Japón no se hubiera rendido la “fanatización extrema” de su Ejército hubiera continuado. Había mucha gente dispuesta a morir y no sólo los pilotos kamikazes. Conviene no olvidar lo que cuenta Herbert P. Bix en ‘Hirohito and the Making of Modern Japan’. Fue el emperador “quien condujo a su país a una guerra que causó casi veinte millones de muertos en Asia”. En Japón se enfatizaba menos la imagen del enemigo.

La “oportunidad perdida” de Obama

¿Y Nagasaki? “No es justificable. Estados Unidos sólo la lanzó para probar cómo funcionaría una bomba de plutonio tras probar la de uranio en Hiroshima. Lo triste es que se experimentó con vidas humanas. Obama ha perdido una buena oportunidad. Tenía que haber ido a Nagasaki”, resalta Rodao, que no cree necesario que Obama pida perdón. O al menos si lo pide que sea “uno de tantos perdones que habría que pedir por las atrocidades de tantas guerras”. “Hay que ponerse en el contexto del momento. En España, sin ir más lejos, en 1945, nadie pensó en la vida de los japoneses. No se sabía exactamente el daño que causaría la explosión”.

Los ‘hibakushas’, los supervivientes de la bomba atómica, son los protagonistas del Museo de la Bomba Atómica. La entrada en 1995 costaba 20 yenes. “¿Por qué cayó en Hiroshima?”, explicaba un vídeo con subtítulos en inglés con información sobre las pruebas como las de Francia en el atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa. “La aparición de las armas nucleares puso a la raza humana al borde de la aniquilación”, reza la voz en off. Haruko Keihida narraba que cuando el ‘Enola Gay’ lanzó la bomba ella tenía 20 años. Haruko tuvo mucha suerte. Su casa quedó aniquilada, pero el artefacto no le afectó. No tuvo secuelas. Su marido regresó de la guerra y sobrevivió. La mayoría de sus amigas sí murieron. Y su familia.

Testimonios de ‘hibakushas’

El testimonio que más me cautivó fue el de Shizuko Numata. Una estantería le cayó encima y los médicos no tuvieron más remedio que sacrificarle la pierna izquierda. Numata tenía por aquel entonces 21 años, trabajaba de secretaria en la tercera planta de un centro de comunicaciones militar y estaba radiante de ilusión. Se iba a casar tres días después con un marino japonés que servía para el ejército imperial destacado en el Pacífico, muerto ya hacía un mes, aunque ella no lo supo hasta varias semanas más tarde.

Aquel 6 de agosto de 2001, 56 años después de la bomba, volvió a nacer. “Al igual que en un atardecer, el color del cielo era tan luminoso, tan bonito... Era una mezcla de rojo, azul, naranja y verde... No podía imaginar que esa luz se tratara en realidad de la bomba atómica', relataba Shizuko, en la sombra de uno de los árboles del Parque de la Paz de Hiroshima.

Kosei Mito se encarga a diario de recuperar la memoria. La madre de Kosei estaba embarazada de cuatro meses de él. No fue un niño de la guerra. Es uno de los 219.000 ‘hibakushas’ un bebé de la bomba atómica. Kosei, delante de la cúpula Genbaku Dome, uno de los edificios más bonitos de la ciudad preatómica y que se ha convertido en símbolo de la tragedia, no entiende cómo Estados Unidos aniquiló la vida de 140.000 personas y 80.000 en Nagasaki. No guarda resentimiento, pero sí exigía justicia. Así lo contaba en junio de 2012 a El Confidencial.

Hiroshima no sólo es un nombre mítico asociado a la mayor atrocidad jamás perpetrada contra una población civil, ni tampoco se puede reducir al eco de una película como ‘Hiroshima mon amour’ o al mejor reportaje jamás publicado, la obra capital de Jon Hersey. Hiroshima es un impacto emocional, un recuerdo necesario de la barbarie que se conmemora cada 6 de agosto, a las 8.15 horas: “Nunca más Hiroshimas”.

Barack Obama se ha convertido hoy en el primer Presidente estadounidense en visitar Hiroshima. Acompañado por el Primer Ministro japonés Shinzo Abe, ha visitado el Memorial de la Paz en Hiroshima y el parque adyacente, donde ambos hombres han rendido un homenaje a las víctimas frente a la 'llama eterna' que las conmemora. "71 años han pasado desde aquel día", ha dicho el Presidente estadounidense al principio de su discurso. "Era una mañana luminosa y sin nubes. La muerte cayó del cielo y el mundo cambió", al demostrarle al ser humano que "tenía los medios para destruirse a sí mismo".

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