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América quiere nuevos partidos: Trump y Sanders arrasan en New Hampshire
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América quiere nuevos partidos: Trump y Sanders arrasan en New Hampshire

2016 ya es una realidad, cruda e impredecible. Iowa y ahora New Hampshire confirman las profundas divisiones que aquejan a los dos grandes partidos y el gusto electoral por las opciones nuevas

Foto: El candidato republicano Donald Trump se dirige a sus votantes en New Hampshire tras conocer el resultado de las primarias (Reuters).
El candidato republicano Donald Trump se dirige a sus votantes en New Hampshire tras conocer el resultado de las primarias (Reuters).

2016 ya es una realidad, cruda e impredecible. Iowa y ahora New Hampshire han confirmado las profundas divisiones que aquejan a los dos grandes partidos de Estados Unidos y el gusto electoral por las opciones nuevas, sea un militante socialista de 74 años, o un millonario locuaz que promete levantar un muro con México, prohibir la entrada de musulmanes al país y restaurar la tortura.

El senador de Vermont, Bernie Sanders, se ha convertido en el primer político no cristiano (es judío) que gana unas elecciones primarias en EEUU. Y con una diferencia importante respecto a la favorita a nivel nacional: 59% de los votos frente a los 39% de Hillary Clinton, como decían las encuestas. Hace seis meses los sondeos daban a Clinton una ventaja del 40%.

Uno de cada tres demócratas estarían 'insatisfechos' de ver a Clinton como nominada, aunque solo uno de cinco piensan lo mismo de Sanders

New Hampshire amaneció ayer con dos factores en el aire: uno era el clima, la posibilidad de que una fuerte tormenta de nieve recortase la participación y perjudicase a ciertos precandidatos. Y el otro, aún más impredecible, la masa crítica de votantes independientes: un 40% del electorado al que se permite votar a cualquier candidato de cualquier partido.

Según 'The Washington Post', manejando encuestas a pie de urna, aquí estuvo la clave del éxito “sanderista”. Los votos demócratas estuvieron repartidos casi a partes iguales, aunque divididos por edad: las personas acomodadas y en edad madura habrían apoyado mayoritariamente a la exsecretaria de Estado, mientras el 70% de los menores de 30 años habrían votado al senador. Pero fueron los independientes, en una proporción de tres contra uno, quienes le dieron la victoria.

Otras claves serían la honestidad y el rechazo: Sanders habría conquistado a nueve de cada diez votantes que mencionan la honestidad como la virtud principal de un político. Y, al ser un rostro relativamente nuevo en la política nacional, no se ha granjeado la desconfianza que pueden inspirar caras más conocidas. Dice el diario que uno de cada tres demócratas estarían “insatisfechos” de ver a Clinton como nominada del partido; solo uno de cinco piensan lo mismo de Sanders.

Victoria de Sanders

"La nominación se ganará en marzo"

Esto lo sabe el senador y lleva semanas explotándolo, acusando a Hillary Clinton de financiar su campaña con dinero de millonarios y de grandes bancos. La precandidata se ha puesto a la defensiva ante las acusaciones y los números se han puesto sobre la mesa. Según la CNN, ella y su marido, Bill Clinton, han cobrado 153 millones de dólares dando discursos desde 2001, algunos de ellos pagados por bancos. Hillary cobra un mínimo de 225.000 dólares por conferencia.

“Lo que ha ocurrido aquí, en New Hampshire, en términos de electorado entusiasmado y despierto, es lo que va a ocurrir en todo el país”, declaró Bernie Sanders. “No necesitamos Super PAC [grandes donantes de campaña]; simplemente es demasiado tarde para el mismo 'establishment' de siempre, ¡el pueblo americano quiere un cambio real!”. El “estado granítico” ha batido su propio récord de participación.

La campaña de Clinton lleva semanas preparando al público para esta derrota con dos mensajes. Primero: como New Hampshire está junto a Vermont, y aquí la gente vota con mentalidad local, Sanders sería ganador casi por inercia. Segundo: Clinton ganó New Hampshire en 2008, pero luego perdió la nominación demócrata, con lo cual no hay que sobrevalorar la importancia del resultado en este estado. “La nominación va a ser ganada probablemente en marzo, no en febrero”, dijo la nota de prensa de la campaña, “y creemos que Hillary Clinton está bien posicionada para construir una fuerte -potencialmente insuperable- ventaja de delegados el mes que viene”.

Los paralelismos frágiles también abundan en el otro sentido. Bernie Sanders, socialista de 74 años, no es Barack Obama, pero el guión de 2016 se parece algo al de 2008: Hillary Clinton también ha partido como favorita, y también está perdiendo pie frente a un senador prácticamente desconocido fuera de Washington y de su estado natal, pero que recauda más contribuciones individuales que nadie, llena estadios y cuenta con el apoyo mayoritario de los jóvenes y de los hogares que ganan menos de 100.000 dólares al año.

Luego está el “factor Bill”: el expresidente de Estados Unidos y marido de Hillary Clinton ha salido a la tribuna para arremeter duramente contra Bernie Sanders en los últimos días. Otro déjà vu: sus ataques contra Barack Obama en 2008, a estas alturas del calendario, fueron ampliamente interpretados como un error que tuvo el efecto contrario al deseado.

Vence Donald Trump

Próximas citas: Nevada y Carolina del Sur

Las dos próximas citas electorales son en Nevada, el 20 de febrero, y en Carolina del Sur, el 27. Dos estados con fuerte presencia de las minorías latina y afroamericana, que apoyan mayoritariamente a Clinton. La candidata lidera los sondeos con un 20 y 30 puntos de ventaja respectivamente.

Si el partido demócrata se ha partido en dos, el republicano ha descendido al Hades, donde nueve candidatos continúan tirando de él como si lo quisieran hacer jirones. Donald Trump ha confirmado las predicciones con un 34,8% de los votos, más del doble que el segundo, y vuelto a demostrar su dominio de los tiempos en televisión. Esperó 30 minutos a que terminase de hablar Bernie Sanders para poder disfrutar él de la atención ininterrumpida de las cámaras. “Vamos a volver a hacer fuerte a nuestro país”, dijo a sus seguidores. “¡Vamos a volver a ganar, y vamos a ganar tanto, que vas a ser muy felices!”.

Sus palabras coincidieron con las de Jeb Bush, que parecía recobrar el pulso tras el fracaso de Iowa. Obtuvo un cuarto puesto muy ajustado, cercano al del ganador de los caucus, Ted Cruz, que fue tercero y por detrás de la sorpresa de la noche: el exgobernador de Ohio, John Kasich, otro señor tradicional que hasta ayer parecía difuminarse, pero que lo apostó todo a New Hampshire desde antes de que se zanjasen los caucus de Iowa. Kasich fue segundo con el 16,2%.

El gran perdedor es el senador de Florida, Marco Rubio. Hace sólo una semana, el cubanoamericano se mostraba henchido con su tercer puesto en Iowa, casi a la par que Donald Trump y muy por delante del resto de candidatos. Rubio pronunció un discurso optimista que muchos calificaron de “obamiano” y que ya contaba con la simpatía de la estructura conservadora. Por fin un político domesticado tomaba la delantera frente a los lobos de la periferia.

No ha durado; el aura de Rubio se ha desvanecido en apenas tres días. Quizás porque es joven, tiene 44 años y cede con facilidad al nerviosismo, rompe a sudar o se queda seco en directo. El sábado, en el debate republicano, Rubio cayó demolido frente a los ataques del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. El corpulento Christie se le echó encima con todo su peso; le acusó de estar completamente “guionizado” y Rubio sólo supo responder con las frases hechas que suele soltar en mítines y debates. Ayer se podían ver en New Hampshire varios robots imitando a Rubio.

“Nuestra decepción esta noche no se debe a vosotros, se debe a mí”, reconoció ante sus seguidores. “No lo hice bien el sábado por la noche. Así que, escuchad esto: no volverá a ocurrir”. Obtuvo el quinto puesto con el 10,5% de los votos.

2016 ya es una realidad, cruda e impredecible. Iowa y ahora New Hampshire han confirmado las profundas divisiones que aquejan a los dos grandes partidos de Estados Unidos y el gusto electoral por las opciones nuevas, sea un militante socialista de 74 años, o un millonario locuaz que promete levantar un muro con México, prohibir la entrada de musulmanes al país y restaurar la tortura.

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