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La ONU silencia los abusos de sus cascos azules en República Centroafricana
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"BEBÍAN ANTE LOS PRESOS CUBIERTOS DE SANGRE"

La ONU silencia los abusos de sus cascos azules en República Centroafricana

El caso de niños supuestamente violados por soldados de la operación francesa en República Centroafricana puede no ser el único en el que la ONU silencia abusos de las fuerzas internacionales

Foto: Un joven gesticula ante la cámara durante una protesta después de que tropas francesas abriesen fuego en Bambari (República Centroafricana).
Un joven gesticula ante la cámara durante una protesta después de que tropas francesas abriesen fuego en Bambari (República Centroafricana).

El caso de los niños supuestamente violados por soldados de la operación militar francesa en República Centroafricana, recogido en un informe de Naciones Unidas filtrado por un funcionario de la organización, podría no ser el único en el que la ONU ha silenciado graves abusos de las fuerzas internacionales. El Confidencial ha accedido a unas imágenes que muestran cómo dos detenidos bajo custodia de los cascos azules de la misión de paz en ese país fueron encadenados y torturados en la ciudad de Bozoum. En diciembre, una niña centroafricana de 13 años denunció haber sido violada por un casco azul. De las investigaciones prometidas por la ONU hace meses, no ha trascendido nada.

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“Al llegar a la base de los cascos azules en Bozoum (República Centroafricana), vi a los dos detenidos en el suelo con los brazos amarrados por la espalda al asta de la bandera. Estabancubiertos de sangre, tenían señales de golpes recientes y los tobillos encadenados. A uno le habían pegado un puñetazo en un ojo y le habían desnudado; lo único que llevaba encima era un pantalón corto que dejaba al descubierto los glúteos. Al otro detenido seguramente le habían roto un brazo pues lo tenía retorcido en una postura antinatural. Mientras los hombres lloraban, los cascos azules se reían, bebían cerveza y algunos se hacían fotos delante de ellos. Otros, al pasar, les lanzaban una patada”.

El relato de un trabajador de una organización internacional que ha declarado bajo condición de anonimato confirma el contenido de unas fotografías y un vídeo a los que ha tenido acceso El Confidencial en los que se aprecian las señales de torturas y el trato degradante de los que fueron objeto dos detenidos bajo custodia de los soldados de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de Naciones Unidas en República Centroafricana (MINUSCA). El mandato de los cascos azules de la ONU consiste en garantizar el respeto a los derechos humanos y pacificar ese país sumido en una guerra larvada entre grupos armados.

Las fotografías y el vídeo fueron tomados el pasado 24 de septiembre en Bozoum, a 379 kilómetros al norte de la capital centroafricana, Bangui, apenas diez días después de que esta misión de paz asumiera oficialmente sus funciones, una labor que se ha visto manchada por denuncias de trato degradante a la población y por sospechas fundadas de abusos sexuales, como por ejemplo la supuesta violación de una niña de 13 años que en diciembre aseguró haber sido violada por un casco azul en la ciudad centroafricana de Bambari.

Pese a que, tanto en el caso de esta denuncia de violación, como en el de las supuestas torturas descubiertas por El Confidencial, la ONU aseguró que sendas investigaciones “estaban en curso”, no ha trascendido que ningún supuesto responsable haya sido interrogado, juzgado o haya sido objeto de medidas disciplinarias por estos hechos pese a los meses transcurridos.

El silencio de la ONU

En las imágenes a las que ha tenido acceso este diario se aprecia el antes y el después de la detención de los dos jóvenes de Bozoum por parte de los cascos azules. En una primera serie de fotografías tomadas justo después del arresto, los dos hombres están en buen estado, sin señales de golpes, excepto una herida en el cuero cabelludo de uno de ellos. En la segunda serie de imágenes, tomadas sólo dos horas después, ya en la antigua fábrica que sirve de base a la misión militar de Naciones Unidas en la ciudad, los sospechosos aparecen cubiertos de sangre, con marcas de golpes y encadenados al asta de la bandera. Durante ese lapso de tiempo, los dos sospechosos estuvieron todo el tiempo bajo custodia de los soldados de Naciones Unidas, confirma el testigo citado que presenció la detención.

Los cascos azules de Bozoum formaban parte de la cuarta brigada del contingente camerunés de la misión de paz en República Centroafricana y habían detenido a estos hombres al sospechar que formaban parte de un grupo armado y que estaban detrás del homicidio de un taxista de la localidad. Una vez capturados, los militares se llevaron a los sospechosos a su base.

Por pura casualidad, este arresto coincidió con la llegada a la ciudad de una comisión de investigación sobre las violaciones de derechos humanos en la República Centroafricana. Esta comisión fue establecida por el Consejo de Seguridad de la ONU en su resolución 2127 del 5 de diciembre de 2013. Su presidente es el también camerunés Bernard Acho Muna. “Cuando los coches con los miembros de la comisión llegaron a Bozoum, los dos hombres acababan de ser detenidos. Había mucha gente en la calle y algunos miembros de la delegación se aproximaron para saber qué estaba ocurriendo. Algo más de dos horas después, varios de ellos se acercaron a la base de MINUSCA para interesarse por los detenidos”, explicael testigo.

“Cuando los empleados civiles de Naciones Unidas, sorprendidos al ver el estado de los detenidos, preguntaron a los cascos azules por el origen de sus heridas, el comandante camerunés echó la culpa a los habitantes de la ciudad que, según dijo, habían atacado a los sospechosos. Este oficial no sabía que alguien les había hecho fotos antes de que se los llevaran a la base y que, en esas imágenes, ni uno tenía el ojo tumefacto ni su compañero el brazo roto. El comandante no explicó tampoco por qué los detenidos estaban encadenados y uno de ellos casi desnudo, un trato degradante que va en contra de todos los estándares de derechos humanos”, explica el trabajador humanitario. “Después de que los miembros de la delegación de la ONU protestaran, los cascos azules desataron a los detenidos”, continúa.

Pese a que, según este relato, algunos miembros de la delegación de la ONU presenciaron este caso de trato degradante y supuestas torturas, en el informe final de la Comisión, hecho público el 22 de diciembre, no se menciona esta actuación de los cascos azules.

En respuesta a las preguntas de este diario, formuladas por correo electrónico a la jefa de información pública de la MINUSCA, Myriam Dessables, y a su portavoz, Hamadoun Touré, esté último afirmó el pasado 12 de febrero que Naciones Unidas había decidido “abrir una investigación ya en curso” sobre los hechos. El portavoz no contestó a la pregunta de por qué este incidente había sido obviado en el informe de la comisión de derechos humanos. Tres meses después, no ha trascendido ninguna acción ni resultado de la investigación anunciada por Hamadoun Touré.

Denuncia de violación de una niña de 13 años

La MINUSCA es una misión militar con amplios poderes cuya prioridad es proteger a la población civil, un país sacudido por los enfrentamientos entre dos grupos armados: los Seleka, una alianza de mayoría musulmana que en marzo de 2013 se apoderó del poder gracias a un golpe de Estado, y sus enemigos, los Antibalaka, milicia compuesta sobre todo por cristianos y animistas.

Sin embargo, la reputación de algunos contingentes de los que conforman la misión se ha visto enturbiada a menudo en los ocho meses que llevan oficialmente en el país. Las sospechas de que algunos de estos soldados pueden haber utilizado los servicios de prostitutas y perpetrado abusos sexuales han estado en ocasiones apuntaladas por las denuncias de la población,testimonios de trabajadores de ONG e informaciones de la prensa centroafricana. Por ejemplo, el 17 de diciembre, cuando un medio de comunicación local, la Red de Periodistas por los Derechos Humanos, informó de la supuesta violación de una niña de 13 años. La menor denunció que un casco azul congoleño había abusado de ella en Bambari (400 kilómetros al noreste de Bangui) tras entregar el equivalente de 15 euros a su cuñada.

La jefa de información pública de la MINUSCA, Myriam Dessables, se comprometió entonces en rueda de prensa a que la ONU investigaría los hechos. Dessables afirmó que de confirmarse la violación, se tomarían medidas pero tampoco en esa ocasión se ha vuelto a saber nada de dicha investigación. Y eso pese a que Hamadoun Touré, portavoz de MINUSCA, afirmó a El Confidencial que Naciones Unidas “se toma muy en serio” este tipo de denuncias y reiteró la política “de tolerancia cero” de la ONU “a todo acto de mala conducta”.

Esta política de “tolerancia cero” no ha impedido, sin embargo, los sucesivos escándalos de abusos protagonizados por cascos azules en países como la República Democrática del Congo, Kosovo, Burundi y Liberia, por citar algunos de los casos.

Si en la ciudad de Bambari las sospechas contra los cascos azules se concretaron en esta denuncia, aún por dilucidar, en otra localidad, Boda (180 kilómetros al sur de la capital), otro contingente de cascos azules, en esta ocasión procedente de la República del Congo, ha sido objeto también de severas críticas por la costumbre de sus miembros de exhibirse con mujeres muy jóvenes, algunas en apariencia menores, y consumir profusamente alcohol en público, explica un trabajador humanitario que declaró bajo condición de anonimato. Según este cooperante, la reputación del contingente estaba tan mermada que hace “dos meses”, Naciones Unidas decidió sustituirlo íntegramente, aunque siempre con soldados de la misma nacionalidad. Al menos en esta ocasión, explica el cooperante, ha habido un cambio: “los nuevos mandos congoleños son serios y ya no se ve a los cascos azules con jovencitas”, explica.

A tiros en la base de una ONG

Si el objetivo de los cascos azules es la “ejemplaridad” a la que aludió el portavoz de Naciones Unidas en su respuesta a este medio, la MINUSCA está lejos de conseguirlo. A los escándalos de supuestos abusos sexuales, se unió el pasado 17 de enero la irrupción a tiro limpio de un grupo de cascos azules en la base de la ONG International Medical Corps (IMC) en Bouca (a 289 kilómetros al norte de Bangui).

En un comunicado firmado por varias de las ONG presentes en el país, como IMC, Save the Children, Oxfam y Plan se relata cómo, ese día, los soldados de la ONU se presentaron en la base de la organización exigiendo que se les prestara un teléfono satélite. Al negarse el personal de la ONG a que penetraran armados en el recinto, como recoge su código de conducta, los cascos azules forzaron la entrada y comenzaron a disparar para amedrentar a los cooperantes. Varias de las balas impactaron en un coche de IMC en medio del pánico de los presentes.

"Esta intrusión en un recinto protegido y la intimidación ejercida por elementos de MINUSCA son absolutamente inaceptables, no sólo por ser constitutivas de una violación del derecho internacional humanitario, sino también por ir en contra del mandato de esta fuerza de Naciones Unidas”, denuncia el comunicado.

Los pecados heredados por la MINUSCA

Oficialmente, la misión de Naciones Unidas en Centroáfrica comenzó el 15 de septiembre de 2015. En realidad, la MINUSCA ha asumido casi en su totalidad a los más de 5.000 soldados que integraban otra operación de paz de la Unión Africana, la MISCA, operativa desde diciembre de 2013. Países como Camerún, Congo (RDC), Ruanda y Burundi, entre otros, aportaron tropas.

Algunos contingentes de la operación militar africana eran apreciados por la población; por ejemplo, el marroquí; otros contingentes eran muy impopulares. A ello no fueron ajenas las sucesivas denuncias de abusos, desde violaciones a torturas pasando por desapariciones forzosas. En junio de 2014, la organización Human Rights Watch (HRW) denunció que soldados de la República Democrática del Congo de la MISCA estaban implicados en la desaparición forzosa de 11 personas, un caso que sigue sin esclarecerse. Cinco de los soldados de la Unión Africana son a su vez sospechosos, junto con los franceses de la operación Sangarís, de haber participado en las violaciones de niños cuya existencia se acaba de conocer.

El caso de los niños supuestamente violados por soldados de la operación militar francesa en República Centroafricana, recogido en un informe de Naciones Unidas filtrado por un funcionario de la organización, podría no ser el único en el que la ONU ha silenciado graves abusos de las fuerzas internacionales. El Confidencial ha accedido a unas imágenes que muestran cómo dos detenidos bajo custodia de los cascos azules de la misión de paz en ese país fueron encadenados y torturados en la ciudad de Bozoum. En diciembre, una niña centroafricana de 13 años denunció haber sido violada por un casco azul. De las investigaciones prometidas por la ONU hace meses, no ha trascendido nada.

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