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La creciente amenaza que atenaza a los musulmanes de Europa
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habrá un aumento del odio

La creciente amenaza que atenaza a los musulmanes de Europa

Los dos atentados son injustificables, horribles, exasperantes y causarán, inevitablemente, más problemas. Temo por mis semejantes, los musulmanes

Foto: Un imán reza ante las oficinas del 'Charlie Hebdo'. (Reuters)
Un imán reza ante las oficinas del 'Charlie Hebdo'. (Reuters)

Tal y como han hecho casi todos los musulmanes, yo también me uno a las voces que condenan la atrocidad de París. Los dos atentados de esta semana son injustificables, horribles, exasperantes (especialmente para los musulmanes) y causarán, inevitablemente, más problemas, más caos, más desconfianza y marginación. La verdad es que temo por mis semejantes, los musulmanes de toda Europa. Vamos a presenciar un aumento del odio hacia los musulmanes, veremos cómo la extrema derecha gana popularidad y cómo los políticos incluyen en las legislaciones medidas más draconianas, dirigidas principalmente hacia los seguidores del islam.

Es cierto que las comunidades musulmanas necesitan realizar un ejercicio de introspección para averiguar qué es exactamente lo que ha ido mal, pero también es cierto que la inmensa mayoría de los musulmanes no se ven, de ninguna manera, representados por estos fanáticos. Estas personas son, y siempre lo serán, una pequeña minoría: los que perpetran crueles crímenes y promueven actitudes retorcidas y malvadas. Insisto, a usted le costaría encontrar alguna autoridad islámica o una eminencia musulmana que se niegue a condenar estos crímenes. De hecho, pese a la obstinada ignorancia de quienes aseguran que los musulmanes no se manifiestan en contra de estas atrocidades -algo a lo que, por cierto, los musulmanes no deberían sentirse obligados, ya que la religión que siguen estos extremistas es tan desconocida para el musulmán de la calle como la física cuántica para el trabajador medio en España-, los seguidores del islam se manifiestan, y siguen haciéndolo.

Vídeo: Declaraciones del hermano de Ahmed Merabet, el policía musulmán asesinado en el atentado en París.

Mientras es necesario reconocer que hay un problema dentro de la comunidad musulmana, debido a una loca y fanática minoría, también hay problemas fundamentales relacionados con el modo en el que este debate se está desarrollando. Consideren lo siguiente: ¿Por qué una revista con una historia de caricaturas racistas, que publica ilustraciones pornográficas de un hombre venerado por cerca de 1.000 millones de personas, publicadas en un país donde los que sufren las consecuencias son una población inmigrante marginada, es vista de un modo heroico? O tal vez explica por qué un periodista del Charlie Hebdo fue despedido supuestamente por escribir comentarios antisemitas, mientras que criticar a los musulmanes parece ser juego limpio. También me gustaría que alguien me explicase por qué Israel puede matar periodistas, y admitirlo abiertamente, sin que se produzca una protesta internacional. Y cómo puede decirse que las viñetas sobre el Profeta se realizaban en nombre de la libertad de expresión cuando, en el mismo país, las autoridades prohibieron recientemente una protesta propalestina. Podríamos continuar, pero el espacio es limitado.

El quid de la cuestión es que este doble rasero es exasperante y deliberadamente ignorado. Pero dejémoslo a un lado porque, después de todo, esto no es tan importante, ¿verdad?

Este tipo de miedos no se limitan a las calles de París, sino que los sufren muchos musulmanes en toda Europa. Conozco una chica que tenía 11 años cuando se produjeron los ataques del 11 de septiembre. Unos matones racistas la tiraron al suelo y golpearon repetidamente mientras gritaban insultos anti-musulmanes. Me temo que escucharé más historias de este tipo.

Como era de esperar, hemos visto como personajes infames asociados con la xenofobia y el racismo dentro de la extrema derecha europea bramaban sus opiniones cada vez más escuchadas. El movimiento Pegida en Alemania; Marine Le Pen, líder del Frente Nacional en Francia; Geert Wilders, el político holandés que se enfrenta a un proceso judicial por incitar al odio racial; Nigel Farage, primera espada del UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido); Walter Wobmann y los políticos del Partido del Pueblo Suizo, que lideraron la exitosa campaña para prohibir la construcción de mezquitas, al igual que personalidades de la extrema derecha italianas y suecas, han logrado remover el odio y el miedo de la gente y hacerles creer que estamos en guerra.

Sí, estamos en guerra. Pero no con los musulmanes. Estamos en guerra con quienes buscan explotar estas atrocidades para apuntalar su credibilidad y demonizar a los musulmanes a cambio de poder político. No es el momento de entrar en pánico, sino de mantener la calma y la mente clara. La inmensa mayoría de los musulmanes son como todos los demás, luchan por seguir con su vida diaria, detestan la violencia y defienden los valores de libertad de expresión, justicia y paz. No podemos mantenernos ciegos ante esto. Si lo hacemos, los extremistas que lideran partidos de extrema derecha, poseen corporaciones de medios o financian a individuos para que difundan el odio, habrán ganado. Y ése será un desastre mayor que el que vimos en las calles de París.

(*) Omar Shahid es un periodista que trabaja en Reino Unido y que escribe para medios de distintos países. Especializado en asuntos religiosos.

@omar_shahid

Tal y como han hecho casi todos los musulmanes, yo también me uno a las voces que condenan la atrocidad de París. Los dos atentados de esta semana son injustificables, horribles, exasperantes (especialmente para los musulmanes) y causarán, inevitablemente, más problemas, más caos, más desconfianza y marginación. La verdad es que temo por mis semejantes, los musulmanes de toda Europa. Vamos a presenciar un aumento del odio hacia los musulmanes, veremos cómo la extrema derecha gana popularidad y cómo los políticos incluyen en las legislaciones medidas más draconianas, dirigidas principalmente hacia los seguidores del islam.

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