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Fiestas, ropa cara y chicas: el yihadismo ‘cool’ de la "generación Gran Hermano"
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francia busca cómo frenar el extremismo

Fiestas, ropa cara y chicas: el yihadismo ‘cool’ de la "generación Gran Hermano"

Basta echar un vistazo a sus perfiles. Fiestas al borde la piscina, paseos en moto y nada de túnicas islámicas, sino ropa de marca occidental. Y, por supuesto, chicas

Foto: Mourad Farès, franco-marroquí de 29 años, en una imagen publicada en las redes sociales.
Mourad Farès, franco-marroquí de 29 años, en una imagen publicada en las redes sociales.

Es un récord europeo del que Francia no se vanagloria. Casi mil ciudadanos de este país se encuentran combatiendo por la yihad en Irak y Siria, integrados en el Estado Islámico o en grupos como Jabhat al-Nusra (Frente al-Nusra), cercano a Al Qaeda. Hombres, mujeres y adolescentes franceses de menos de 18 años que han conseguido burlar los controles de fronteras para buscar en la guerra santa una salida personal a sus vidas en Europa, atraídos, en su mayoría, a través las redes sociales.

El ministro del Interior galo, Bernard Cazeneuve, ha detallado en estas últimas horas la situación de los franceses captados por el radicalismo del autodenominado Califato: de los 930 “voluntarios” en Irak y Siria, 230 querrían volver; otros 36 habrían muerto en combate. También hay cifras para los retornados: 113 arrestados y 51 encarcelados.

Basta echar un vistazo por los perfiles de los jóvenes yihadistas para comprobar la modernización de los métodos de captación. Fiestas al borde la piscina, paseos en moto, veladas-kebab y ropa de marca occidental. Y, por supuesto, chicas

El Gobierno francés responde así a las críticas recibidas durante los últimos años: unos servicios secretos efectivos y bien preparados, pero una reacción política fofa y negligente que no atendió las alarmas encendidas, por ejemplo, en el caso del asesino de Toulouse, Mohamed Merah, autor de la muerte de tres niños judíos y un profesor de la escuela Ozar Hatora. Asesino, también, de tres soldados franceses en la misma región. Con la sensibilidad ya más activada y el conflicto de Siria en marcha, París no pudo evitar tampoco que otro yihadista nacional, Mehdi Nemmouche, se hiciera célebre en el mundo por protagonizar otra matanza, la del Museo Judío de Bruselas: cuatro muertos.

Confiscar pasaportes y documentos de identidad

París presumía este lunes de abanderar la lucha contra el EI en el terreno internacional y en el interno. Hollande era el anfitrión de la cumbre por la paz en Irak mientras su gabinete presentaba en la Asamblea un arsenal de medidas jurídicas antiyihad. Entre ellas, la posibilidad de confiscar el pasaporte e, incluso, el documento nacional de identidad a aquellas personas sospechosas de querer viajar “al teatro de operaciones”. Sólo el hecho de desear participar en la yihad podría acarrear tres años de prisión.

Como medida para atacar legalmente a los llamados “lobos solitarios”, es decir, aquellos terroristas que supuestamente actúan sin ligazón orgánica a grupo alguno, los legisladores estudian también la creación de la figura de “empresa terrorista individual”. Hasta ahora, este tipo de casos no podían entrar en el apartado de “asociación de delincuentes”, que ya existe en el código francés.

Yihadismo ‘cool’ de la “generación Gran Hermano

La iniciativa más difícil de llevar a cabo será la lucha contra el proselitismo a través de las redes sociales y, en especial, a través de Facebook, el vector de propaganda favorito de la juventud yihadista. El nuevo look de los extremistas vehiculado a través de internet se aleja de la figura sombría y aspecto medieval de los muyahidín del pasado. Basta echar un vistazo por los perfiles de los jóvenes yihadistas franceses para darse cuenta de la modernización de los métodos de captación. Fiestas al borde la piscina, paseos en moto, veladas-kebab y nada de thobes, quamis u otra túnica islámica, sino ropa de marca occidental, calzado deportivo a la moda y las inevitables Ray-Ban. Y, por supuesto, “chicas”. Es el yihadismo cool.

“Ya no se busca el anonimato sino, al contrario, buscan la fama”, señala a El Confidencial Samir Anghar, sociólogo especializado en el radicalismo islamista. Es, dice Anghar, “la generación Loft Story, la versión francesa del programa de telerrealidad que en España se conoció como Gran Hermano.

Murad Farès, franco-marroquí de 29 años, uno de los presuntos capos de los reclutadores de franceses de Jabhat al-Nusra, es un buen ejemplo de esta nueva generación yihad. En febrero de este año concedió una larga entrevista a un periodista que estudió con él en Lyon. En su relato, describe su misión de reclutador, su vida en Siria y subraya que hay muchos más franceses yihadistas que los señalados por las autoridades de París. Dice que nunca volverá a Francia porque sería encarcelado durante años. Sin embargo, la semana pasada fue arrestado por las autoridades turcas y entregado a Francia. En París tendrán tiempo ahora para comprobar si Farès es un pez gordo, como él decía, o un yihadista de teclado, especialista en la propaganda 2.0. y el videonarcisismo.

El Gobierno Valls se jacta de haber evitado el viaje a las zonas de conflicto de más de 70 personas, entre ellas menores de edad que hasta ahora pasaban los controles aduaneros con un simple pasaporte para desplazarse a Turquía. Desde abril, funciona también un número verde del Ministerio del Interior para responder a las dudas de las familias sobre sus hijos y, también, para propiciar la delación a los presuntos candidatos a la yihad.

¿Por qué se alistan los jóvenes?

Sociólogos, antropólogos, sicólogos, filósofos, y muy pocos religiosos musulmanes, debaten en Francia desde hace meses sobre las razones que empujan a un cierto sector de la juventud francesa a alistarse en la yihad. Muchos señalan que ya es hora de abandonar las excusas como la exclusión social o la estigmatización de los musulmanes. La autocensura de los medios de comunicación y de los políticos, la vista gorda hacia signos de radicalización en ciertos barrios, los oídos sordos ante los discursos de un salafismo que gangrena ciertos guetos, la estupidez de lo políticamente correcto y, especialmente, la renuencia de los imanes a denunciar la instrumentalización política del islam han contribuido a crear un caldo de cultivo propicio para que ciertos jóvenes opten por vivir en “otro tipo de sociedad”.

La antropóloga Dunia Buzar traza el perfil de los jóvenes candidatos a la yihad: de 14 a 21 años, procedentes de todos los sectores sociales y no sólo de familias musulmanas ni origen extranjero. Buzar insiste en el éxito de las nuevas técnicas de adoctrinamiento: “Hace diez años, los radicales conseguían convencer a los jóvenes más frágiles. Hoy han mejorado sus técnicas. Mezclando la modernidad de internet, las imágenes subliminales de los juegos de vídeo y las técnicas propias de captación de las sectas del islam, logran cautivar a un joven que no tiene problemas familiares o escolares”.

Buzar aconseja a los padres que viven esos casos que impidan a sus hijos viajar al extranjero y que, en vez de intentar razonar, intenten jugar la carta del afecto y los buenos recuerdos. Muchos de los jóvenes que han llegado a Siria o Irak quieren volver después de haber asistido a horribles escenas o, simplemente, arrepentidos de lo que encuentran allí. Para Buzar, los chicos pueden intentar escapar, pero para las chicas es más difícil, porque nada más llegar allí son secuestradas. Buzar dice que hay más de 20 jóvenes francesas en esta situación.

“No sin mi hija”

Francia ha sido también escenario de otro tipo de emigración yihadista. La de los padres que, juntos o por separado, se llevan consigo a sus hijos de corta edad. En los casos de parejas divorciadas o separadas, el problema se agudiza. El caso más reciente es el calvario vivido por la franco-tunecina Mériam Rahiem. Casada con un hombre también de origen tunecino, tienen una hija, Assia, en 2012. Pocos meses más tarde, su marido cambia por la influencia de musulmanes conocidos. La niña es privada de juegos y música y la escolaridad queda prohibida en el futuro. Mériam se separa de su marido, pero no puede evitar que este visite a su hija. Un día, padre e hija, de 18 meses, desaparecen con destino a Siria. Mériam Rahiem ha luchado durante un año, recorriendo redacciones, asociaciones y antesalas de ministros hasta que ha podido arrancar, a principios de mes, a Assia de las garras de los islamistas.

Francia ha decidido comprometerse sin complejos en la lucha internacional contra el Estado Islámico. Sus cazas sobrevuelan ya desde este lunes el territorio conquistado por la barbarie. Los Rafale van a bombardear a miles de kilómetros de su base para frenar, también en territorio francés, el avance de la gangrena islamista.

Es un récord europeo del que Francia no se vanagloria. Casi mil ciudadanos de este país se encuentran combatiendo por la yihad en Irak y Siria, integrados en el Estado Islámico o en grupos como Jabhat al-Nusra (Frente al-Nusra), cercano a Al Qaeda. Hombres, mujeres y adolescentes franceses de menos de 18 años que han conseguido burlar los controles de fronteras para buscar en la guerra santa una salida personal a sus vidas en Europa, atraídos, en su mayoría, a través las redes sociales.

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