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Auge y ruina de Eike Batista, el 'amigo' gamberro de Acciona
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EL SÍmbolo de LA SUERTE DE BRASIL

Auge y ruina de Eike Batista, el 'amigo' gamberro de Acciona

Ha sido el hombre más rico de Brasil, pero su fortuna se deshizo en pocos meses. Una historia de lujos y especulaciones que refleja la suerte de todo un país

Foto: Eike Batista celebra el inicio de la actividad de OGX en Sao Joao da Barra durante un acto en Río de Janeiro (Reuters).
Eike Batista celebra el inicio de la actividad de OGX en Sao Joao da Barra durante un acto en Río de Janeiro (Reuters).

Eike Batista sonreía en Twitter mientras abrazaba al futbolista estrella de Brasil. De fondo, una exquisita vista de Río de Janeiro. A su lado, con gorra blanca, Neymar, el entonces nuevo fichaje de su empresa publicitaria. Era junio de 2012. Eike, 57 años, era el hombre más rico de Brasil, con una fortuna superior a los 34.000 millones de dólares. Sus compañías constituían la corporación más grande de Sudamérica.

No era extraño que este próspero millonario posara junto a famosos, modelos y deportistas. En su diccionario, éxito era sinónimo de excentricidad: se fotografiaba en fiestas a las que llegaba con sus coches de lujo y lanchas offshore o en sus aviones privados acompañado de las más bellas mujeres. Terminó convirtiéndose en el nuevo símbolo del hombre de negocios brasileño, el empresario de una superpotencia mundial pujante y desarrollada.

Diecisiete meses después de aquella imagen, la vida de Eike ha dado un giro rotundo: se ha declarado en bancarrota. El ascenso y la caída de este megaempresario es un fiel reflejo de los cambios económicos y sociales que vive Brasil. Eike había multiplicado su fortuna vendiendo el potencial del país, con empresas constituidas en base a los ricos depósitos petrolíferos brasileños y en plena expansión de su clase media. Pero el motor de América del Sur parece ahora ahogado. La inflación y el tibio crecimiento macroeconómico son los principales problemas a los que se enfrenta el Gobierno de Dilma Rousseff.

¿Información privilegiada?

Elizer Batista nació el 3 de noviembre de 1956 en Minas Gerais, en la Región Sudeste de Brasil. Hijo de una inmigrante alemana y un empresario brasileño, Eike (todos lo conocen por su apodo) comenzó su carrera en los negocios con inversiones en minas de oro y diamantes en la Amazonia.

Como toda su trayectoria profesional, sus primeros pasos no estuvieron exentos de cuestionamientos. Sus enemigos han puesto en duda su meteórico ascenso y han apuntado a su padre para explicarlo: sostienen que Eike contó con información privilegiada, ya que su progenitor fue ministro de Minas y Energía y también presidente de la minera Vale, que en aquella época era estatal.

Eike es supersticioso: todas sus empresas llevan en su nombre una “X”, como símbolo de la deseada multiplicación de su riqueza. EBX, la firma pionera, pronto se convirtió en un grupo empresarial que ha estado compuesto hasta por una decena de compañías de distintos sectores como petróleo, minería, logística, energía, inmobiliaria, turismo, gastronomía y entretenimiento.

placeholder Batista saluda a los fotógrafos al abandonar una ceremonia en el Palacio de Laranjeiras, en Río (Reuters).

Fama, contactos políticos y una chica Playboy

Sus contactos políticos también dieron un empujón definitivo a su fortuna. Su conglomerado empresarial recibió más de 4.000 millones de dólares en créditos e inversiones del estatal Banco Nacional del Desarrollo Económico y Social (Bndes). Su firma bandera, OGX Petróleo e Gás Participações S.A., se convirtió en la compañía más importante de Brasil y en uno de los ejemplos de la pujanza económica del país sudamericano.

A Eike le gustaba disfrutar de su fama. Se codeaba con la alta sociedad, aparecía en la televisión y mostraba su Mercedes Benz aparcado en el salón de su casa para las revistas. Su cuenta de Twitter estaba continuamente encendida: se mostraba en cócteles y eventos, muchas veces con una copa de champagne en su mano. Al comienzo de su carrera lo acompañaba su primera esposa, la ex-Miss Playboy Luma de Oliveira, madre de dos de sus hijos. Ahora se pasea con su segunda mujer, la joven modelo Flavia Sampaio, madre de su hijo más pequeño.

Objetivo: superar a Carlos Slim

Junio de 2008, en Brasil había un fervor de dinero. Eike recaudó más de 4.000 millones de dólares en la primera oferta pública de OGX. Este políglota educado en Europa aprovechaba ese clima de negocios. Los especialistas apostaban a que Brasil estaría entre los cinco mayores productores de crudo del mundo en 2020. A coro, los analistas financieros ubicaban al gigante de América del Sur dentro del selecto grupo de países en desarrollo capaces de frenar la recesión que vivía buena parte del mundo con su pujante crecimiento.

La fortuna de Eike estaba en plena expansión. Ya era el hombre más rico de Brasil y alardeaba con arrebatarle el primer puesto de los ranking mundiales al mexicano Carlos Slim. En la actualidad, no figura ni entre las 100 primeras posiciones de la revista Forbes.

Empujada por el boom mundial de los commodities, la economía de Brasil crecía y sus compañías multiplicaban su valor de manera sideral. Poco tiempo después, OGX sumaba 8.000 millones de dólares de recaudación para actividades petroleras y gasíferas. El sueño de Eike era poner a su empresa a competir con Petrobras.

“Ahora todo parece fantástico, pero hay que entender que en aquel entonces todo el mundo quería invertir en el petróleo brasileño. Petrobras había realizado enormes descubrimientos y, a menos que quisieras invertir en una complicada empresa estatal, la única forma de llevarse una parte era comprando en OGX”, opina Aldo Musacchio, profesor asociado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard en Boston.

La caída del rey… y de la bolsa

La fotografía de la actualidad brasileña muestra otro panorama: el real y la Bolsa de Sao Paulo, en franca caída. Los millones de Eike se han evaporado. El magnate de las materias primas llegó a perder 16.250 millones en tres meses cuando su imperio perdió el 75% de su valor entre marzo y mayo de este año. Su fortuna, que llegó a cotizarse en 34.500 millones, según Bloomberg Billonaries Index, está hoy estimada en 4.800. Y aún no está claro cuánto dinero le quedará después de esta crisis.

La mitad de su patrimonio estaba ligado a acciones vinculadas a su holding industrial, compuesto por firmas de petróleo, gas, minería, construcción naval y logística. Estas empresas habían contado con inversores de las principales corporaciones del mundo como, por ejemplo, IBM Corp.

Pero toda su estructura se ha derrumbado. Su proyecto para construir el mayor puerto del país, una terminal de carga de commodities a 300 kilómetros al norte de Río de Janeiro, sufre de falta de recursos para pagar a sus proveedores, entre los que se encuentra Acciona. La inmensa obra, ejecutada en un 90% y cuyo importe supera los 400 millones de euros, contó con la constructora española para llevar a cabo la ingeniería, diseño y construcción de los diques exteriores del superastillero. También la reconstrucción del Hotel Gloria para los Juegos Olímpicos de 2016 está en el aire. Eike ha congelado sus programas filantrópicos y ha buscado desprenderse de algunos de sus activos en un intento por salvar su grupo.

Inaguración de obras del superpuerto de Brasil (Efe)OGX: pérdidas del 96% en doce meses

Los problemas para Batista comenzaron cuando OGX reconoció que no llegaría a producir en un yacimiento el crudo que había previsto inicialmente. Empezaron a surgir dudas sobre el grupo y, con la economía brasileña creciendo a un ritmo mucho menor, los inversores pusieron pies en polvorosa. OGX, gravemente endeudada, no ha podido pagarle a sus tenedores de bonos ni a sus proveedores. En la actualidad, sus acciones no superan los 10 céntimos de dólar y acumulan un descenso del 96% en 12 meses.

Su suerte parece irreversible. Ha intentado reestructurar las deudas con sus acreedores por más de 5.000 millones de dólares, pero, finalmente, se vio obligado a declarar la bancarrota los últimos días de octubre. La compañía se someterá a un proceso judicial diseñado para reestructurar sus finanzas.

“¿Hubo soberbia? ¿Se trató de la venta de un sueño con poca consideración por los riesgos reales? Claro. Pero hay más. Muchos de los que invirtieron con Batista no eran tontos. Su ascenso y caída ha seguido el de Brasil”, explica Musacchio.

En una carta fechada el 19 de julio y publicada por los diarios brasileños, Eike ratifica esta teoría al asegurar que sus problemas comenzaron con OGX. “Es el origen de la crisis de credibilidad que ha dañado mi nombre y ha resultado en el ensombrecimiento de los logros y conquistas”.

“Tuve ofertas para vender una gran participación o incluso una participación de control de OGX basada en una valuación de 30.000 millones de dólares estadounidenses”, confiesa. En el momento en que escribió la carta, el valor de mercado de la petrolera era de 723 millones de dólares.

Una “colosal” financiación del Gobierno

La bancarrota de OGX también ha dejado mal parado al Partido de los Trabajadores, que gobierna Brasil desde hace una década. Eike había recibido la inestimable ayuda de los dos últimos presidentes: Lula da Silva y Rousseff.

Batista ensambló su imperio gracias a la colosal financiación del Gobierno”, dice Carlos Lessa, expresidente del Bndes, en declaraciones a la prensa brasileña. "La explosión de su riqueza y su prominencia en el escenario internacional tenían sus riesgos, como están descubriendo ahora tanto los inversores como el Ejecutivo", agrega.

placeholder Batista junto a Dilma Rousseff y el ministro de Energía, Edison Lobao, en un acto de OGX (Reuters).

Tras su fulgurante caída, el Gobierno ha buscado distanciarse de Batista, al declarar que no rescatará a OGX. Pero la mayoría de los bancos estatales continuaron extendiendo préstamos a las compañías del magnate, aunque han detenido los nuevos créditos.

“Dos años atrás, Eike me criticó por decir que Brasil estaba demasiado promocionado. Hoy, está cerca de la bancarrota”, escribió el prestigioso economista Nouriel Roubini en su cuenta de Twitter.

La quiebra de Eike ha coincidido con un cambio en la percepción sobre Brasil, un país que había sido considerado como parte de un selecto grupo de mercados emergentes, pero que durante los últimos tres años no ha registrado más que un débil crecimiento.

Eike Batista sonreía en Twitter mientras abrazaba al futbolista estrella de Brasil. De fondo, una exquisita vista de Río de Janeiro. A su lado, con gorra blanca, Neymar, el entonces nuevo fichaje de su empresa publicitaria. Era junio de 2012. Eike, 57 años, era el hombre más rico de Brasil, con una fortuna superior a los 34.000 millones de dólares. Sus compañías constituían la corporación más grande de Sudamérica.

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