El Ministerio de la Suprema Felicidad y otras exóticas ideas del chavismo
La felicidad en Venezuela es ahora cuestión de Estado. Pero no cualquier felicidad, sino la “Suprema Felicidad Social del Pueblo”.
La felicidad en Venezuela es ahora cuestión de Estado. Pero no cualquier felicidad, sino la“Suprema Felicidad Social del Pueblo”. A pesar de lo pomposo del título, el presidente Nicolás Maduro le otorgó a la materia un modesto viceministerio adscrito al Despacho de la Presidencia, pero ha sido suficiente para armar un revuelo considerable. El nuevo ente dirigirá “las políticas, planes, programas y acciones de prevención, protección, salud, atención, educación, recreación e inclusión social”, aunque su prosaica función en el día a día será la de coordinar algunos de los programas sociales insignia del Gobierno bolivariano, según el decreto 503 publicado en la Gaceta Oficial.
Si Maduro hubiera optado por un nombre gris y funcionarial, el viceministerio habría pasado de puntillas en la vorágine informativa venezolana. Si acaso, alguna que otra columna opositora quejándose de un nuevo burócrata a costa del “petróleo de todos” y su réplica oficialista celebrando una mayor supervisión de los masivos programas sociales mortificados por la corrupción.
Pero el chavismo es cualquier cosa menos discreto. El organismo, dedicado a la memoria del fallecido Hugo Chávez, desató la consecuente pelea entre unos y otros, con su respectivo eco en la prensa internacional. La oposición no escatimó en críticas y sátiras. Con una inflación cercana al 50%, un desabastecimiento severo en productos básicos como la harina o el papel higiénico y una oleada de criminalidad sin precedentes, la “Suprema Felicidad Social” suena a chiste indignante. El oficialismo defiende la creación como una medida para mejorar la eficiencia de los programas sociales que atienden a los más necesitados y se remite al célebre discurso del Libertador Simón Bolívar en el Congreso de Angostura de 1819, donde abogó por llevar “la mayor suma de felicidad posible” al pueblo.
La pelotera entre unos y otros es casi una tradición en Venezuela. Chávez fue un especialista consumado en bautizar ideas poco ortodoxas con nombres rimbombantes, un marketing político que suena sofisticado y novedoso para sus seguidores, pero ridículo y bochornoso entre sus adversarios. En ocasiones, la propia polémica sobre la denominación de un proyecto opacaba cualquier intento de debate serio sobre la idea en sí, generando un cortocircuito político permanente en la nación caribeña.
Dentro de los cientos de promesas, planes y proyectos que lanzó el expresidente venezolano, existe toda una sección de iniciativas con un toque extravagante que irritaron especialmente a sus rivales. Muchas murieron apenas siendo un boceto, otras se estrellaron con la dura realidad y algunas lograron trascender el papel, con distinta suerte, para hacerse realidad. A continuación, una muestra de exóticas ideas del chavismo:
El paraíso organopónico y los gallineros verticales
Ni la producción petrolera, ni las metas de inflación, ni la reducción de ministerios. Si le preguntas a un opositor sobre las promesas incumplidas de Chávez, probablemente comience la lista con los insólitos gallineros verticales. El líder bolivariano lanzó la idea vagamente a finales de 2002 con el objetivo de incrementar el autoabastecimiento alimentario en las ciudades y se grabó a fuego en la memoria colectiva de sus críticos.
Durante un tiempo se sembraron coles, zanahorias y tomates a los pies de los rascacielos caraqueños buscando replicar la exitosa experiencia habanera con los cultivos organopónicos. Pero el proyecto se fue marchitando poco a poco y ahora tan sólo quedan un par de huertos anecdóticos casi olvidados. Nunca se llegó a ver un gallinero vertical en el país, pero cada cierto tiempo, vuelven a los titulares. Quizás por eso siguen siendo la gran metáfora del antichavismo de por qué nada funciona en Venezuela.
Esencia bolivariana: las Misiones
Las “misiones” son, quizás, el término más polémico de la “revolución bolivariana” por ser la esencia misma del gobierno de Chávez. El expresidente lanzó sus populares programas sociales en 2003 y fueron creciendo hasta conformar una auténtica Administración paralela en salud, educación, alimentos, vivienda, pensiones y un larguísimo etc. El debate no amaina entre los que ven estos subsidios como una fábrica de vagos y quintaesencia del populismo y aquellos que los defienden como la forma de saldar la deuda histórica del rico país petrolero con sus pobres.
Además de hacerlos masivos y darles un extraordinario financiamiento, el gran acierto de Chávez fue conferir a sus programas sociales una identidad propia con nombres sugerentes y heroicos como Barrio Adentro, Che Guevara, Hijos de Venezuela, Madres del Barrio o En Amor Mayor. Su éxito político y electoral ha sido innegable, pero su eficiencia y sostenibilidad siguen cuestionados.
El sueño endógeno
Aunque Chávez le dedicó a lo “endógeno” cientos de profundas reflexiones, el concepto nunca quedó del todo claro. El sueño de producir “desde la comunidad para la comunidad” se articularía mediante núcleos de desarrollo endógeno (NUDE), financiados por Petróleos de Venezuela (PDVSA). La propia petrolera estatal ofrece una definición vaga del asunto: “Es cuando la comunidad se organiza y descubre potencialidades que pueden ser aprovechadas en beneficio de la colectividad”.
Sobre el terreno, los NUDE consistieron en crear minipolígonos industriales dirigidos por comunidades afines al proceso con el apoyo del Gobierno, que los dotó de recursos, tierras y planes sociales. Sin embargo, el concepto pasó de moda hace tiempo desplazado por otros más pujantes. Ahora tan sólo quedan un puñado de centros emblemáticos de dudosa viabilidad como anécdota de lo que pudo ser y no fue.
Elefantes blancos del Sur
El Gran Gasoducto del Sur llegó a tener su propia página en Wikipedia. Pero no pasó de ahí. Durante un par de años, el faraónico proyecto gasífero de 23.000 millones de dólares que conectaría Venezuela, Brasil y Argentina fue de los temas favoritos de Chávez. Para el recuerdo, cientos de fotos del “Comandante” en mítines, ruedas de prensa y reuniones internacionales mapa en mano rayando a ojo de buen cubero por dónde habría de cruzar el nuevo intestino energético latinoamericano. Para sus críticos el plan era delirante desde su concepción: un tubo de 15.000 kilómetros que tardaría 30 años en construirse a través de ríos, montañas y junglas amazónicas para llevar un gas que ni siquiera se produce todavía en Venezuela. En 2007, el expresidente venezolano reconoció que el interés “se había enfriado”.
Sin embargo, este revés no lo desanimó para seguir impulsando la gran familia de proyectos con el apellido Sur para promover y financiar la cooperación regional. Algunos, como el Banco del Sur y Telesur, despegaron, así fuera tímidamente. Otros, como Petrosur o la Universidad del Sur, se unieron a la gran tubería continental en la manada de elefantes blancos de la integración.
Poder Popular: consejos comunales y comunas socialistas
Si los consejos comunales se hubiesen llamado “asociaciones de vecinos” probablemente esta forma de organización comunitaria no habría sido tan controvertida. Bajo un considerable parapeto legal y una clara orientación ideológica, Chávez quería que los consejos comunales (de inspiración cubana) sean la unidad básica de agrupación social para “el autogobierno”.
Actualmente existen más de 40.000 consejos comunales agrupados en 1.400 comunas en todo el país, según el último censo oficial. Sin embargo, su capacidad para resolver los problemas de la comunidad pese a la gran cantidad de recursos traspasados está en tela de juicio y la propia bancada socialista de la Asamblea Nacional venezolana ha alertado de corrupción en estas asociaciones.
El “extravagario del Comandante”
El proyecto de reforma constitucional con el que Chávez quiso llevar a Venezuela hacia el socialismo sin retorno por la vía exprés se convirtió en el gran catálogo de conceptos exóticos de su revolución. Ni sus propios correligionarios pudieron digerir en ese entonces abstractos como “la nueva geometría del poder”, “las ciudades comunales”, “células geo-humanas del territorio” y “la lucha por el mundo pluripolar”.
El referéndum, cuyo objetivo último era eliminar los límites a la reelección presidencial, lo perdió por la mínima. Pero lo que no pudo lograr modificando 69 artículos en 2007, lo conseguiría dos años después con una enmienda a la carta magna que eliminó apenas ocho palabras: “por una sola vez, para un período adicional”.
El sol para todos
Bajo el lema “el sol saldrá para todos”, Chávez cambió el huso horario por decreto en 2007. El retraso de los relojes venezolanos media hora para “socializar” mejor la luz solar fue el apogeo de las transformaciones “simbólicas” del chavismo, que cambió el nombre del país, la bandera, el escudo y la moneda. Los defensores de la nueva hora bolivariana esgrimieron los beneficios para la salud y el desempeño de mejorar la sincronización con el alba, mientras sus detractores aseguraron que “adelantar” la noche tan sólo ampliaría la jornada laboral del crimen.
No se crean que fue fácil. El propio presidente y su hermano Adán se hicieron un lío al tratar de explicar si había que retrasar o adelantar el reloj pocas horas antes de implementar la medida y dos veces se tuvo que abortar el cambio en el último momento por la confusión reinante.
Las fábricas de fábricas, el Vergatario y las bicis atómicas
Durante un tiempo, Chávez anduvo muy entusiasmado con la idea de construir cientos de “fábricas de fábricas”, y no dejaba pasar la ocasión para explicar el novedoso concepto con el que prometía industrializar el país. Desgraciadamente, la cosa no terminó de cuajar y apenas se instalaron un puñado de “fábricas madre” cuya utilidad todavía no se ha dejado sentir en la producción nacional.
En lo que sí tuvo más éxito fue en promocionar sus productos estrella “hechos en socialismo”. Su ocurrencia de bautizar el primer teléfono móvil ensamblado en Venezuela como “el Vergatario” (una expresión coloquial de tono vulgar que quiere decir “excelente”) fue un éxito inmediato para vergüenza ajena de sus opositores, que vieron cómo el aparato recibió una inusitada cobertura internacional. Otrohit de la mercadotecnia chavista fue las “bicicletas atómicas”, que Venezuela ensambla en una fábrica conjunta con Irán, y que fueron su peculiar manera de responder a las persistentes insinuaciones de que estaría ayudando a Teherán a proveerse de uranio para su programa nuclear.
Soluciones habitacionales: las Petrocasas
“Tremenda casa la de Petrocasa”, le gustaba gritar a Chávez cuando en 2007 lanzó este programa de “soluciones habitacionales” para sustituir los inestables ranchos de ladrillo y zinc por casas hechas con derivados petroquímicos. El proyecto lo tenía todo para triunfar. La propia comunidad puede armar las viviendas, de unos 70 m2, con un kit de piezas y perfiles en PVC que se rellenan con cemento, hormigón y vigas de hierro.
Su lista de virtudes es larga: aislamiento térmico y acústico, ignífugas, antisísmicas, resistentes al salitre y, como se comprobó en Cuba en 2012, inmunes a los huracanes. Y, como casi todos los proyectos del militar venezolano, también su lista de contras, como dudas sobre su salubridad y corrupción. En cualquier caso, cinco fábricas en cinco años apenas han producido 10.000 unidades, según cifras oficiales, frente a un déficit de 3 millones de viviendas en el país petrolero.
El “misterioso” cable submarino
Chávez era el rey Midas de la controversia. Uno de los mejores ejemplos es el cable de fibra óptica submarino de 1.600 kilómetros que en 2011 conectó Venezuela y Cuba, dotando a la isla de una conexión 3.000 veces más rápida e infinitamente más barata de la que tenía con su habitual acceso satélite.La oposición le endilgó inmediatamente el calificativo de “misterioso” en medio de no pocas teorías conspirativas alimentadas por sonados escándalos de corrupción.
En realidad, no hay tanta intriga… más allá de los 70 millones de dólares que costó el proyecto. Dos años después, Cuba liberaba por primera vez el acceso a la red para toda la población. A precios prohibitivos, sí. Con filtros y censura, también. Pero ha sido el primer gran salto de los cubanos al mundo digital. Cortesía de los venezolanos.
Plan de la Patria: salvar el planeta y la especie humana
Nadie puede acusar a Chávez de no pensar el grande y en el Plan de la Patria (programa de gobierno para el período 2013-2019) no escatimó en grandilocuencia dialéctica. Entre los objetivos históricos de la revolución incluyó contribuir al equilibrio del universo, garantizar la paz planetaria y salvar a la especie humana. Todas las críticas de la oposición no pudieron evitar que el exdignatario ganara su cuarta elección presidencial en octubre de 2012, cinco meses antes de morir por cáncer.
Contra la burguesía apátrida y el imperialismo: 0800-SABOTAJE
Además del poder, Maduro heredó del líder fundador una conspiración internacional urdida por la “burguesía apátrida y el imperialismo yanqui” para arruinar económicamente a su Gobierno y, a ser posible, matarlo. De todas las ideas que ha tenido el Ejecutivo para enfrentarse a los complots y planes desestabilizadores, el hot line 0800-SABOTAJE puede que haya sido la más pragmática de todas. Hoy día, 1.400 venezolanos han contribuido a combatir la especulación financiera y el acaparamiento de alimentos cómodamente desde su teléfono móvil.
La felicidad en Venezuela es ahora cuestión de Estado. Pero no cualquier felicidad, sino la“Suprema Felicidad Social del Pueblo”. A pesar de lo pomposo del título, el presidente Nicolás Maduro le otorgó a la materia un modesto viceministerio adscrito al Despacho de la Presidencia, pero ha sido suficiente para armar un revuelo considerable. El nuevo ente dirigirá “las políticas, planes, programas y acciones de prevención, protección, salud, atención, educación, recreación e inclusión social”, aunque su prosaica función en el día a día será la de coordinar algunos de los programas sociales insignia del Gobierno bolivariano, según el decreto 503 publicado en la Gaceta Oficial.
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