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Un español en el ataque a un hotel de lujo: “Los gases se colaban por todas partes”
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LA TURBA DESTROZA EL HOTEL SEMIRAMIS DE EL CAIRO

Un español en el ataque a un hotel de lujo: “Los gases se colaban por todas partes”

Habla con la serenidad de haber presenciado ya la gran mayoría de los espasmos violentos que han sacudido la transición política egipcia desde la revolución de

Foto: Un español en el ataque a un hotel de lujo: “Los gases se colaban por todas partes”
Un español en el ataque a un hotel de lujo: “Los gases se colaban por todas partes”

Habla con la serenidad de haber presenciado ya la gran mayoría de los espasmos violentos que han sacudido la transición política egipcia desde la revolución de enero de 2011. Desde antes incluso de la caída de Hosni Mubarak, Iker Castro vive por motivos de trabajo a caballo entre Bilbao y el Hotel Semiramis, un lujoso cinco estrellas que marca el camino hasta la emblemática plaza Tahrir. Hasta ahora el hotel había sido testigo de varias de estas batallas entre manifestantes y la Policía, pero durante la madrugada del pasado martes la situación se desbordó hasta el punto de que un grupo de incontrolados irrumpió en el edificio y destrozó las plantas inferiores.

“No sentí miedo porque fueran a matarnos, pero sí que había muchísima tensión por la incertidumbre de la situación”, expone este bilbaíno, ingeniero de telecomunicaciones. Después de varias jornadas de violencia, los enfrentamientos se habían trasladado justo delante del hotel, frente al histórico puente que une el edificio de la ópera con el ágora cairota, como ocurrió hace dos años en el denominado ‘Viernes de la Ira’. “Yo consideraba más peligroso salir que entrar, así que me quedé en mi habitación con una toalla mojada al lado porque, a pesar de estar en un piso 21, los gases lacrimógenos se colaban por todas partes”, cuenta.

La dirección intentó tranquilizar a sus huéspedes, pero habilitó un punto de encuentro por si había que desalojar. Entre la una y las dos de la madrugada comenzaron a saltar las alarmas. “Escuchaba todo lo que pasaba en la calle, pero me había quedado dormido cuando me llamó un chico de la recepción del hotel llorando para decirme que habían entrado y habían arrasado todo en el recibidor y la segunda planta”.

No está muy claro cómo ocurrió el asalto ni cómo los policías, enfrentados cara a cara con los manifestantes durante horas, no lograron impedirlo. Según el relato del periódico estatal Al Ahram, un grupo de unas 40 personas armadas con cuchillos, pistolas y armas semiautomáticas intentaron primero arrancar un cajero automático del exterior del edificio y después entraron por una de las puertas principales. Ante la pasividad policial y la desesperación, Nabila Samak, la directora de comunicación del hotel llegó a recurrir a Twitter para expresar: “¡Emergencia! ¡Estamos siendo atacados! Un grupo de personas ha entrado en el Semiramis, manden ayuda!”.

Los huéspedes y el personal se encontraban sólo una planta por encima de las que habían sido asaltadas, pobladas con restaurantes y tiendas de lujo. “Hasta las cuatro de la mañana, no vinieron las fuerzas especiales para decirnos que habían conseguido controlar la zona y que había que evacuar”, cuenta Iker. La colaboración de otro grupo de jóvenes, desmarcados de la violencia, contribuyó también a contener a los vándalos. “Después volvieron otros agentes, con bastante cara de susto, para acompañarnos a la habitación y llevarnos escoltados hasta otro hotel”. Pocas horas más tarde, este ciudadano español volaba hacia Bilbao, con una primera parada en Londres. 

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¿Quién está detrás de las protestas?

Desde la pasada semana, un misterioso grupo autodenominado Black bloc ha sembrado el pánico en las calles de distintas ciudades del país. Se presentan como un movimiento anarquista, heterogéneo y destinado a “combatir violentamente contra el régimen fascista de los islamistas”, según aseguran en un intrigante vídeo colgado en Youtube. Su seña de identidad es el pasamontañas negro que cubre el rostro de todos sus supuestos integrantes, que se niegan a hablar con la prensa.

En algunos lugares donde se concentran los incidentes han aparecido pintadas del grupo, al que se culpa de protagonizar esta campaña de desobediencia civil que recorre gran parte del país. Su irrupción en escena copa los diarios y los programas televisivos egipcios, y la preocupación por parte de las autoridades, que siguen sin conseguir calmar la situación, es tal que la Fiscalía general ha ordenado la detención de todos sus miembros, al considerar que colaboran para una organización terrorista.

La sombra del Black bloc pende del ataque al Semiramis, aunque de momento la Policía ha detenido a 25 sospechosos de haber perpetrado el asalto, pero no hay constancia de que ninguno de ellos pertenezca al grupo. “Todos los que estuvieron lanzando piedras son niños, los mayores pueden tener 16 y los más pequeños, 12”, asegura Iker, testigo de los incidentes desde su ventana. “Me niego a pensar que estos chicos tengan alguna motivación política, tan sólo la excitación por enfrentarse con la Policía”.

“Aunque tampoco entiendo lo de los agentes”, prosigue el joven. “Cuando les tiraban piedras, devolvían las piedras; después lanzaban gases, aunque sin ningún control; y cuando cargaban y avanzaban en sus posiciones, después retrocedían y volvían a perderlas”, narra. “La situación era caótica, fuera de control y la Policía se borró de intentar contener el ataque al hotel”, sentencia Iker.

El Baradei pide una reunión de urgencia con los islamistas

Ya con el edificio completamente desalojado, los enfrentamientos continuaban a sus puertas ayer con este mismo guión. Un par de jóvenes murieron tiroteados durante la mañana, por lo que el número de víctimas en todo el país supera ya el medio centenar desde que el pasado viernes comenzaran los enfrentamientos. En otras provincias, el Gobierno ha intentado calmar los ánimos con un toque de queda que no se ha cumplido y que los gobernadores locales han comenzado a reducir, debido a su ineficacia. Tampoco el Ejército, dotado de forma excepcional para arrestar civiles, ha intervenido en ningún momento.

La oposición ha mostrado una respuesta tibia a las manifestaciones violentas y ha culpado al Gobierno de provocarlas por no cumplir con las demandas de la revolución. Sólo después de rechazar la oferta al diálogo que el presidente Mohamed Morsi -de viaje ayer a Alemania- lanzaba el pasado domingo, uno de los principales líderes opositores, el nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, pedía este lunes una reunión de urgencia con el Gobierno.

Habla con la serenidad de haber presenciado ya la gran mayoría de los espasmos violentos que han sacudido la transición política egipcia desde la revolución de enero de 2011. Desde antes incluso de la caída de Hosni Mubarak, Iker Castro vive por motivos de trabajo a caballo entre Bilbao y el Hotel Semiramis, un lujoso cinco estrellas que marca el camino hasta la emblemática plaza Tahrir. Hasta ahora el hotel había sido testigo de varias de estas batallas entre manifestantes y la Policía, pero durante la madrugada del pasado martes la situación se desbordó hasta el punto de que un grupo de incontrolados irrumpió en el edificio y destrozó las plantas inferiores.