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“Ojalá no existiera una central nuclear. Mis fuerzas se han terminado”
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LA CATÁSTROFE NUCLEAR HA PROVOCADO UNA OLEADA DE SUICIDIOS

“Ojalá no existiera una central nuclear. Mis fuerzas se han terminado”

La mentalidad fatalista de los japoneses les ha llevado a lo largo de la historia a cumplir con su tarea o morir. Fiel a este mantra,

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“Ojalá no existiera una central nuclear. Mis fuerzas se han terminado”

La mentalidad fatalista de los japoneses les ha llevado a lo largo de la historia a cumplir con su tarea o morir. Fiel a este mantra, un agricultor de una granja cercana a la planta de Fukushima se ha suicidado tres meses después del tsunami que asoló la costa japonesa y provocó la segunda mayor catástrofe nuclear de la historia. Antes de tomar esta decisión, el hombre, de unos 50 años, dejó escrito en uno de los muros de su garaje: “Ojalá no existiera una central nuclear. Mis fuerzas se han terminado”.

El granjero pidió disculpas a su familia y sus amigos en una nota, pero la frustración por no poder levantar su negocio le condujo a su particular hara-kiri. La agricultura y la pesca han sido las industrias más afectadas por la catástrofe nacional.

Hiroyuki Ebihara, miembro  de la Cooperativa Agrícola de Japón, relató para la cadena estadounidense CNN que conocía personalmente a su compañero fallecido.”La situación aquí es depresiva para todo el mundo, estamos todos en la misma situación. Nuestro futuro es confuso, especialmente desde que nos enteramos de que quizá no tengamos compensación”. Tanto el Gobierno como TEPCO, la compañía encargada de la planta atómica, siguen estudiando las pérdidas desde hace tres meses, sin ofrecer una respuesta  clara a los afectados.

El Gobierno nipón paró la producción de leche cuando se produjo la alerta nuclear, lo que afectó seriamente a los agricultores. Un mes después, el Ejecutivo levantó ese veto, pero los consumidores siguen siendo reticentes  a consumir productos del campo japonés.

Las pérdidas podrían llegar hasta los 250.000 millones de euros, según las primeras estimaciones, lo que convierte a esta catástrofe en la más grave para el país desde la Segunda Guerra Mundial. Al suicidio de este agricultor habría que añadir varios casos más entre campesinos y ancianos que rechazaron desalojar sus casas para cobijarse en uno de los albergues que todavía dan cobijo a más de 90.000 personas en todo el país. Estas víctimas se suman a los 15.000 muertos y 8.000 desaparecidos tras el tsunami.

La mentalidad fatalista de los japoneses les ha llevado a lo largo de la historia a cumplir con su tarea o morir. Fiel a este mantra, un agricultor de una granja cercana a la planta de Fukushima se ha suicidado tres meses después del tsunami que asoló la costa japonesa y provocó la segunda mayor catástrofe nuclear de la historia. Antes de tomar esta decisión, el hombre, de unos 50 años, dejó escrito en uno de los muros de su garaje: “Ojalá no existiera una central nuclear. Mis fuerzas se han terminado”.

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