Europa se está convirtiendo en uno de los destinos favoritos para los estadounidenses: un intenso goteo de jóvenes que emigran para vivir al otro lado del Atlántico. El trabajo en remoto, la búsqueda del talento y un aumento del nivel de inglés en Europa han reducido el umbral para llegar, mientras que los Estados Unidos se están volviendo un país cada vez menos atractivo para los europeos.

Una gran mayoría son jóvenes y potencialmente valiosos contribuyentes para las envejecidas sociedades del Viejo Continente. Se aprovechan de lo que se llama "geoarbitraje": dado que los estadounidenses ganan más en términos absolutos y el euro ha caído en relación con el dólar, pueden obtener más por su dinero. Entre las razones que empujan a elegir Europa están un mejor equilibro entre vida y trabajo, atención sanitaria y educación asequible, y mayor sensación de seguridad por la prohibición de las armas. De hecho, el número de ciudadanos estadounidenses con residencia permanente en un país europeo ha crecido tras la crisis económica. En Francia, por ejemplo, viven 200.000 estadounidenses y 40.000 han obtenido la residencia permanente.

Su destino favorito es el sur del continente, especialmente España, Italia y Portugal. Pero existe otro grupo que elige el norte de Europa (Dinamarca y Países Bajos) por ser sociedades donde hay una gran fluidez en el inglés, es fácil encontrar trabajos de alto nivel y no existe una presión social para integrarse. Sin embargo, se están produciendo también distorsiones, como la subida de los precios del alquiler en algunos barrios de las ciudades europeas con altas tasas de inmigrantes de alto poder adquisitivo, como, por ejemplo, Lisboa. Una situación que ha llevado el Gobierno de Portugal a tomar medidas y a cancelar la visa de oro para inversores extranjeros. Aun así, Europa podría cosechar importantes beneficios económicos y sociales si consiguiese ofrecer un entorno empresarial más amigable a los jóvenes estadounidenses que quieren cruzar el Atlántico.