La eliminación del Barcelona en la Champions frente a la Roma, en el partido de cuartos de final, confirma que algo falla en una plantilla que no ha sido capaz de llegar a las semifinales en las tres últimas temporadas. Debacle, fracaso, ruina… Llámenlo como quieran pero el Barça se ha dado un nuevo golpetazo. ¿Quién son los culpables? ¿Qué ha fallado? Muchas preguntas para responder y encontrar explicaciones. Se apunta a una mala planificación en los fichajes. De lo que tendría que responsabilizarse a Bartomeu. Se señala a Ernesto Valverde por haber exprimido al equipo y no haber hecho las suficientes rotaciones para tener al equipo más fresco. Incluso, se le critica por no haber acertado en el once y hacer mal los cambios.

Pero hay que señalar a los jugadores y su actitud pasiva en el Olímpico de Roma. No fueron capaces de hacer una presión alta, de recuperar la pelota e incomodar al rival. Algo que viene siendo una de las señas de identidad de este equipo. ¿Está el equipo agotado? ¿Se relajó el Barcelona o confío con el 4-1 de la ida? En cuanto a los nombres propios hay que señalar a Umtiti. El central francés estuvo lento y despistado en la jugada del primer gol por no ayudar en el marcaje de Dzeko. Tampoco fue a la disputa del balón que se llevó el delantero en la jugada del penalti de Piqué. Umtiti está en el punto de mira porque sigue tensando la cuerda para ampliar y mejorar su contrato y ahora baja su rendimiento en un partido decisivo

También fracasó Semedo. El lateral derecho, que costó 30 millones de euros, ha jugado los dos partidos de cuartos de final y no ha dado un buen nivel. No se le ve como un defensa contundente y no evitó el gol del triunfo del griego Manolas en el lanzamiento de un córner. Despistado y frágil. Con poca personalidad. Los focos de la crítica también apuntan a Luis Suárez, que no marca un gol como visitante en la Champions desde el 16 de septiembre de 2015. Mucho tiempo. Y cómo no, Messi. Desaparecido en el Olímpico de Roma, sin chispa ni energía. No desequilibró, no se echó el equipo a sus espaldas y, aunque lo hace en casi todos los partidos, se le exige que dé un paso al frente en situaciones límites y más si es la Champions. Las rotaciones o descansos de Messi no han servido para nada porque el jugador da síntomas de agotamiento en el peor momento.