Antonio Albacete: a 160km/h no caben calendarios de chicas en el camión

Ganó el campeonato de 2005 y 2006, como Fernando Alonso; él y su equipo visten de rojo, como Alonso; para rematar las similitudes, afirma que corre en el equipo “Ferrari de los camiones, en el Cepsa-MAN”. Antonio Albacete (Madrid, 1965) se acaba de proclamar Campeón de Europa de camiones -máxima competición internacional de este tipo de vehículo para la FIA- y afirma en una charla con El Confidencial que “siendo piloto de camiones se puede vivir tranquilamente” aunque no da para más cuando uno se retira de los circuitos.

Por las calles de Madrid suele conducir un BMW M3 de 1989 que él mismo reconstruyó, en la recámara también tiene otro clásico reparado por él, un Mini de 1969. Es consciente de que es un privilegiado dentro del gremio, “vienen muchos transportistas a verme y es lo especial que tiene esta competición; además de amantes del motor, en los circuitos hay camioneros”. Entre bromas, espera no desmontar un mito al admitir que en su cabina “no hay ningún poster o calendario de chicas”. Normal de alguien que tiene el limitador a 160km/h.

Llenó, como siempre, el circuito del Jarama este pasado fin de semana. Aún así, ninguna televisión en España se ha interesado por contratar los derechos de esta competición, “habiendo canales temáticos dedicados al deporte las 24 horas, no entiendo como no pueden emitir, al menos, un resumen de las carreras; Eurosport antes lo hacía”, lamenta el piloto. En cuanto a la repercusión de su campeonato reconoce que “no es todo lo grande que uno quiere pero la noticia ha salido en muchos sitios y os tengo que agradecer que tantos medios me hayáis llamado”. En este caso, ha primado la cantidad a la calidad.

Es un piloto frustrado de Fórmula 1 que se quedó en la nada despreciable Fórmula 3000 británica, donde en 1989 quedó sexto, “no tenía el apoyo económico suficiente como para dar el salto a Fórmula 1 y se pasó al Campeonato de Turismos de España. “Pero se manejaban unos presupuestos tan grandes que la competición también murió de éxito” y hacia 1997 Cepsa le llamó para dar el salto a los camiones, “fue casualidad estar donde estoy, pero (evidentemente) estoy muy contento”.

Pasados los 45 años de edad, reconoce que ser piloto de camión es “menos exigente físicamente que cualquier competición de monoplaza; es más parecido a conducir un turismo aunque tengo un preparador físico para trabajar el fondo, que con la edad, la verdad, cada vez cuesta más, y reforzar la zona del cuello, espalda y brazos”. Lejos de pensar en la retirada como se podría suponer en cualquier otra disciplina de motor, Albacete recuerda que hay un piloto francés compitiendo en su campeonato nacional con unos 60 años. Así que es más seguro ver ‘colgar’ el casco a Alonso antes que a Albacete.

Por sus carreras no pasean tantas modelos internacionales, “aunque en algunos circuitos también hay azafatas y chicas muy guapas” pero se alegra de poder decir que en una carrera de camiones “está abierto el paddock y los aficionados se pueden hacer fotografías con los camiones y los pilotos; es más directo, abierto y cercano”.

Los ingenieros trabajan en la aceleración y agarre en curvas

Por reglamentación, la velocidad máxima permitida es de 160 km/h. Es difícil encontrar un trazado que permita frenar un ‘bicho’ de 5,5 toneladas sin que se ponga en peligro la integridad de pilotos y asistentes. Así que con la misma velocidad punta para todos la diferencia entre uno y otro sobre todo estriba en la “aceleración y la tracción en cada paso por curva”. Son 2200CV al límite. Aquí como en la Fórmula 1, “un buen piloto no puede hacer nada si no tiene detrás un gran equipo”.

Albacete disfruta de unas vacaciones tras alcanzar “el objetivo perseguido desde 2006” pero ya está pensando en enero, cuando empezará los primeros test con su equipo Cepsa y la FIA emita el nuevo reglamento. En mayo comenzará un nuevo campeonato en el que espera seguir siendo protagonista. Su ilusión pasa por continuar escribiendo páginas en la historia del motor nacional e internacional con el mayor de los vehículos posibles. Y es que, Albacete, para ser feliz necesita un camión.