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Colapso de Almirall en bolsa: desconfianza sobre sus promesas de futuro
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Se hunde tras sus resultados

Colapso de Almirall en bolsa: desconfianza sobre sus promesas de futuro

El grupo farmacéutico de los hermanos Gallardo sufre en bolsa tras evidenciar que la salida de la crisis del coronavirus está siendo más difícil de lo que asumía el mercado

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La historia de Almirall durante la pandemia del coronavirus nunca ha resultado sencilla. La farmacéutica de los hermanos Gallardo no forma parte de ese grupo de compañías del sector que encontraron en este convulso periodo el entorno idóneo para poner en valor su cartera de productos. Al contrario, para la compañía con sede en Barcelona, los bloqueos asociados al covid han supuesto un lastre persistente, al posponer visitas médicas y, por ende, reducir las prescripciones de sus fármacos.

A ese complejo escenario, Almirall respondió con una historia de crecimiento futuro, basado en el potencial de sus productos en desarrollo, que le ha permitido mirar adelante con optimismo, pese a las dificultades del presente. Así, a mediados del pasado julio, las acciones de la compañía se encontraban ya por encima de sus niveles precovid, tras remontar casi un 70% en nueve meses. Y la mayoría de los analistas se mostraba convencida de que esa escalada aún contaba con recorrido.

Pero el optimismo en torno a la farmacéutica española parece haberse esfumado de un plumazo. A sus resultados del tercer trimestre siguió este lunes un colapso sobre el parqué superior al 11%, en lo que vino a representar su mayor descalabro precisamente desde la presentación de sus cuentas del trimestre previo, en julio, a las que reaccionó también con un desplome por encima del 11%.

Foto: Centro de Almirall.

En los mercados no resultan, ni muchos menos, inusuales las reacciones desmesuradas a las presentaciones de resultados, de consecuencias en ocasiones efímeras. Y en una compañía como Almirall, que apenas suele negociar de media poco más de cuatro millones de euros (hay que recordar que más del 60% de sus títulos está en manos de la familia Gallardo), estas exageraciones pueden resultar mucho más habituales. Puede observarse, sin ir más lejos, que tras el citado derrumbe de julio, la compañía protagonizó una rápida recuperación sobre el parqué que la situaba solo tres semanas después a un 1% de sus niveles previos a la pandemia.

Pero, del mismo modo, puede señalarse que el grupo nunca volvió a alcanzar aquellas cotas y que el derrumbe de este lunes solo fue la continuación —si bien mucho más estruendosa— del repliegue que viene protagonizando desde hace tres meses y que ha reducido sus retornos anuales (que llegaron a superar el 40% en sus máximos de julio) a apenas un 3,6%.

El castigo de este lunes estuvo motivado por la preocupación que generó la débil evolución de los márgenes, que estuvo acompañada por la advertencia de que esta situación podría extenderse durante los dos próximos ejercicios. "La mayor sorpresa negativa provino de los comentarios de la dirección durante la conferencia telefónica en relación con los costes: ahora ven un margen bruto del 67% (frente al 70% anterior) debido a cierta presión sobre los precios, y esperan un aumento en los gastos de I+D y 'marketing' (lanzamientos recientes, la pruebas de Seysara en China y Lebri), lo que podría llevar el margen ebitda 'core' a situarse en los 20 bajos (frente a nuestra estimación de más del 25%) durante 2022-23", indican los analistas de Alantra.

Pese a rebajar estimaciones, muchas firmas de análisis aconsejan aún comprar sus títulos

Aunque esta advertencia ha provocado una oleada de ajustes en las estimaciones de los analistas, son muchos los que se resisten a dar por muerta la historia de crecimiento futuro de Almirall e insisten en aconsejar la compra de sus acciones. Al fin y al cabo, ni el retraso en la recuperación del negocio en Estados Unidos que desvelan sus cuentas ni el esperado incremento en los gastos de 'marketing' tienen por qué representar un cambio estructural en las perspectivas de la compañía ni mucho menos limitan el potencial de su cartera de nuevos productos.

"Los márgenes más bajos y los costes más altos son decepcionantes y la dinámica de largo plazo parece más adversa de lo que esperábamos. Sin embargo, nuestras opiniones sobre el potencial de largo plazo para Lebri [Lebrikizumab, el fármaco de la compañía para el tratamiento de la dermatitis atópica] permanecen sin cambios, y creemos que tiene el potencial de ser el mejor en su clase, un importante contribuyente a las ganancias (casi duplicando el tamaño del negocio) y transformador para el grupo, haciéndolo el actor de referencia en dermatología médica", observaban este martes los analistas de Alantra.

Firmas como Santander, CaixaBank, Bankinter, Jefferies u Oddo reiteraron también este martes su consejo de compra sobre las acciones de Almirall. Sin embargo, los analistas del propio Santander advertían de que los títulos de la compañía pueden atravesar un periodo largo de transición hasta que las buenas perspectivas del negocio empiecen a hacerse efectivas. Porque, exagerada o no, lo que muestra la reacción de los inversores con el desplome de este lunes (y este martes se han extendido las caídas de la compañía, hasta sus niveles más bajos en ocho meses) es que el tiempo de la confianza ciega en el futuro de la farmacéutica de los hermanos Gallardo ha pasado. Y que sin evidencias de que el presente empieza a mostrarse menos dañino es probable que mantengan esas buenas perspectivas en cuarentena.

La historia de Almirall durante la pandemia del coronavirus nunca ha resultado sencilla. La farmacéutica de los hermanos Gallardo no forma parte de ese grupo de compañías del sector que encontraron en este convulso periodo el entorno idóneo para poner en valor su cartera de productos. Al contrario, para la compañía con sede en Barcelona, los bloqueos asociados al covid han supuesto un lastre persistente, al posponer visitas médicas y, por ende, reducir las prescripciones de sus fármacos.

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