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El drama bursátil de Grifols: cuando lo puntual se convierte en costumbre
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El drama bursátil de Grifols: cuando lo puntual se convierte en costumbre

El fabricante de hemoderivados vuelve a sufrir en bolsa tras presentar unas cuentas de 2020 que muestran un impacto del coronavirus mayor de lo previsto

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Las perspectivas de recuperación que vienen espoleando el mercado desde hace meses siguen pasando de largo para Grifols. En un mundo en que la confianza en una próxima reactivación de la economía da combustible a la sólida recuperación en bolsa, incluso, de algunos de los negocios más severamente penalizados por la pandemia, el fabricante de hemoderivados ha visto este viernes como su cotización se hundía hasta alcanzar sus niveles más bajos desde 2017.

La presentación de los resultados de 2020 ha sido el detonador de un retroceso que ha llegado a rebasar el 7,5% en sus peores momentos de la sesión y que ahondan un castigo que se ha comido ya el 36% del valor del grupo en los últimos 10 meses. Las limitaciones que ha impuesto la crisis del coronavirus a la capacidad del grupo para recolectar plasma ha vuelto a revelarse como un lastre para las cifras del grupo capaz de eclipsar la buena marcha de otras divisiones como la de Diagnóstico, que sí ha encontrado una oportunidad de negocio en la pandemia.

"Grifols ha presentado un trimestre valle en resultados, reflejando los efectos adversos de la pandemia en la operativa de la compañía", observan los analistas de Renta 4, en una nota en la que, no obstante, y a pesar de pronosticar que la debilidad se extenderá a lo largo de la primera mitad del año, se subraya la idea de que los problemas del grupo responden a impactos puntuales motivados por los efectos del virus y que deberían diluirse progresivamente, permitiendo al mercado apreciar las sólidas perspectivas del negocio a medio y largo plazo.

La desaceleración de ventas y el deterioro de márgenes suponen señales inquietantes

Esta ha sido una idea común entre los expertos a lo largo de los últimos meses. Con escasas excepciones, los analistas que cubren el valor han tendido a resaltar el carácter pasajero de las dificultades que afronta el grupo de origen catalán. "Nosotros restamos importancia a estos resultados del cuarto trimestre de 2020, que han sido más débiles por la covid-19, un impacto que seguimos viendo coyuntural y poco relevante en valoración. La demanda subyacente para sus proteínas plasmáticas se mantiene sólida y pensamos que permitirá recuperar sus dinámicas de crecimiento a medio y largo plazo", sostienen también en Banco Sabadell.

Una visión que, sin embargo, no parece estar permeando en los inversores, que cada día miran con más recelo las perspectivas de un grupo que no hace tanto figuraba entre los predilectos en el mercado español. En cierto modo, se ha ido imponiendo la sensación de que lo que trimestre tras trimestre se presenta como un efecto pasajero ha acabado convirtiéndose en una constante que envuelve una tendencia menos favorable de lo que se descontaba antes del impacto del coronavirus.

"Valoramos negativamente la incertidumbre que supone la brusca desaceleración del crecimiento de ventas a tipo de cambio constante (1,9% en el cuarto trimestre de 2020 frente al 9,3% del primer trimestre) y el deterioro del margen ebitda (26% en el cuarto trimestre, un punto porcentual menos que en el mismo periodo del año anterior), a pesar del plan de contención de gastos operativos. Creemos que el aumento del coste de recogida de plasma se ha consolidado y que impactará negativamente sobre los márgenes a futuro", defiende Pedro Echeguren, analista de Bankinter, que ha asestado un rotundo ajuste a su valoración de la compañía, rebajando su precio objetivo en un 25,8%.

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A estas preocupaciones, Grifols responde reiterando sus estimaciones de impulsar hasta un 30% interanual las recolecciones de plasma en 2021, confiando en una aceleración del negocio una vez la vacunación favorezca la normalización de las actividades. Pero lo cierto es que en los números que maneja el mercado las perspectivas siguen encogiéndose, como demuestra el hecho de que el ebitda estimado para 2021 y 2022 se ha reducido en el último mes un 1,49% y un 1,23%, respectivamente, según los datos del consenso de analistas recopilado por Bloomberg.

El problema de fondo para Grifols es que, mientras siguen sin resolverse las cuestiones que pueden considerarse más coyunturales, se amontonan las incertidumbres de carácter más estructural. Como observan en Mirabaud, junto a los resultados dados a conocer este viernes, Grifols ha anticipado un retraso en la emisión por parte de la agencia norteamericana ASFA de la recomendación para validar y promover la terapia de Grifols AMBAR para frenar el avance del Alzheimer y que se esperaba que viera la luz en los primeros meses de 2021. AMBAR es visto como uno de los proyectos en cartera más prometedores de la compañía, por lo que "este retraso sí tiene un impacto negativo en la percepción de Grifols".

Un retraso en la aprobación de AMBAR supone otro lunar en las perspectivas del grupo

A esto se añaden las persistentes preocupaciones por el incremento de la competencia que acecha al grupo y que en las últimas semanas se han visto reforzadas por el inicio por parte de Argenx de un estudio en fase III de un tratamiento contra la CIDP (polineuropatía desmielinizante inflamatoria crónica). Según señalaban los analistas de de JPMorgan tras conocerse la noticia, los tratamientos contra CIDP representan entre el 12,5% y el 20% de los ingresos totales de Grifols y los primeros indicios de eficacia y la administración más sencilla de efga, la solución de Argenx, la convierten en una seria amenaza para parte de este negocio.

La combinación de todos estos asuntos se yergue como una muralla que impide al mercado apreciar las perspectivas de ganancias futuras de Grifols. Quizás porque buena parte de estas se encuentran hoy en cuestión o quizás por un exceso de escepticismo. Como observaban los analistas de JPMorgan a inicios de febrero, las valoraciones de Grifols parecían poco exigentes para una empresa llamada a registrar beneficios de doble dígito bajo. Pero la lectura resultaría muy diferente si se asume que ese ritmo de ganancias es hoy por hoy poco menos que una quimera.

Los analistas parecen situarse mayoritariamente en el lado optimista: ninguno aconseja vender las acciones y, de hecho, dos tercios apuestan por la compra; todos le dan precios objetivos superiores a la cotización actual en, al menos, un 15% (y el potencial medio ronda ya el 50%). El problema es que esta visión mayoritariamente positiva no es tan novedosa en la historia reciente de Grifols. Y hasta la fecha no ha sido suficiente para convencer al mercado de que, más allá de los problemas coyunturales, Grifols representa aún una historia de éxito.

Las perspectivas de recuperación que vienen espoleando el mercado desde hace meses siguen pasando de largo para Grifols. En un mundo en que la confianza en una próxima reactivación de la economía da combustible a la sólida recuperación en bolsa, incluso, de algunos de los negocios más severamente penalizados por la pandemia, el fabricante de hemoderivados ha visto este viernes como su cotización se hundía hasta alcanzar sus niveles más bajos desde 2017.

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