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Auge de las energías renovables: ¿está llevando el mercado muy lejos su optimismo?
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Auge de las energías renovables: ¿está llevando el mercado muy lejos su optimismo?

Las expectativas del mercado sobre el futuro de las energías alternativas han hecho de este el mejor sector del año, obviando por momentos los riesgos que también enfrenta

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En su clásico informe de finales de año sobre "los cisnes negros" que podrían agitar los mercados en el siguiente ejercicio, publicado hace escasos días, los analistas de Saxo Bank citaban la posibilidad de que los nuevos desarrollos en la tecnología de fusión provoquen una drástica reducción de las necesidades energéticas a nivel global.

Este augurio puede considerarse más o menos factible, pero sirve para poner sobre la mesa los inevitables riesgos que también rodean al desarrollo de las energías alternativas, una de las tendencias vencedoras del mercado a lo largo de 2020. Los números son elocuentes: el sector de energías alternativas es el más rentable del año, en el índice Bloomberg World, con una revalorización desde el inicio del ejercicio que rebasa el 100%.

Y en España también son contundentes las pruebas de la decidida apuesta que han hecho los inversores en los últimos meses por las compañías más ligadas a las energías limpias: Solaria, Solarpack, Siemens Gamesa, Grenergy e Iberdrola se cuentan entre las 20 compañías más alcistas del Índice General en 2020, con ganancias que se mueven entre el 207% y 23,5%. Y Soltec, que protagonizó el pasado octubre la única salida a bolsa en España en más de dos años, suma ya avances que superan el 70%.

Compañías como Solaria o Siemens Gamesa cotizan a más de 80 veces su PER 2021

También fuera del mercado bursátil el apetito de los inversores por estos activos se ha traducido en operaciones de compraventa por un valor superior a los 13.000 millones de euros solo en España.

Los fundamentos de esta decidida apuesta son de sobra conocidos y parecen firmemente asentados. Las tendencias de descarbonización y la consiguiente transición energética, con una creciente electrificación de la economía global, se mostraban ya como un camino cierto antes de la pandemia. Y con esta parecen haberse acelerado sus ritmos, con un creciente número de gobiernos a nivel global patrocinando inversiones en la nueva economía verde como pilar básico de sus estrategias para dejar atrás la crisis.

En ese contexto, no solo surgen nuevos operadores enfocados en esta rama de negocio, sino que grandes grupos enfocados en las fuentes de energía más tradicionales vienen perfilando desde hace tiempo un viraje para adaptar sus negocios hacia las energías tradicionales. Naturgy o Repsol representan claros ejemplos de este movimiento en el mercado nacional.

placeholder Índice mundial de energías alternativas de Bloomberg.
Índice mundial de energías alternativas de Bloomberg.

Aunque existen excepciones, no parece haber muchas dudas de que este tipo de esfuerzos son bien percibidos por los inversores, que parecen estar asumiendo un escenario brillante a futuro para las energías renovables. Tanto como para que grupos como Solaria o Siemens Gamesa se negocien hoy a más de 80 veces sus beneficios estimados para 2021 o que, a nivel mundial, la valoración del sector sobre su precio en libros prácticamente duplica la ratio media de la bolsa.

Unos números que obligan a cuestionarse si el mercado no estará asumiendo un futuro excesivamente brillante a un sector que, por muy bien trazado que tenga su camino de desarrollo, aún se encuentra en una fase incipiente y puede verse alterado por un sinfín de turbulencias. Y no es necesario para ello que se produzcan grandes revoluciones tecnológicas que echen por tierra los pronósticos de demanda a futuro.

Como advierte Ángel Pérez, analista de Renta 4, el mercado parece estar pasando por alto cuestiones mucho más perceptibles como pueden suponer la creciente competencia -que ya ha provocado una indiscutible inflación en el precio de los activos-, el riesgo de cuellos de botella en las redes o de una caída de precios, que pudiera presionar la rentabilidad de los proyectos.

Un viraje en las condiciones de financiación podría comprometer muchos proyectos

A este último respecto también hace mención Álvaro Navarro, analista de Mirabaud, cuando advierte de que el sector de las energías renovables es una industria muy intensiva en consumo de capital y, si bien hoy, puede beneficiarse de un entorno de mercado ciertamente favorable para la financiación de los proyectos, cualquier viraje en este terreno -que, no obstante, no parece factible en el corto plazo- puede comprometer la viabilidad de algunos proyectos y poner en apuros a las compañías más apalancadas. Los cambios regulatorios son otra amenaza constante que acecha al sector.

Estos argumentos no anulan, ni mucho menos, el relato que sustenta la apuesta de los inversores por las energías alternativas. Pero sí parecen aconsejar cierta reflexión a la hora de hacer frente a esta tendencia, sopesando con cuidado los pros y contras de cada inversión.

Valga como advertencia el hecho de que el boom que viven hoy las energías renovables sobre el parqué no es tan novedoso como puede parecer: entre junio de 2006 y noviembre de 2007 el índice mundial de energías alternativas se revalorizó más de un 170% antes de iniciar, con el colapso financiero del año siguiente, un brusco hundimiento del que aún hoy está lejos de recuperarse (cotiza un 56% por debajo de su pico de entonces). Es probable que, sin un "cisne negro", los inversores no vuelvan a enfrentarse a corto plazo a un descalabro de la magnitud de aquel. Pero incluso las historias de éxito mejor argumentadas pueden sufrir dolorosos borrones.

En su clásico informe de finales de año sobre "los cisnes negros" que podrían agitar los mercados en el siguiente ejercicio, publicado hace escasos días, los analistas de Saxo Bank citaban la posibilidad de que los nuevos desarrollos en la tecnología de fusión provoquen una drástica reducción de las necesidades energéticas a nivel global.

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