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¿Japonización? Ya le gustaría a la Eurozona acabar como Japón, dice Deutsche Bank
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¿Japonización? Ya le gustaría a la Eurozona acabar como Japón, dice Deutsche Bank

Ante el desafío de normalizar la política monetaria, ya son muchas las voces que apuntan a que la Eurozona va camino de convertirse en el nuevo Japón. Deutsche cree que no sería tan malo

Foto: El famoso cruce de Tokio. (Reuters)
El famoso cruce de Tokio. (Reuters)

La política monetaria como adicción económica. Son varias las voces que llevan tiempo avisando que el Banco Central Europeo podría no llegar a subir los tipos de interés en décadas, siguiendo así la estela de Japón, que lleva desde 2016 en tipos de interés negativos y desde el siglo pasado en mínimos —un fenómeno conocido como 'japonización'—. En un contexto de bajo crecimiento económico y una inflación adormecida, la posibilidad de estancar la política monetaria asusta a los economistas y mercados por varias razones: la baja rentabilidad del sector bancario, la represión financiera de los inversores, el auge del apalancamiento, la falta de herramientas ante otra recesión...

Sin embargo, los analistas de Deutsche Bank creen que convertirse en Japón podría no ser tan malo. El banco alemán aboga en la tercera toma de un informe sobre los paralelismos económicos entre Japón y Europa a analizar la economía más allá de la atonía inflacionaria y el problema de la deuda. "Cuando miramos a Japón nos encontramos con un país que ha conseguido mantener unos estándares de calidad de vida altos, un crecimiento per capita decente y una sociedad igualitaria y relativamente estable en el completo de su población", concluyen los analistas. "¿Podría Europa llegar a soñar siquiera de acercarse a este resultado?"

Foto: Foto: Reuters. Opinión

Los analistas reconocen que Japón tiene muchos problemas. "Su PIB se ha atascado, los niveles de deuda pública explotado y la política ya parece impotente", consideran desde el banco alemán, que además ejemplifican que el mercado de renta variable japonés todavía no ha recuperado los niveles de hace treinta años, con el sector bancario llevándose lo peor del problema. Sin embargo, Deutsche anima a mirar más allá: "Japón no es tan terrible". "Si analizamos otras métricas —el rendimiento real, crecimiento per capita, desigualdad, salud, sistema educativo— vemos que, de forma opuesta al pobre rendimiento del mercado, la evolución socio-económica de Japón no ha sido tan mala como lo que podrían creer los inversores".

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Por ejemplo, Deutsche Bank apunta a que un crecimiento de la productividad (PIB real) al 1% tras "la experiencia de los años 90" es un resultado "robusto". "Para Italia, un resultado como el de Japón sería como subir el Everest sin oxígeno", aseguran los analistas, que añaden que "según la teoría económica, a largo plazo, solo un crecimiento de la productividad resultan en una mejora de la calidad de vida".

Para Italia, un resultado como el de Japón sería como subir el Everest sin oxígeno

Frente a esto, el contra argumento sería que la mejora en la calidad de vida viene a costa del endeudamiento del archipiélago; pero Deutsche no está de acuerdo. "Contrario a la creencia popular [...] el aumento de la deuda pública ha sido acompañada por un mayor ahorro de las empresas (y familias), lo cual ha llevado a un auge del ahorro neto, con Japón convirtiéndose en el mayor acreedor del mundo, como bien refleja su posición como inversor a nivel internacional", matizan los analistas.

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En este contexto, Deutsche Bank cree que el nivel de vida de Japón está mucho más avanzado que el de la eurozona. Por ejemplo, celebra el sistema educativo del país asiático: mientras pasan menos años en la escuela que otros de los países de las naciones desarrolladas, la enseñanza que reciben ofrece mejores habilidades, como reflejan los resultados del informe PISA, lo cual sugiere un mejor uso del gasto público en la educación".

Además, apunta a que la igualdad (PIB per capita) es mucho mayor en Japón que en la eurozona; donde puede que ciertos países (como Francia) disfruten de unos índices de igualdad en buena forma, pero que la heterogeneidad del 'viejo continente' supone un mayor desafío para la igualdad económica de la región.

La política monetaria como adicción económica. Son varias las voces que llevan tiempo avisando que el Banco Central Europeo podría no llegar a subir los tipos de interés en décadas, siguiendo así la estela de Japón, que lleva desde 2016 en tipos de interés negativos y desde el siglo pasado en mínimos —un fenómeno conocido como 'japonización'—. En un contexto de bajo crecimiento económico y una inflación adormecida, la posibilidad de estancar la política monetaria asusta a los economistas y mercados por varias razones: la baja rentabilidad del sector bancario, la represión financiera de los inversores, el auge del apalancamiento, la falta de herramientas ante otra recesión...

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