Méndez Pozo cede a Metrovacesa una porción de la ‘Operación Clesa’

144 millones de euros es mucho dinero. También para el acaudalado promotor y constructor burgalés Michel Méndez Pozo. Quizá por este motivo, el empresario burgalés ha decidido hacer un hueco a la primera inmobiliaria del país, Metrovacesa, para abordar con garantías su sonada incursión en el mercado de Madrid: la adquisición el pasado mes de diciembre de la fábrica de Clesa.

Aunque sus buenas relaciones con el también burgalés Arturo Gil, presidente de Clesa, jugaron a su favor, Méndez Pozo tuvo que ir a por todas. Su oferta millonaria superó otras de algunas de las grandes inmobiliarias, que también pujaron por las instalaciones de la lechera al norte de la capital, pero era consciente de la necesidad de buscar socios con los que compartir riesgos y futuros beneficios.

La solución ha tardado poco en llegar. Al promotor burgalés le ha bastado con llamar a la puerta de Metrovacesa, cuya oferta quedó entonces relegada al segundo lugar. Ahora, cuatro meses después, Méndez Pozo ha constituido una nueva sociedad para desarrollar el plan de negocio, donde él controla el 55% y la inmobiliaria que preside Joaquín Rivero, el otro 45%.

El solar en cuestión, de más de 37.000 metros cuadrados, está estratégicamente situado en el nudo norte de Madrid, en un área comprendida para instalaciones de usos terciarios, donde ahora Méndez Pozo, también con intereses en el sector de los medios de comunicación, tiene previsto desarrollar un nuevo complejo de oficinas de la mano de Metrovacesa.

De momento, Clesa tiene todavía tres años para abandonar las instalaciones, hasta encontrar un nuevo emplazamiento en el cinturón de la Comunidad de Madrid. Como han reconocido fuentes de la propia lechera a este diario, la compañía mantiene contactos con la Administración para la adquisición de nuevos terrenos sobre los que levantar la nueva fábrica.

A pesar de las serias necesidades económicas de la italiana Parmalat, propietaria de Clesa, la lechera española ha sido considerada siempre un activo estratégico por parte del grupo italiano, un hecho diferencial que le salvó de la quema en el proceso de liquidación que realizó hace dos años. Como demuestra el precio pagado por las instalaciones, su valor no estaba sólo en la leche.