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Un nuevo estudio confirma la amenaza para la salud y el medio ambiente de las incineradoras
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Un nuevo estudio confirma la amenaza para la salud y el medio ambiente de las incineradoras

Los niveles de contaminantes altamente tóxicos detectados en el entorno de la planta incineradora de Valdemingómez, en Madrid, están entre los más altos de Europa

Foto: Incineradora de Valdemingómez, en Madrid (EeA)
Incineradora de Valdemingómez, en Madrid (EeA)

La polémica que envuelve a la incineradora de Valdemingómez, ubicada al sur de Madrid, va en aumento. Más allá de las quejas vecinales por los malos olores, de las incógnitas respecto al volumen real de basura que se estaría quemando o de la trifulca política por la adjudicación de la contrata, un nuevo estudio demuestra que el impacto en la salud y en el medio ambiente de estos equipamientos podría ser mayor del calculado.

El resultado de la primera biomonitorización de alimentos y vegetación llevada a cabo en el entorno de la planta de Valdemingómez muestra niveles alarmantes de contaminantes altamente tóxicos, lo que representa, según los investigadores, una amenaza directa tanto para las personas como para el entorno.

Las organizaciones sociales consideran que los resultados del estudio aconsejan el cierre inmediato de este equipamiento

El estudio, que todavía no ha concluido, se está llevando a cabo desde la fundación holandesa ToxicoWatch en colaboración con Ecologistas en Acción, la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), el Grupo de Acción para el Medio Ambiente (GRAMA) y Zero Waste Europe.

Las muestras recogidas en el entorno de la incineradora han sido analizadas por un laboratorio holandés independiente y legalmente acreditado, y confirman la presencia de altos niveles de dioxinas y furanos, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) y sustancias per y polifluoroalquiladas (PFAS).

Estas sustancias son peligrosas para la salud humana y el medioambiente, por lo que tienen límites legales de emisión y se miden esporádicamente en la chimenea de estas instalaciones durante su funcionamiento. Sin embargo eso no es así en momentos puntuales, como durante los procesos de encendido y apagado de los hornos o en las paradas por incidencias técnicas.

Foto: El vertedero de Valdemingómez, al sur de Madrid (Efe)

Los niveles de ambos contaminantes presentes en los árboles cercanos a la planta madrileña son más altos a los hallados en otras incineradoras europeas, y diez veces superiores a los hallados en los situados a cuatro kilómetros de distancia de la planta.

Por otro lado, los resultados de los análisis de los musgos también muestran concentraciones de dioxinas muy elevadas: hasta 20 veces superiores a los situados a cuatro kilómetros de la planta, siendo en este caso significativamente más altos que los realizados en otros países de la UE entre 2019 y 2021. Respecto al resto de muestras analizadas, la presencia de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) es 25 veces superiores a los que se pueden hallar a tan solo cuatro kilómetros de distancia.

placeholder Protesta vecinal contra la incineradora (EFE Emilio Naranjo)
Protesta vecinal contra la incineradora (EFE Emilio Naranjo)

La biomonitorización no figura entre las pruebas de control a las que están sometidas las incineradoras para ejercer su actividad. Sin embargo, el Plan Estratégico Salud y Medio Ambiente 2022-2026 reconoce esta técnica de muestreo como una herramienta válida para determinar los niveles de peligrosidad de estas instalaciones. En cambio, nunca se había llevado a cabo en el entorno de la planta de Valdemingómez.

La biomonitorización recoge contaminantes fijados en seres vivos durante un tiempo prolongado y la bioacumulación en sus tejidos, por lo que sus resultados tienen mayor fiabilidad que las mediciones puntuales de calidad del aire para la detección de la contaminación.

En 2019 el Ayuntamiento de Madrid publicó los resultados de un estudio sobre los riesgos para la salud de las emisiones procedentes de la incineradora en el que se concluyó que “no hay evidencias que demuestren que la actividad de la planta incida en la salud de la población”

Foto: La gestión de residuos para lograr su circularidad y que no acaben en vertederos sigue siendo un punto a mejorar. Reuters

En dicho trabajo se señalaba que “los resultados obtenidos no muestran valores de contaminantes estadísticamente significativos en el entorno de la incineradora”, excepto en el caso de las dioxinas y furanos, donde se reconocía que, aunque no existe un límite normativo sobre ambas, los valores detectados se hallaban muy próximos a lo que la Agencia de Protección Ambiental Americana (EPA, por su sigla en inglés) considera como aceptable y "por el que recomienda análisis adicionales para una mejor caracterización del riesgo”. Y éste ha sido el caso.

Los resultados aportados por los análisis adicionales de ToxicoWatch contradicen algunas de las conclusiones del estudio encargado por el ayuntamiento y vienen a confirmar que "en el entorno de la incineradora de Valdemingómez se están depositando sustancias enormemente peligrosas para el medio ambiente y la salud humana".

placeholder Protesta de Greenpeace en una incineradora de residuos (Greenpeace)
Protesta de Greenpeace en una incineradora de residuos (Greenpeace)

Las organizaciones consideran que los resultados de este trabajo aconsejan el cierre de este equipamiento, previsto en un principio para 2025 pero actualmente en suspenso, y exigen que se agilicen los cambios para implementar un modelo de gestión de los residuos que excluya las opciones finalistas (como la incineración) y promueva la prevención, la reducción y el reciclaje para avanzar hacia el residuo cero.

Las administraciones en cambio, tanto a nivel municipal como de la comunidad, han manifestado en reiteradas ocasiones que hoy por hoy es imposible cerrar la incineradora, pues ello provocaría el colapso del vertedero cercano.

Más allá del caso de Valdemingómez, las entidades ecologistas creen que sería necesario extender los estudios basados en la biomonitarización a las once incineradoras de residuos municipales que operan actualmente a nivel nacional y piden que los resultados sean vinculantes para poder determinar el impacto real de estas polémicas instalaciones en el medio ambiente y en la salud humana.

La polémica que envuelve a la incineradora de Valdemingómez, ubicada al sur de Madrid, va en aumento. Más allá de las quejas vecinales por los malos olores, de las incógnitas respecto al volumen real de basura que se estaría quemando o de la trifulca política por la adjudicación de la contrata, un nuevo estudio demuestra que el impacto en la salud y en el medio ambiente de estos equipamientos podría ser mayor del calculado.

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