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Lemóniz, de central nuclear marcada por ETA a criar salmones, truchas y rodaballos
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la banda terrorista asesinó a cinco personas

Lemóniz, de central nuclear marcada por ETA a criar salmones, truchas y rodaballos

El Gobierno vasco desarrolla un proyecto para convertir estas instalaciones, en ruinas desde 1984, en una piscifactoría para producir más de 11.000 toneladas anuales de diferentes especies

Foto: Imagen de la central nuclear de Lemóniz. (EFE)
Imagen de la central nuclear de Lemóniz. (EFE)

Hubo un antes y un después en la historia de ETA con Miguel Ángel Blanco. La banda terrorista perdió el órdago lanzado al Estado al provocar un rechazo social hasta entonces inaudito. Pero antes hubo otros órdagos con diferentes resultados. 16 años antes del secuestro y posterior asesinato del joven edil del PP en Ermua ETA había acometido un desafío similar al Estado con el rapto en 1981 de José María Ryan Estrada, el ingeniero-jefe en la construcción de la central nuclear de Lemóniz. Los fines eran los mismos: amenaza con ejecutar una vida para ceder a su chantaje. En el caso de Ryan para exigir la demolición de la infraestructura que se estaba levantando en esta localidad vizcaina y en el de Blanco para acercar a los presos a las cárceles del País Vasco.

El ultimátum de una semana dado por ETA al Gobierno español con el secuestro del ingeniero industrial no tuvo su efecto… inmediato. Porque tres años después de que su cadáver fuera encontrado en un camino forestal, atado y amordazado con un disparo en la cabeza, la compañía energética Iberduero, la actual Iberdrola, paralizaba la construcción de la central nuclear cuando se encontraba en un estado muy avanzado (aunque nunca entró en funcionamiento). Era 1984 y habían transcurrido doce años de la puesta en marcha de un proyecto que desde sus orígenes fue recibido con un fuerte rechazo social. ETA aprovechó la contestación en la calle para entrar de lleno en la causa antinuclear con una brutal ofensiva de atentados contra Lemóniz que se cobró la vida de cinco personas: Ryan y el también ingeniero Ángel Pascual (su sustituto en la central nuclear), y los trabajadores Andrés Guerra, Alberto Negro y Ángel Baños.

Foto: La ETA antinuclear y los asesinatos de la central de Lemóniz
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Más de tres décadas largas después, las toneladas de hormigón que confieren una imagen fantasmagórica a los 55.000 metros cuadrados de instalaciones en ruina van a pasar de albergar el recuerdo de los asesinatos cometidos por ETA a criar salmones, truchas, lenguados, rodaballos, gambas y langostinos con el proyecto que ha desarrollado el Gobierno vasco para convertir este recinto en una piscifactoría dedicada a la producción de estas especies.

El PNV arrancó en su acuerdo presupuestario de este año con el Gobierno español el compromiso del gabinete de Mariano Rajoy de ceder al País Vasco estos terrenos, situados a escasos 30 kilómetros de Bilbao, que están en manos de Iberdrola por concesión del Estado. La operación está supeditada a recuperar estas instalaciones, pero esto no será un gran escollo. La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, asegura que, de tener que pagar por esta superficie, sería una cantidad “simbólica” ya que la compañía presidida por Ignacio Sánchez Galán se ahorraría muchos gastos al no tener que devolver los terrenos a su situación inicial para deshacerse de ellos.

placeholder Tapia, en la presentación del proyecto para reconvertir las instalaciones de Lemóniz en una piscifactoría.
Tapia, en la presentación del proyecto para reconvertir las instalaciones de Lemóniz en una piscifactoría.

El Gobierno vasco da por hecha la adquisición de los terrenos y ya trabaja con la idea de crear "un polo de producción e investigación acuícola" que consiga adecuar las antiguas instalaciones de la central nuclear para su uso en acuicultura. En concreto, contempla producir diversas especies, entre ellas gamba, langostino, lenguado, rodaballo, salmón y trucha asalmonada, con tecnologías de “recirculación de agua”. Para ello, cuenta con el aval del centro tecnológico experto en innovación marina y alimentaria AZTI, que ha constatado la “viabilidad técnica y económica” de la reconversión de las instalaciones para su uso acuícola. En total, el Gobierno vasco apunta a una producción superior a las 11.000 toneladas anuales de las diferentes especies.

La infraestructura cuenta con tomas de agua del mar y espacio suficiente para que “varias empresas” puedan instalarse y producir diferentes especies con demanda alta de mercado. Por lo pronto, según adelanta Tapia, el proyecto ha suscitado el “alto interés” de inversores franceses y noruegos en los contactos previos desarrollados por el Gobierno vasco.

El proyecto requerirá un plazo de entre cuatro y seis años para ver la luz y podría conllevar una inversión superior a los 100 millones de euros

En todo caso, las previsiones más optimistas apuntan a un plazo mínimo de entre cuatro y seis años de plazos y permisos para que estas instalaciones hoy en ruinas cobren vida. Las inversiones, además, deberán ser millonarias. Se manejan dos proyectos en función de su magnitud que podrían llegar a exigir 78 y 113 millones de inversión. El más ambicioso, que ocuparía las 5,5 hectáreas, conllevaría un gasto de 25,8 millones de euros para acondicionar el terreno (el coste hubiera sido mayor de estar contaminadas las tierras, ya que no se llegaron a instalar materiales nucleares) y entre 32 y 88 millones para levantar la piscifactoría. De optarse por la opción más ‘modesta’, de cuatro hectáreas, la inversión requerida alcanzaría los 18,4 millones para el acondicionamiento y de 25 a 60 para construir la factoría en sí. En función del proyecto, la producción estimada por el Gobierno vasco varía entre las 8.000 y las 11.500 toneladas anuales.

La opción del tamaño escogida determinará asimismo el número de empleos a crear, que oscilará entre 350 y 550 puestos de trabajo. No obstante, sea cual sea la alternativa, el Gobierno vasco considera que el modelo más interesante para el desarrollo del proyecto en la antigua central nuclear de Lemóniz es “mixto”, combinando la producción de acuicultura con proyectos de innovación tecnológica multisectorial. “El polo de producción acuícola es una oportunidad para atraer y potenciar la innovación e inversión mediante la interacción con redes de I+D+i locales, nacionales y europeas”, expone Tapia, quien considera que la ocupación del futuro parque a pleno rendimiento será en “aproximadamente nueve años”.

El futuro parque creará entre 350 y 550 empleos y trabajará a pleno rendimiento en unos nueve años

A la espera de una mayor concreción que dé forma al proyecto, las instalaciones de Lemóniz se aprestan a tener un nuevo uso 34 años después y tras varios proyectos fallidos. Antes se plantearon opciones como la construcción de un parque temático dedicado a la energía y la ciencia a instancias de la Diputación de Vizcaya o la reconversión de la planta en una central de ciclo combinado por parte de Iberdrola.

Otro proyecto con mil toneladas de mejillón

El de Lemóniz no es el único proyecto de acuicultura que el Ejecutivo de Iñigo Urkullu proyecta para Vizcaya. La próxima primavera entrará en funcionamiento el primer polígono marino vasco de producción acuícola, ubicado en el municipio de Mendexa, en la franja del litoral vizcaino entre las localidades de Ondarroa y Lekeitio. Se trata de una zona declarada por el Gobierno vasco como de especial interés para cultivos marinos, que cuenta con una superficie total de 556 hectáreas. En una primera fase se han balizado 290 hectáreas, de las que 214 se destinarán a producción.

En estos terrenos se ubicarán las empresas Matxitxako Moluskoak, Angulas de Aguinaga y Rinamar (Galicia), que van a ocupar todo el espacio disponible. La primera empresa en operar será Matxitxako Moluskoak, participada por diversos socios del sector pesquero vasco como Arrankoba, Itsaskorda, Cofradías de Lekeitio y Ondarroa, Federación de Cofradías de Guipúzcoa (OPEGUI) y AZTI, que prevé producir un millar de toneladas anuales de mejillón con una instalación de 40 long-lines. La compañía ha presentado ya el proyecto industrial y el diseño de instalaciones, y está pendiente de la concesión del permiso de la Dirección General de Costas para la puesta en el agua y entrada en funcionamiento de las instalaciones en primavera de 2018.

Hubo un antes y un después en la historia de ETA con Miguel Ángel Blanco. La banda terrorista perdió el órdago lanzado al Estado al provocar un rechazo social hasta entonces inaudito. Pero antes hubo otros órdagos con diferentes resultados. 16 años antes del secuestro y posterior asesinato del joven edil del PP en Ermua ETA había acometido un desafío similar al Estado con el rapto en 1981 de José María Ryan Estrada, el ingeniero-jefe en la construcción de la central nuclear de Lemóniz. Los fines eran los mismos: amenaza con ejecutar una vida para ceder a su chantaje. En el caso de Ryan para exigir la demolición de la infraestructura que se estaba levantando en esta localidad vizcaina y en el de Blanco para acercar a los presos a las cárceles del País Vasco.

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